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Déficit alimentario

México está en el sótano de la autosuficiencia alimentaria. | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

México –donde 14 de cada 100 niños menores de 5 años padecen desnutrición– está en el sótano de la autosuficiencia alimentaria y no existe, por el momento, la intención gubernamental de potenciar el campo para superar su peor crisis.

Aunque es en extremo urgente elevar la producción, desde el Gobierno esto no parece interesar. Es más, no tienen idea del tema y eso sí es preocupante.

Un informe de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) revela que se ha reducido el área para cultivar debido a suelos deteriorados, altos índices de contaminantes, costos elevados en insumos y un alarmante cambio climático global, que pone en riesgo la economía campesina.

En México, en la actualidad, hay más de diez millones de personas en pobreza extrema quienes literalmente están en la lona.

Para las personas de menores ingresos y grupos marginados, entre ellos indígenas de Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Yucatán, Puebla y Veracruz están enfrentando una severa crisis alimentaria. No tienen posibilidad de conseguir alimentos o producirlos.

Este es el resultado de un modelo inadecuado y de políticas públicas erróneas que ya está cobrando un alto costo en la salud y el desarrollo del país.

Al gobierno de Andrés Manuel López Obrador le falta visión de largo plazo y realizar una inversión en las unidades de producción rural

No ha entendido esta administración que hay una crisis del modelo alimentario mexicano, y no hay forma de darle rumbo al país y sacarlo de décadas de desaciertos en el modelo de desarrollo que debería seguir.

Desde la década de los treinta, el Estado mexicano se enfocó en la producción de alimentos baratos para la población urbana en crecimiento y el fortalecimiento del proceso de industrialización del país. De acuerdo a expertos esto generó un modelo de economía dual: un sector rural mayoritario con una economía campesina y un sector urbano-industrial moderno con el uso de insumos y tecnología. 

Según la UNAM, el modelo de substitución de importaciones de los años cuarenta amplió aún más la brecha entre ambos sectores y, para mitigar el rezago, se estableció una política asistencialista a la economía campesina que no ha permitido su desarrollo. 

Esta política generó fuertes repercusiones en los patrones de consumo y alimentación de la población rural y urbana.

La estrategia asistencialista no ha funcionado. Lo que se requieren son mejores canales de comercialización para los productores, incentivos, buenos precios para los productos y garantizar el acceso a los alimentos a los más depauperados.

Cada vez va siendo más difícil acceder a los alimentos. Ha subido la carne, la leche, las tortillas, los huevos y las hortalizas. La frase de "primero los pobres" de López Obrador no deja de ser una burla en un país donde la población se empobrece día con día en medio de la peor de las pandemias.

Por eso los discursos huecos y burlones del presidente debe llamarnos a la reflexión a la hora de elegir a un nuevo gobernante para que nunca más una persona con pensamiento mediocre nos gobierne.

Lo cierto es que en la realidad no hay una política alimentaria nacional y menos el fomento al campo.

Los últimos gobiernos dejaron de lado la idea de la autosuficiencia y apostaron a la apertura del mercado nacional y al intercambio comercial como estrategia para garantizar la disponibilidad de alimentos.

La pregunta es: ¿con qué dinero se van alimentar los pobres en un país donde cuesta tener un sueldo y estabilidad laboral?

El actual panorama ha llevado al cierre de muchos de los establos lecheros en el país y se abrió la posibilidad de las importaciones de productos lácteos y sustitutos de leche cambiando los hábitos y patrones de consumo de la población.

Ya no queremos más experimentos, sino resultados reales de cara a las necesidades de la población. 

Que la Cuarta Transformación sea real y efectiva, y no un engañabobos.