Como muchos mexicanos, puedo contar historias directas de haber sido víctima de la delincuencia, y otras indirectas de personas cercanas que han perdido la vida o sufrido los estragos de la violencia; familiares, amigos, conocidos que han enfrentado el triste fenómeno que vive el país: una crisis de seguridad.
Este artículo en particular va dedicado al Dr. Rafael Romero, un amigo de muchos años, con quien compartí tiempo en la Facultad de Medicina y Psicología de la Universidad Autónoma de Baja California y con quien pude brindar el logro de verlo terminar su carrera y su especialidad como cirujano plástico, y que el sábado perdió la vida, víctima de la violencia en Tijuana.
En otros artículos de este mismo espacio he denunciado que:
1. Vivimos un aumento de la violencia en el país que nos regresó a los niveles del peor año de la historia de México -2011- y, de seguir así, nos llevará a superarlos.
2. En particular he insistido cómo a nivel local, la crisis asume situaciones de emergencia. Como es el caso de Baja California, una entidad que era considerada un ejemplo de éxito relativo en el país, al haber pasado de una crisis que la posicionaba en 2008 como la entidad más violenta de México y una de las más violentas del mundo. Gracias a una reducción relevante de la incidencia delictiva donde las autoridades federales fueron determinantes para que esto se lograse.
3. He podido demostrar cómo carecemos de un compromiso institucional por investigar los delitos, y que las autoridades se limitan a salidas fáciles, deteniendo a los delincuentes en flagrancia o revictimizando a las víctimas, culpando su estilo de vida e intentando exhibirla como la razón por la que el delito se cometió, más que permitir un proceso de acceso a la justicia, apegado a derecho para las víctimas.
4. He presentado los datos oficiales de Baja California, que tanto en 2016 como en 2017 vive un recrudecimiento de la violencia, sin que exista un plan que haga confiar en que las condiciones mejorarán en el corto plazo.
Si comparamos las tasas por cada 100 mil habitantes, reportadas por la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de 2015 a 2016, Baja California mostró un aumento de 40.14% en homicidio doloso; de 25.45% en secuestro; de 10.21% en robo con violencia; de 16.91% en robo de vehículo y de 15.48% en robo a negocio.
De esta manera, la entidad se posicionó en 2016 como la tercera en homicidio doloso; la doceava en extorsión; la tercera en robo con violencia; la primera en robo de vehículo; la tercera en robo a casa habitación; la segunda en robo a negocio, la tercera en robo a transeúnte y cuarta en violaciones, comparando las tasas de las 32 entidades federativas.
Para 2017 los datos presentan aumentos porcentuales importantes y mantienen a la entidad dentro de las que experimentan las mayores problemáticas de incidencia de delitos violentos del país.
Al comparar las tasas enero-mayo de 2017 contra las del mismo periodo de 2016, la entidad muestra un aumento de 72.27% en homicidio doloso; 3.48% en extorsión; 46.29% en robo con violencia; 47.29% en robo de vehículo y 53.84% en robo a negocio.
Posicionando a Baja California para el 2017 como la entidad en cuarta posición en materia de homicidio doloso; novena en extorsión; segunda en robo con violencia y robo a negocio; primera en robo de vehículo; tercera en robo a casa habitación y robo a transeúnte, y octava en violaciones, a nivel nacional.
Debemos recodar que más allá de las estadísticas, estos datos nos hablan de la historia que día a día vivimos los ciudadanos.
Permítanme compartirles que en tan sólo las últimas tres semanas he tenido conocimiento de otros dos homicidios dolosos, dos secuestros, tres robos con violencia y cinco robos a casa habitación de personas que conocía.
Yo mismo he sido víctima ya que en menos de dos semanas, he tenido dos robos a casa habitación.
Querido Rafael, estas líneas van para ti, para recordar tu calidad humana, tu gran capacidad y compromiso por ser un gran médico. Rafael era un hombre honesto, que con su trabajo hacía mejor a México.
Pienso con dolor y empatía en el sufrimiento de su familia y de otros seres queridos suyos ¡no permitamos que las autoridades revictimicen a Rafa y a su familia! Rafa no murió por "su estilo de vida" o "por andar metido en malos pasos", Rafa murió porque la impunidad, incapacidad y corrupción de las autoridades de Baja California permiten que el delito siga creciendo en una entidad noble, próspera, que recibe con los brazos abiertos a quienes hemos tenido la fortuna de ser y sentirnos bajacalifornianos.
Como bajacaliforniano de corazón me indigna que la tierra que amo esté sumida en la violencia, que las personas estén en total indefensión y que ninguna autoridad, gobernador, procurador y alcaldes, se responsabilicen por ese desastre.
¿Qué tanto debe empeorar la incidencia de delitos para que alguien haga algo o para que un funcionario renuncie ante la carencia de resultados?
Hoy Baja California presume una vida cultural activa, tanto en el arte como en los centros de investigación que son referentes nacionales. Su gastronomía y sus vinos han puesto en el mapa internacional a la entidad y por supuesto, su gente ha hecho de Baja California un gran lugar donde poder progresar.
Sin embargo, con los actuales índices de violencia, dudo que alguien quiera continuar visitando o invirtiendo en el estado, una entidad donde la vida y la seguridad de las personas están en constante riesgo.
A mis amigos de Baja California los invito a levantar la voz, unirnos y exigir a quienes gobiernan las ciudades y la entidad, que trabajen por un estado próspero, puerta de entrada al país y un lugar donde las familias puedan vivir seguras.
A las autoridades, les insisto que hagan su trabajo, y que, si no lo hacen por respeto a la ley, lo hagan por decencia y dignidad. En Baja California están matando gente y ustedes son los responsables.
Rafael Romero, descansa en paz, tu muerte no quedará ni en el olvido ni en la impunidad.