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Despidos en Navidad

La Reforma Laboral 2019 tiene escollos que fueron introducidos por los legisladores para atemperar el ánimo de los patrones. | Manuel Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Seguramente la mayor parte de los jefes de relaciones laborales y de recursos humanos de miles de empresas, pequeñas, grandes y medianas, han tomado la misma materia en sus desacreditadas universidades, que tiene un cartel a la entrada del salón con la leyenda:

“Cómo romper la vida a los trabajadores en Navidad”

y en letras pequeñas dice:

“Cómo realizar un despido en tres pasos”.

El profesor cuando entra a su clase lleva en brazos una pila de libros, algunos de contabilidad, de recursos humanos, otro de derecho laboral, y uno más, llamado: “el arte de despedir trabajadores sin ensuciarte las manos”, de tan solo una hoja, es el que más presume, porque contiene los secretos de cómo despedir a un trabajador y lograr que éste lo acepte sin reparos.

Los alumnos toman nota de cada palabra que dice el maestro. Él habla con voz pausada, toma aire para elevar el tono de su discurso, para intentar demostrar que los conocimientos le brotan de su ser y que éstos forman parte de él desde su nacimiento. Se toca la cabeza, como muestra de sabiduría y les dice:

-Cuando quieran despedir a un trabajador háganlo en fin de quincena, de mes o de año. Reténgales su salario, vacaciones, aguinaldo y después condicionen su pago a la firma de un finiquito. Verán que es muy fácil. Generalmente los trabajadores están muertos de hambre, todo lo deben, su quincena nunca les alcanza, cinco días antes de que termine ésta empiezan a pedir fiado. Pocos son los que se dan el lujo de comer en una lonchería, en un restaurancillo y la dueña del changarro les dice que no se preocupen, que ella les facilita la comida “a cuenta” pero que le paguen en la quincena.

Al fondo, uno de los jóvenes levanta la mano y le pregunta al maestro si obligar a un trabajador a firmar un finiquito condicionando sus salarios y prestaciones es ilegal.

El maestro responde cínicamente:

“¡Claro muchacho! ¡Claro que es ilegal! ¡Pero nadie lo va a saber!

Se escucha de inmediato una carcajada generalizada y el alumno que preguntó intenta hacer lo mismo (reírse), pero se queda serio y el color de su cara se vuelve roja, entre impotencia contenida y vergüenza de lo que dice su mentor.

El maestro les dice:

-Hablemos en serio. Les doy una buena noticia, la reciente reforma laboral, esa que nos impusieron los gringos en mayo de 2019, tiene hoyos por todas partes y nos permite que lo ilegal se convierta en legal. Antes para que un trabajador firmara un finiquito era forzoso ir a la Junta de Conciliación y Arbitraje, pero ahora ya no. Podemos hacer convenios privados, le damos una retocada para dar la apariencia de legal ¡y listo!

Uno de los alumnos que lo escucha con atención le dice:

-Por favor, explíquese maestro.

Él pide que de sus celulares busquen la última reforma de Ley Federal del Trabajo recién aprobada el primero de mayo de 2019 y den lectura al último párrafo del artículo 33 de la misma.

Uno de los jóvenes lee en voz alta el último párrafo:

-Cuando el convenio sea celebrado sin la intervención de las autoridades, será susceptible de ser reclamada la nulidad ante el Tribunal, solamente de aquello que contenga renuncia de los derechos de los trabajadores, conservando su validez el resto de las cláusulas convenidas.

El maestro de inmediato explica:

-Observen que la nueva reforma permite hacer a un lado a las autoridades laborales cuando un trabajador acepte terminar su relación laboral. Les recomiendo que el machote no contenga renuncia a ningún derecho, aun cuando en los hechos sí ocurra. Lo importante es lo que está escrito. Redacten que el trabajador es el que “renuncia voluntariamente” y así nadie les va a reclamar nada. Todas las demandas las perderán los trabajadores, gracias a esta reforma laboral, que les otorgó concesiones importantes a los patrones.

¿Novela o realidad?

Este relato que pareciera parte de una novela o de una broma es toda una realidad. Zoé Robledo, director del Instituto Mexicano del Seguro Social apenas el pasado 20 de diciembre denunció que cada fin de año hay en promedio 270 mil personas que pierden su empleo. Pareciera un fenómeno cíclico, pero también reconoce que son prácticas de evasión de responsabilidades por parte de empresarios que han encontrado fórmulas para evadir la ley.

Desgraciadamente la reforma laboral de 2019, que es la más avanzada del último siglo en favor de los trabajadores, tiene escollos que fueron introducidos por los legisladores para atemperar el ánimo de los patrones, pero las concesiones fueron demasiadas en algunos puntos, que ahora son estratégicos.

Uno de los más notables es el tercer párrafo del artículo 33 de la Ley Federal del Trabajo, el cual permite la privatización laboral en los convenios de terminación de la relación de trabajo. Consiente que el convenio dé la apariencia de legalidad y el trabajador al firmarlo lo avale, lo legalice, aunque en los hechos éste reciba sólo una parte mínima de su indemnización.

Ser despedido en fin de año es una experiencia oprobiosa, mientras que otros se encuentran con trabajo, de vacaciones en viajes de placer, brindando y haciendo compras, disfrutando sin tocar la realidad; con las Juntas de Conciliación y Arbitraje cerradas.

Otros de los que nadie acepta su existencia, con los bolsillos vacíos, en la calle, sin trabajo, resistiendo amenazas, sin aceptar las migajas patronales ofrecidas en un papel (como si fuera regalo) titulado “finiquito”, defendiendo su dignidad como un homenaje a la Navidad, a la vida.

Despedidos de estos días de diciembre, de tiempos de minutos largos, de horas aciagas, de días interminables, pero que no desisten y mantienen en alto su esperanza, para ellos, para ellas, un abrazo de solidaridad.