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Decepción

El cacaraqueado combate a la corrupción que presume AMLO no es una realidad en Chiapas. | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

En los confines del sur Andrés Manuel López Obrador pierde a pasos agigantados el respaldo popular que lo catapultó a uno de sus más ansiados sueños: la Presidencia de México.

No hay un solo chiapaneco que no quiera ver en la cárcel al ex gobernador Manuel Velasco Coello, sobre quien pesan denuncias por presunto desvío de recursos federales y enriquecimiento ilícito.

Cada vez que se pide, a través de la prensa, que se realicen las investigaciones pertinentes sobre quien hizo del uso del poder un abuso, el jefe de Estado mexicano, “cantinflea”.

Minimiza el tema y pide que se aporten pruebas como si para un ciudadano común y corriente fuera fácil cuando desde la anterior administración se tapó el lodo.

Hay una denuncia desde el 2018 contra Velasco en la sede de la ex PGR, hoy Fiscalía General de la República, realizada por Filiberto Santiago Gamboa Guzmán, quien ha ocupado cargos dentro del PRI. La querella, sin embargo, permanece engavetada y de ahí que Velasco Coello esté alineado a la 4T para evitar ser “entambado”.

El cacaraqueado combate a la corrupción que presume AMLO no es una realidad en Chiapas. Las cuentas aún no están claras y a la nueva administración de Rutilio Escandón Cadenas le está costando enrumbar a uno de los estados más depauperados de la República.

A quienes no comulgan con la 4T se les aplica la ley, a quienes respaldan a AMLO se les protege.

En Chiapas hay hambre y sed de justicia pero esta no llega. Nadie se avienta el boleto de denunciar a quien hizo del poder y la pobreza un mecanismo de control y fuente de enriquecimiento.

Pero el premio al desorden administrativo ha sido proteger al ex gobernador y blindarlo desde el Senado de la República para evitar que vaya a parar con sus huesos a un penal.

Con Velasco Coello y camarilla, Chiapas vivió la clara “expresión” del presidencialismo de los años 60. Este estado quedó seis décadas atrás del desarrollo de México y vivió una grave involución política, como en la época de los cacicazgos de Maximino Ávila Camacho y Gonzalo N. Santos.

Aunque Maximino les prendía fuego a los pueblos, fusilaba a los prisioneros y era famoso por su mano dura y su arrogancia, y era conocido su gusto por el juego y las mujeres, con Velasco tuvo el gusto por la charreada, la vida frívola reflejada en las revistas del corazón a quienes aceitaban mes a mes.

Guardadas las proporciones, Manuel Velasco fue como Gonzalo N. Santos, una especie de "cacique" moderno. El amo y señor de Chiapas y nadie refunfuñó por temor a perder apoyo económico, principalmente millones de mujeres empobrecidas que bajo el sol lo esperaban varias horas para recibir una despensa y un apoyito económico.

En Chiapas, durante su mandato no existió la más mínima división de poderes y había una actitud abyecta, sometida, incapaz de levantar siquiera la mirada del piso, de un sector económico, que se ha beneficiado, siempre, de los gobiernos municipal, estatal o federal. Pero al no recibir el pago prometido alzó la voz.

En Chiapas hay una impaciencia por causa de la extrema pobreza que golpea a diario a miles de indígenas y la creciente ola de violencia, acrecentada con la presencia de migrantes que a toda costa quieren llegar a Estados Unidos.

Todavía siguen deudas impagas en Chiapas. Suman cientos de proveedores que esperan que la “luz” se haga y que en la actual administración se paguen los compromisos contraídos por el Estado.

Aquí hace falta voltear la mirada y “retornar”, desde el Ejecutivo Federal, a la antigua forma de gobernar, de cara al pueblo, en un marco de diálogo permanente, comunicación y concertación política a fin de garantizar la gobernabilidad de Chiapas.

Urge que el gobierno Federal sea coherente, que atienda las necesidades sociales y que rescate la credibilidad política de la sociedad. Un desembalse social que ya empieza a manifestarse en la zona de los altos podría generar conflictos incontrolables a mediano plazo.

Chiapas no ha sido desarrollado económicamente y se requiere retomar todo, volver a la raíz, con un gobierno que tenga un acercamiento con la sociedad civil.

En este tema sólo AMLO tiene la palabra.