Main logo

Desgobernar Guerrero

Lo único que ni la ética, ni la ley, ni Guerrero le permiten, ni merecen, es la ausencia por gobierno.

Por
Escrito en OPINIÓN el

La semana dio inicio con la versión del posible regreso de Aguirre a Guerrero por vencimiento de su licencia al cargo de gobernador.

 

El gobernador en funciones, Salvador Rogelio Ortega Martínez, fiel a su talante inexperto e irreflexivo, sabedor que nadie saldría en su favor, apresuró una autodefensa que resultó tan ineficaz como su gobierno y todo él.

 

El propulsor de la versión, el senador Sofío Ramírez, tuvo su minuto de fama al adelantar, con el anuncio del regreso de Aguirre, su supuesta incorporación al próximo gabinete en calidad de Secretario de Gobierno.

 

Los partidos opositores en Guerrero, extraviados en lo electorero, soltaron sus perros. A Navarrete le dio el soponcio, Ríos Piter enmudeció y Mojica no supo si reír o llorar.

 

Aguirre se apresuró (o lo apresuraron) a desmentir la versión. Osorio Chong, con la asertividad negativa que caracteriza sus bajadas de balón, argumentó que en Guerrero hay que privilegiar la gobernabilidad por sobre nombres y personajes. No digo que esté mal lo por él dicho, pero señalo la fatiga política de que es objeto y, por ende, lo nulo de su acción.

 

A la CETEG no le dio tiempo de reaccionar y a los ayotzinapos los agarraron en viaje intercontinental.

 

Finalmente hoy viernes el Congreso local habrá de determinar lo procedente.

 

El rejuego, sin embargo, admite varias lecturas.

 

No es de descartarse una amenaza de Aguirre al gobierno federal para presionar en algún tema de su interés y seguridad. El guerrerense, si bien goza de manto protector, ha sentido la lumbre en los aparejos de familiares y colaboradores, y sabe que en política el poder es efímero, las amistades de mentira y el control de lejos es de…

 

El amago también pudo ser al PRD que, en pleno control de daños, trata de rescatar lo rescatable en Guerrero, o bien un guiño de Aguirre a sus antiguos compañeros de viaje e impulsores: Andrés Manuel y Marcelo, ávidos de una bocanada de oxígeno. En ambos casos (PRD y sus nuevos enemigos) Ángel Aguirre puede haber hecho una demostración de músculo, veto y maniobra.

 

El mensaje puede ser por igual de Aguirre a Ortega, aunque sería una pérdida de tiempo, el segundo ha demostrado hasta el cansancio sobrada incapacidad para diferenciar una mosca de una boñiga.

 

Puede ser también un chiste mal contado del safio Sofío o un reclamo a sus dirigentes, o una carta de negociación entre las tribus perredistas, o un mensaje del senador al bulto que cobra como gobernador en el desastrado Guerrero. Vaya usted a saber qué se traen entre manos los que manosean al pobre Guerrero hasta sacarle brillo a su desamparo.

 

Puede por igual ser un mensaje de diversas fuerzas guerrerenses al omiso Ortega Martínez, o bien al gobierno federal y sus fallidos esfuerzos por recuperar Guerrero.

 

No es de descartarse tampoco una señal de naturaleza y fines electoreros de quienes controlan el Congreso que, a través de él, pretendan inclinar la balanza comicial a favor de algún contendiente. En política, oportunidad, incentivos y costos siempre suelen ir juntos.

 

El silencio de la CETEG y de los ayotzinapos pudiese no ser casual ni responder a descuido alguno, en cuyo caso, poco vivirá el que no vea el desenlace en curso.

 

Finalmente Osorio Chong sostiene que lo que importa es la gobernabilidad de Guerrero. Lástima que sea hasta ahora que así se estime, habida cuenta que fueron muchos los años los que se dejaron correr en desgaste de las instituciones públicas en Guerrero, innúmeros los pecados de omisión, demasiados los acuerdos copulares cortoplacistas por sobre los legítimos intereses de los guerrerenses. Baste un botón de muestra: Si hace unos meses hubiese sido la gobernabilidad la principal preocupación del gobierno federal en Guerrero, jamás hubiese llegado Ortega a desgobernar la entidad.

 

Lo que nos lleva al fondo del asunto. Lo importante no es si regresa Aguirre, que ya dijo que no, sino que el que quede, sea Ortega u otro, real y efectivamente se comprometa a gobernar.

 

Lo único que no admite ni merece Guerrero es seguir hundiéndose en el desgobierno.

 

Ortega, como académico que dice ser, debe de poder distinguir entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad, y saber que como gobernador la primera lo obliga a gobernar bajo la ley, en tanto la segunda a hacerlo con eficiencia y eficacia.

 

Lo único que ni la ética, ni la ley, ni Guerrero le permiten, ni merecen, es la ausencia por gobierno.

 

@LUISFARIASM