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De las imágenes a las políticas públicas

Las imágenes de las acciones femeninas del 8 y 9 de marzo empoderan y motivan, pero no bastan. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Las imágenes del domingo 8 de marzo representan uno de los momentos más emotivos en la historia de Ciudad de México. Todas las mujeres unidas por un objetivo: Vivir sin miedo. La coincidencia del florecimiento de las jacarandas y el color morado de las manifestantes dejará en nuestras memorias una amplia reivindicación. Monumentos con pañoletas verdes. Fuentes teñidas de rojo. Y la foto del dron de Arau en la Alameda, el violeta en los árboles, en las mujeres, en el corazón de esta ciudad.

Detrás de la esperanza, sin embargo hay dolor por la violencia contra las mujeres, existe el recuerdo de todos los nombres de las que se han ido en las condiciones más crueles e indignas para ellas mismas, para sus madres, para sus hijos y para todas sus familias. México ha vivido la peor de las pesadillas, y no hemos sido capaces de, al menos revertir las estadísticas. Cualquier nombre femenino del santoral se combina con la palabra hallada y nos devuelve en Google una tragedia.

Más protestas, más clamor por frenar la violencia estructural, por revertir el machismo y construir una sociedad igualitaria, y más estadísticas terroríficas, más mensajes erráticos de los gobiernos. ¿Estamos seguros de que revertiremos la cantidad y la crueldad? Soy pesimista.

No me corresponde inventar y explicar la solución mágica, pero percibo que aún no estamos cerca de ella, que la política pública debe profundizar en todas las aristas y no sólo en la de impartición de justicia, así sea la que más ha fallado. En el Ministerio Público hacen lo posible por no abrir carpetas de investigación, cuando las abren las integran mal, cuando pasan a manos del Poder Judicial, los feminicidas encuentran la empatía que sus víctimas jamás hallaron en ellos.

Al final de cuentas la demanda unánime por justicia, por un cambio, por la pacificación del país y por el alto a la violencia de género, se topa con pared porque por un lado las instituciones no están a la altura, y por otro, la violencia está enquistada en todos los rincones.

Cuando en este país las instituciones electorales estaban controladas por la Secretaría de Gobernación, fue quedando claro que la transformación pasaba por un nuevo padrón electoral y por un instituto ciudadanizado. Alcanzado este hito, el país logró la alternancia. ¿Cuál es el hito o los hitos que reducirán la violencia estructural? No los tengo muy claros, pero en todo caso, uno de ellos es la “fiscalía que sirva”. La transformación de la Procuraduría en la Fiscalía General de Justicia no transitó por ese proceso. Todo lo contrario, el nombramiento de Ernestina Godoy no pudo siquiera guardar las formas cuando pasó por el Congreso de la Ciudad de México, fue vertical en la práctica. Al hacerlo así, la Fiscalía recibió de la Procuraduría General de Justicia carpetas y vicios. La Fiscalía formada desde una costilla de Adán.

Me pregunto qué estamos haciendo en las escuelas, en el sistema de salud, en el desarrollo económico. Todos los días nos enteramos de algún maestro que culpa a las niñas, de otro señalado por acoso, de chicos dispuestos a sedar a sus compañeras para penetrarlas no como acto de placer sino de poder. Vivimos en una sociedad ávida de poder que sacia su sed con la violencia de género. Entonces ya no sólo es un Ministerio Público inútil, una Fiscalía politizada y unos jueces y magistrados afines al machismo, yo mismo no sé hasta dónde soy corresponsable y hasta donde soy el progresista que pretendo ser.

En mis chats de este domingo llegaron mensajes cursis de felicitación a las mujeres en su día... enviados por mujeres. Simplemente callé, pero los días previos también llegaron mensajes de hombres ironizando sobre el día sin mujeres. Los elementos culturales están demasiado arraigados. Pareciera que la activación social a favor de las mujeres será el mecanismo para cambiar la ruta, pero cuando vemos que el diálogo social sobre el feminismo se llena de nuevos tabúes y abre la puerta para la autocomplacencia sin resultados.

¿Tenemos que esperar lustros a transformar las violencias estructurales de nuestra sociedad para que disminuyan los feminicidios y las agresiones a mujeres? Ellas no aguantan más, nos lo demostraron en estos días recientes, por lo que no es sencilla la actual encrucijada. Las estadísticas seguirán la tendencia ascendente si no tenemos acciones completamente distintas y estratégicas, y por ello creo que las imágenes de las acciones femeninas del 8 y 9 de marzo empoderan y motivan, pero no bastan. Urgen políticas públicas que derrumben el patriarcado, desde sus propias causas, y que lo hagan horizontalmente, en todas las agendas públicas no sólo en la de impartición de justicia.