Main logo

Defendamos las ideas

Las ciudadanas y los ciudadanos tenemos la obligación cívica de defender el federalismo, de no dar un paso atrás en las libertades. | Ivonne Ortega

Por
Escrito en OPINIÓN el

Se cumplen dos años de la gestión de Andrés Manuel López Obrador como presidente de la República, y más allá del incumplimiento de promesas y plazos que él mismo estableció para, por ejemplo, acabar con la inseguridad pública o alcanzar niveles de seguridad social equiparables a países nórdicos, es necesario reparar en la insistente y cada vez más clara intromisión del presidente de México en los procesos electorales de 2021.

Durante su gira a Baja California, hace tan solo tres días, descalificó a las posibles alianzas de algunos partidos de oposición y manifestó que “va a ganar el movimiento liberal” y que “no vamos a permitir fácilmente retrocesos”.

Es el presidente en campaña electoral.

¿Puede el gobernante mexicano abiertamente no sólo opinar sino manifestarse por el triunfo o fracaso de determinadas fuerzas políticas? Es una pregunta no solo para mis colegas profesionales del derecho electoral, sino para cada ciudadana, cada ciudadano, pues no se trata únicamente de que sea legal o no: se trata del germen mismo del autoritarismo, que poco a poco va sentando sus reales en el gobierno federal.

Y es que hay en la administración federal una mezcla entre gobierno y partido, como se comprobó cuando el dirigente de Morena Mario Delgado acudió como representante del gobierno mexicano a la asunción del presidente de Bolivia, Luis Arce, esto por nombramiento del presidente López Obrador, según reveló el gobierno boliviano. 

Quienes hacemos trabajo político de campo vemos por las calles brigadas de los llamados “servidores de la nación” cerciorándose de que a cada beneficiario de programas sociales de gobierno le quede claro que se trata de apoyos que envía el presidente y su partido, y en no pocas ocasiones, incluso acompañados de aspirantes de Morena a cargos públicos.

Los “superdelegados” federales se autopromueven a cargos de elección popular utilizando esas mismas estructuras de gobierno, según han expuesto investigaciones de los medios de comunicación.

Y así como desde el púlpito mañanero la investidura presidencial y los recursos del Estado Mexicano son utilizados como ariete en contra de críticos, periodistas, opositores y todo aquello que no sea del agrado del poder y su partido, los gobiernos y funcionarios de Morena van siguiendo el ejemplo de su líder, desconociendo leyes y poniendo al Estado al servicio de su organización política.

¿Y la pandemia?¿Y las víctimas?¿Y los niños con cáncer?¿Y las mujeres violentadas y/o asesinadas? No son temas que al gobierno federal le interese atender, ensimismado en la obsesión de fortalecer un movimiento clientelar y corporativo. Una máquina de comprar votos.

¿Se reúnen quienes piensan diferente en la FIL de Guadalajara? “¡Son conservadores!”, gritan a voz en cuello los cuatroteístas siguiendo el ejemplo de su líder, que descalificó al evento editorial más importante del mundo de habla hispana y segundo del mundo, solo después de la famosa Feria del Libro de Frankfurt, en Alemania.

No dijo el presidente López Obrador, quizá porque no sabe o porque no le interesa, que la FIL es uno de los eventos culturales más importantes de México, construido con esfuerzo desde el espacio universitario y sostenido por personas que se han ganado un lugar en el mundo editorial y cultural por méritos propios. Además, es escenario abierto a todas las manifestaciones, como bien saben los integrantes del movimiento político en el gobierno, porque casi todos han participado en él.

Ante una administración federal que incumple, que ignora el sufrimiento de niños sin medicamentos, que desestima los más de 105 mil muertos por covid-19, que solo está interesado en las elecciones y en la perpetuación de sus métodos absolutistas, las ciudadanas y los ciudadanos tenemos la obligación cívica de defender el federalismo, de no dar un paso atrás en las libertades, de dar la batalla por la defensa de las ideas, como acertadamente ha expresado el gobernador de Jalisco Enrique Alfaro Ramírez.

Está, desde luego, la opción del dejar hacer, dejar pasar. Pero en política y en los procesos sociales eso significa estar de acuerdo con el régimen. Y esta es la hora de la activación social, no del letargo que solo conduce al yugo del tirano.