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Debilidad empresarial y educativa

Los mexicanos se conforman con encontrar una ocupación en los rangos de menor ingreso, ganando cuando mucho 3 salarios mínimos

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Escrito en OPINIÓN el

El problema de México no es la falta de oportunidades laborales, en realidad es la precariedad de las que existen. Durante la última década los mexicanos han visto mermar tanto la calidad de su empleo y como de las oportunidades de negocio que existen en el país. Las cifras son contundentes.

De acuerdo a la información del INEGI, durante el primer trimestre del 2017 la tasa de desocupación se ubicó en 3.4%, la más baja en los últimos 12 años para dicho periodo de tiempo. ¿Una buena noticia? la revisión al interior de las condiciones del mercado laboral muestra que se debe tener cuidado con dicha percepción.

Las cifras del INEGI y de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social son claras. De una población de 53.7 millones de personas denominadas como económicamente activas, es decir que buscan una ocupación y tienen la edad legal para hacerlo, 1.8 millones se encuentran desocupadas, el 3.4% del total, una proporción inferior a la que se observa en otras naciones.

El primer problema que se debe citar es que el 48% de las personas desocupadas tienen algún grado de estudios a nivel medio superior o superior: a pesar de ser una minoría, los mexicanos que tienen mayores cualificaciones escolares enfrentan fuertes dificultades para encontrar una ocupación. Además, el desequilibrio va en aumento, en el primer trimestre del 2001 la proporción era de solo 19%, hoy es casi la mitad.

Lo anterior es delicado, pero no es lo único que debe tomarse en consideración: las oportunidades de alcanzar una remuneración digna van desapareciendo. En el primer trimestre del 2005 cerca de 11.5 millones de mexicanos tenían ingresos superiores a 3 salarios mínimos, para el 2017 la cantidad disminuyó a 9.3 millones. La mayor afectación se dio en la parte de quienes ganan una cantidad superior a 5 salarios mínimos, ahí la reducción fue de 1.5 millones.

Entre el 2005 y el 2017 más de 10.4 millones de personas se incorporaron a la población económicamente activa, pero no se creó ocupación que pague más de 3 salarios mínimos, por el contrario, como se ha citado, hubo una fuerte reducción.

El resultado es claro, los mexicanos debieron conformarse con encontrar una ocupación en los rangos de menor ingreso, ganando cuando mucho 3 salarios mínimos.

Las oportunidades de vivir decorosamente con los ingresos derivados de una ocupación laboral disminuyen para una población que va en aumento y en donde la educación va dejando de ser un factor de superación social.

¿En qué rangos se generó más ocupación? Básicamente en donde los ingresos son menores. Entre el 2005 y el 2017 hubo un incremento de 1.4 millones de mexicanos que, en el mejor de los casos ganan un salario mínimo. También existió un aumento de quienes ganan entre 1 y 2 salarios mínimos, 4.3 millones más. Finalmente se elevó el número de personas que ganan entre 2 y 3 salarios mínimos, 3.3 millones adicionales.

Con una tasa de desocupación relativamente baja, 3.4%, queda claro que el desequilibrio más significativo se encuentra en la mala calidad de los salarios, y en que la mayor parte de las oportunidades se genera en la informalidad.

En el primer trimestre del año 57.2% de las personas ocupadas tienen un vínculo con la informalidad, esto representa a 29.7 millones, casi 11 millones más que todos los trabajadores registrados en el IMSS.

La informalidad sintetiza el grado de precarización de la ocupación laboral en el país, de este México Informal. Representa la falta de seguridad social, de un contrato por escrito, de prestaciones sociales, de acceso a un sistema de pensiones y de tributación fiscal. En resumen, la informalidad agrupa a ese México que vive en las sombras, que no espera mucho de las instituciones porque en el extremo le estorban en su actividad diaria.

Mala ocupación tiene una relación con la mala educación. Durante los últimos años México no ha logrado elevar su posición en las pruebas internacionales, normalmente se ocupa el último lugar en matemáticas, ciencias y aún en lo más básico que es la comprensión de la lectura. ¿Cómo se puede a nivel internacional en la parte productiva cuando la educación no genera los fundamentos de aprendizaje científico y tecnológico?

En lo que va del siglo XXI, México ha patentado menos del 4% de lo que la empresa japonesa líder a nivel global ha realizado: todo un país no puede competir con lo que hace una compañía privada.

Sin lugar a dudas que ello es resultado tanto de la actividad precaria del empleo, la informalidad no requiere de alta innovación tecnológica, como lo requieren actividades económicas de bajo valor agregado. Por tanto, no necesitan de personas altamente calificadas y preparadas.

En consecuencia, no hay una presión sobre el sector educativo para que eleve sus estándares de calidad y se vincule a las necesidades del sector privado o a las de la innovación científica y tecnológica. Ejemplos honrosos se encuentran en algunas facultades de ciencias e ingeniería pertenecientes a universidades públicas o privadas. Lamentablemente son una excepción que no puede solventar las necesidades de una nación de 120 millones de personas.

Además, existe la limitante empresarial, hacer negocios en México es altamente riesgoso y más pare empresas que desean competir en innovación.

Durante el primer año de actividad desaparecen 33 de cada 100 negocios. Para el quinto año de operación solo sobreviven 35 de cada 100 negocios, siendo el comercio el de menor éxito, desaparecen 67 de cada 100.

En el décimo año la situación es extrema, solo permanecen 25 negocios de los 100 que iniciaron actividades, siendo las manufacturas en donde se tiene un éxito relativo mayor con 30 sobrevivientes.

Después de 25 años solo permanecen 11 de cada 100 negocios. La mayor parte en las manufacturas, el sector que tiene el mayor valor agregado.

México vive el circulo vicioso, uno parecido a los que Dante describió. En este caso es el pago al pecado de haber descuidado la educación, la actividad empresarial y la salud del mercado laboral. El resultado es una país que mantiene un crecimiento inercial de 2.5%, con altos niveles de pobreza y en donde existen algunas regiones que luchan por incrustarse a la globalidad y modernidad sin que por ello representen a la realidad nacional.

@jldg71