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Derrotando la opacidad

La transparencia, antes de ser considerada una política pública, debe ser considerada una forma de vida | Ramón Verazaluce

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Escrito en OPINIÓN el

En tiempos electorales, la transparencia se ha convertido en un elemento de control fundamental para vigilar el actuar de los servidores públicos y se convierte en el mecanismo que permite, al final, que los entes públicos (órganos, organismos o partidos políticos), sean considerados como de confianza por los ciudadanos.

Es necesario generar y hacer que prevalezca el ánimo de llevar a cabo acciones que permitan tanto a los servidores públicos como a los ciudadanos entender el valor, en su justa medida, del ejercicio del derecho al acceso de información pública que tienen los ciudadanos y la forma de actuar con transparencia por parte de los servidores públicos.

Campañas electorales 2018


Estamos en un momento en el que la transparencia, el acceso a la información pública, la rendición de cuentas y la protección de datos personales, juegan un papel trascendente para poder observar cada una de las acciones de quienes laboran en el sector público en beneficio de la sociedad.

La transparencia, antes de ser considerada una política pública, debe ser considerada una forma de vida, una cuestión de actitud y de ética personal de quienes detentan de una u otra manera la información que le pertenece a la sociedad, es decir, debe ser vista siempre desde la perspectiva de actuar con la verdad y con libertad de conciencia.

Debemos hacer del acceso a la información pública, la transparencia, la protección de datos personales y la rendición de cuentas, el pilar sobre el que descansen las acciones y decisiones de los servidores públicos para responder al qué, al cómo y al por qué toman sus decisiones.   

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Considerada de esa manera, la transparencia cobra relevancia en un proceso de cambio cultural porque facilita la rendición de cuentas, provoca un cambio en la conducta de los políticos y genera confianza en la ciudadanía, logrando reducir la discrecionalidad en el actuar de las autoridades.

No hay democracia sin transparencia


En la medida en la que la ciudadanía cuestione cada vez más las acciones de sus gobernantes, se estará derrotando a la opacidad, elemento por demás dañino que frena el desarrollo de un Estado democrático. No puede existir democracia sin transparencia.

La conciencia colectiva adquiere relevancia como mecanismo de control del poder público, porque ubica fortalezas para enfrentar los retos que permitan abatir la opacidad y, al mismo tiempo, le dan vida a esos derechos, para que los ciudadanos los entiendan, se apoderen de ellos y, así, los puedan defender.

En este momento la tarea es ardua, pero si no creamos una nueva conciencia en la sociedad y responsabilidad en los servidores públicos, costará más trabajo generar las condiciones necesarias para alcanzar un Estado democrático.

Debemos crear un vínculo entre la importancia de la transparencia como elemento primordial en la toma de decisiones de los entes públicos, y la toma de decisiones de los ciudadanos al momento de emitir un juicio respecto a sus gobernantes. No tardaremos en comprobarlo, durante la jornada electoral. Solo con voluntad, actitud firme y convicción de servicio, se pueden lograr resultados exitosos.

@RamonVerazaluce | @OpinionLSR | @lasillarota