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De racismo, clasismo y misoginia

O lo que se viene en las campañas presidenciales 2018

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Escrito en OPINIÓN el

México nos ha demostrado ser solidario, empático y respetuoso ante las desventuras del compatriota de al lado. Y hasta dicen que todos ya somos iguales en todos sentidos desde hace tiempo, que ya para qué se lucha por la igualdad, si esas desigualdades ni existen. Actualmente, además, existen infinidad de días internacionales de conmemoración, destinados a concientizar, sensibilizar y poner atención a determinados problemas sociales.

Este mes, por ejemplo, ya tuvimos el Día Internacional de la Niña, así como el de las Mujeres Rurales, en el que la ONU se encarga de informar y sensibilizar a la población acerca de las estructuras y normas sociales que impiden o limitan la participación política de las mujeres rurales dentro de sus comunidades. En noviembre viene el Día de la Tolerancia y el de la No Violencia Contra las Mujeres. Sociedades avanzadas, somos. Bueno, siempre y cuando no se hable de mujeres, ni de indígenas, ahí siempre hay excepciones, porque no es lo mismo juntos, que revueltos. Espero un día ya no tener que aclarar que no me refiero a cada uno de los mexicanos que habitamos este país y que mientras siga existiendo este tipo de violencia y discriminación, es necesario denunciarlo.

A la candidata independiente a la Presidencia de la República en 2018, María de Jesús Patricio Martínez, también conocida como “Marichuy”, esta tolerancia y respeto que tanto vociferamos no le ha llegado del todo. Desde que fue nombrada como vocera del Congreso Nacional Indígena (CNI) en mayo pasado, se convirtió en un personaje recurrente en las redes sociales digitales más populares y no precisamente porque se hable de sus conocimientos en herbolaria tradicional mexicana, de su trayectoria en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) o de las ideas políticas que abandera y que serán parte de su participación como contendiente a la presidencia, no. Adivinen cuáles son los temas que la convirtieron en trending topic: racismo, clasismo y misoginia.

Aunque la fundadora de la Casa de los Antepasados, en Tuxpan, ha declarado que su campaña: se va a enfocar en denunciar desigualdades sociales; no recibirá un peso del dinero público que el Instituto Nacional Electoral (INE) da a sus candidatos independientes; busca desmantelar el sistema capitalista a través de una propuesta colectiva; busca brindar apoyo a los pueblos originarios; y demanda la visibilización de las mujeres indígenas mexicanas.

En los medios digitales no dejan de referirse a ella atribuyéndole el lugar de limpiadora de la casa y cocinera, resaltando sus rasgos físicos indígenas y su vestimenta.

Los mismos medios de comunicación, cubrían la nota de su candidatura sin dejar de mencionar cómo iba vestida, cuestión muy común cuando se habla de candidatas y mujeres de la política, más si alguna de ellas proviene de algún pueblo originario y utiliza una vestimenta tradicional. ¿Alguna vez escucharon/leyeron una noticia que dijera qué color, marca y estilo de vestimenta llevaban los candidatos, diputados o cualquier otro personaje político?

Estamos viviendo en México una posibilidad histórica para la Presidencia de la República: una mujer que encarna la representación de los pueblos originarios y la clase trabajadora ¿y lo que sale a flote son bromas sobre su origen, vestimenta y de paso la mandan a hacer pozole? Por cierto, las labores del hogar y la cocina (más si hablamos de pozole) son más que dignas, lo que sucede es que, como muchas otras actividades atribuidas socialmente a las mujeres, no son reconocidas ni tienen una justa remuneración y, por tanto, son minimizadas y desvalorizadas.

No deja de ser un gran avance que Patricio Martínez sea parte de este procedimiento y que, incluso con las trabas del banco, haya podido realizar exitosamente su registro ante el INE, sin embargo, los mensajes machistas y discriminatorios en las redes sociales en esta parte tan inicial del proceso de campaña, son apenas una muestra de lo que sucederá durante toda la contienda. Lo que muestran estos mensajes, hashtags y respuestas, es que, para muchas personas, la sola idea de que una mujer indígena pueda llegar o acercarse al menos a la presidencia les resulta molesta, inconcebible.

La candidata a la presidencia sabe del reto que enfrenta y menciona en sus declaraciones que es necesario luchar contra el machismo, el capitalismo, el patriarcado y el clasismo, males que, usando el lenguaje de la medicina herbolaria que domina, son las enfermedades de México, proponiendo para su curación la organización colectiva, la escucha al otro y el cuidado de los recursos naturales. Sí, en un país misógino, clasista, racista y colonial, estas palabras tienen mucha menor resonancia que la posibilidad de la burla, la humillación, los likes y retuits por diversión, porque sólo son bromas.

Estos males culturales atraviesan nuestra nuestras ideas, pensamientos y, por tanto, nuestras acciones en la vida cotidiana. Es necesario cuestionar nuestros privilegios de género, raza y clase y, si es posible, renunciar a unos cuantos de ellos para no volvernos cómplices de ese sistema al que tanto criticamos. Hay prácticas tan culturalmente encarnadas y normalizadas que nos resultan imperceptibles en nuestro actuar diario, para ello se precisa la reflexión y la autocrítica, así como el valor de asumir cuando nos estamos acomodando, sin querer (o tal vez queriendo) en el papel del opresor.

Tanto a nivel político, como social, esta candidatura representa un reto para México. Tal vez aprendamos a llamar a las candidatas por su nombre en lugar de referirnos a ellas como “la esposa de” (caso Margarita Zavala), y, tal vez, ciertos candidatos dejen simplemente de ignorar su presencia como si no fueran dignas de ser vistas como competencia. Que las mujeres dejen de ser noticia por cómo lucen o con quién se casan y que el oportunismo político no las haga sus protagonistas por conveniencia.

Los chistes pueden ser inteligentes, creativos y divertidos ¿por qué siempre hacerlo a costa de las condiciones desfavorables o de condiciones sociales a través de las cuáles que se asigna menos valor a una persona? Si estamos frente a una coyuntura y se vislumbra una mínima posibilidad de cambio ¿por qué no simplemente escuchar propuestas, respetar, reflexionar, ser críticos e ir pensando en opciones distintas a las que ya conocemos?

No buscamos discursos bonitos, pero minimamente, la idea es no perpetuar los discursos de odio y desvalorización del otro. Politizar el pensamiento, la palabra, las acciones, las risas y las elecciones, con dignidad, respeto, conciencia del otro y ética.

@AleCaligari @OpinionLSR | @lasillarota