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Del esquema Ponzi a los bonos basura y las criptomonedas

Sin mayor respaldo que la promesa de obtener ganancias. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

Se dice que el tiempo es la mejor manera de acumular experiencia, que se debe aprender de los errores del pasado.

Algunas veces recurrimos a esa máxima como argumento para evitar incurrir en errores del pasado. Lo cierto es que, parece que existen terrenos en el que el ser humano poco aprende.

La ascensión de las criptomonedas como refugio de inversión, galopa a toda velocidad hacia el valle del estallido de la burbuja financiera en la que se ha convertido.

En 1920, el esquema Ponzi hizo millonarios de la noche a la mañana a miles de entusiastas inversionistas que siguieron su “intuición” para ganar dinero con las “estampillas postales” que prometía grandes rendimientos. La crisis de los bonos subprime, mejor conocidos como basura, también prometieron grandes ganancias a quienes invirtieron en una burbuja que termino quebrando a los bancos de inversión más grandes de Estados Unidos en 2008.

En ambos casos, el proceso para el estallido de las burbujas llevó cuando menos de cuatro a cinco años, para luego dar paso a crisis económicas globales que dejaron en bancarrota a millones de personas y miles de empresas en quiebra.

La ascensión de las criptomonedas, hoy tienen el mismo perfil de fraude financiero auspiciado en la popularidad del movimiento de masas dispuestas a ariesgar su capital a cambio de obtener una ganancia rápida.

La criptomonedas registran un rendimiento superior a 1500% durante 2021, algo materialmente imposible de respaldar bajo el sistema financiero formal, pues no existe valor, ni entidad financiera, ni productiva, que ofrezca dichos rendimientos. Es decir, ni las acciones de Tesla, Google, ni de Apple, ofrecieron un rendimiento de esa magnitud en los mercados bursátiles.

Y es que más allá de los promotores de las criptomonedas que ven en la divisa digital al sustituto del papel moneda en el mundo, lo que debemos tener en cuenta, es que para que dicha sustitución suceda, deberán alinearse una serie de cambios técnicos, financieros, económicos y políticos para que la mayoría de los países piensen en basar sus economías en los sistemas del blockchain.

Cierto, la economía tiende a digitalizarse, de hecho, así será en el futuro, lo que no está claro, es si sucederá a través de las criptomonedas, o a será a partir de las transferencias electrónicas. Es decir que, para que se dé el paso hacia la digitalización de la economía global, todavía falta alinear y reglamentar el mercado digital de las transacciones electrónicas y dicha tarea, apenas está comenzando a nivel mundial.

Y mientras esto sucede, sin reglamentos, ni restricciones, ni responsabilidades, el mercado de las criptomonedas opera, digamos al margen de la ley y de los mercados financieros formales, hecho que hace atractivo invertir en los blockchain, que son susceptibles de ser fácilmente manipulables y peligrosos, pues entre más tarde en explotar la burbuja, más fuerte será el estallido, tal como sucedió en los años 20 con el esquema Ponzi y como ocurrió con los bonos subprime en 2008.

Independientemente de esto, quién en su sano juicio, considera que un algoritmo del sistema blockchain, tiene un valor de retorno de más de 43 mil dólares por unidad y que es susceptible de llegar hasta 100 mil dólares por unidad o criptomoneda.

¿Estaría usted, amigo lector dispuesto a invertir, en caso de tener el capital, más de 40 mil dólares por una criptodivisa en lugar de comprar un bien inmueble o algún otro activo?

El asunto es que, sí hay quienes creen que el valor del algoritmo es real, de igual forma, hubo inversionistas que creyeron que el esquema Ponzi le dio un valor a las estampillas postales de intercambio sin mayor respaldo que la promesa de obtener ganancias. También lo creyeron los millones de inversionistas que adquirieron por volúmenes los bonos suprime, sólo por contar con la promesa de obtener un rendimiento superior al del mercado al poseer esos bonos de deuda.

En ambos casos, había un denominador común, los analistas financieros y corredores de bolsa, avalaban las transacciones en ambas estafas, los expertos en ingeniería financiera invertían cientos de horas de análisis para justificar y validar el valor de los activos que Ponzi y suprime le daban a sus fraudes. Al final, con el estallido de las burbujas, los analistas de ambas épocas enmudecieron y muchos de ellos desparecieron sin explicar las razones del crack. En el caso de las criptomonedas, sólo es cuestión de tiempo.