Con el acostumbrado desaseo de las notas periodísticas, sumado a una débil estrategia de comunicación política del equipo del precandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, se dio a conocer la noticia de un “gabinete” que integraría a empresarios y militantes de Morena para discutir las propuestas del reciente libro del político tabasqueño. Hubiera pasado desapercibido; sin embargo, este grupo plural incluye a empresarios y a ex funcionarios ligados al zedillismo y a Televisión Azteca. En primer lugar, no es gabinete, y en segundo, los grupos plurales no son la principal amenaza a la ortodoxia de la izquierda tuitera.
Como en política nada es casualidad, los análisis empezaron a suponer que sumar a Moctezuma Barragán es un guiño hacia la televisora, y anexar a Alfonso Romo, a una parte de la clase empresarial. No cuesta mucho deducir, como bien lo menciona López Obrador en su mensaje en Facebook, que se les invitó para que “luego de consultar a integrantes de todos los sectores económicos y sociales, de la reflexión y el análisis, y con el método del diálogo circular y el consenso”, se elabore el nuevo Proyecto de Nación para el próximo sexenio”. Y es que el voto duro de Andrés Manuel no le daría un triunfo contundente, por eso la política de alianzas es una necesidad.
Este movimiento del candidato de Morena abre la discusión de su proyecto a sectores poco tradicionales de la izquierda y más que eso, reinicia la campaña con un precandidato que dejó de pensar como si estuviera en campaña para actuar con visión estratégica.
A su vez, de acuerdo con una lectura cercana a Morena, esta noticia manda un mensaje al interior del partido sobre que Claudia Sheinbaum no será la candidata para la Ciudad de México y que el mesías tropical, como lo llamó Krauze, ha decidido ser más como el Rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda: “no es tarea de un sólo hombre, sino de la suma de voluntades”, ha escrito el político.
Pero la maniobra no se reduce a rodearse de caballeros y damas que busquen un Santo Grial ontológico y nacionalista, ahora se sumará al público habitual de sus plazas públicas a miles de perredistas que lo acompañarán este fin de semana en un acto masivo en Michoacán, de acuerdo con una fuente de Morena.
La estrategia parece ser contundente: no se requiere una alianza formal con los partidos de izquierda para sumarse a su proyecto de nación, se necesitan los militantes de izquierda y otros sectores; hace falta la alianza con clases medias y empresarios, que hoy más que nunca requieren de amplios pactos políticos y económicos, con uno de los precandidatos presidenciales más fuertes para el 2018. Parece que AMLO deja de ser un candidato para ser un estadista y muchos agradeceríamos que esta vuelta de tuerca sea una realidad.
Más que darse un balazo en el pie, estos nombramientos que molestan a muchos analistas y que ponen los pelos de punta a los puristas de corazón, nos sugieren que AMLO necesita de una estrategia comunicativa que traduzca lo que sus mensajes quieren decir y que sea una campaña masiva, para alcanzar a las personas que no leemos Regeneración.
López Obrador ha hecho jugadas que a muchos de sus votos duros no les han gustado, ha decepcionado a sectores progresistas y esta semana ha logrado que la comentocracia hostil con él, sea menos ordinaria en sus prejuicios. Muchos hemos creído, a veces, que enloqueció, que se le fueron las cabras al monte, pero de lo que poco se duda es que es muy listo para aprovechar las oportunidades. Ahora solo esperamos que como el Emperador del traje invisible, sus operadores dejen de engañarlo y se dé cuenta de algunas estrategias fallidas en materia de comunicación, por mencionar un caso.
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Lena Alejandra Brena Ríos es candidata a Dra. en Ciencias Sociales, y Maestra en Sociología Política por el Instituto de Investigaciones Dr. José Ma. Luis Mora. Sus áreas de investigación son el análisis de participación en redes de políticas públicas en temas de desarrollo y derechos humanos, gobernanza y formación de políticas públicas en la democracia contemporánea. |