Main logo

De la militarización al militarismo ¿ciclo incontenible o manipulación de datos

Para poder criticar el trabajo de las Fuerzas Armadas es necesario conocer y vivir las inclemencias de la labor del militar mexicano. | César Gutiérrez

Por
Escrito en OPINIÓN el

En días anteriores varios conocidos y usuarios de las redes sociales me preguntaban por una columna con el título “De la militarización al militarismo, ¿ciclo incontenible?”, por lo que me tomé la libertad de leerla y hacer un análisis sobre lo que ahí manifiestan. No concuerdo en muchos de sus puntos de vista, de esta lectura llegué a la siguiente columna.

Las críticas hacia las Fuerzas Armadas no cesan, siguen surgiendo múltiples hipótesis de militarismo y militarización, argumentando que se han rebasado los límites impuestos por la Constitución, las Leyes Secundarias y obligaciones internacionales. Estas hipótesis no son más que falacias y falsas afirmaciones; debido a que la instrucción de este gobierno es precisamente no continuar con la violencia generada por los gobiernos anteriores, y que las autoridades federales mantengan un absoluto respeto a los Derechos Humanos. De igual manera se ha ido regularizando en forma gradual el marco jurídico de las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional, la cual se ha ido consolidando por etapas. 

Cabe señalar que a lo largo de su historia, México ha sufrido luchas tanto internas como externas; por consiguiente, la hipótesis de estos “expertos” no tiene cabida. Desde la Independencia, la Reforma, las intervenciones extranjeras y la Revolución, el personal militar siempre ha sido partícipe del escenario nacional hasta hoy, con sus peculiaridades.

En estos tiempos de pandemia México vive un descontrol, provocado por el incremento de problemáticas en cada uno de los aspectos políticos, económicos, sociales, coyunturales y antropogénicos. Por tal situación, se requiere incuestionablemente de Orden y Disciplina, -idea que no todos comparten- para que pueda funcionar el aparato del Estado.

Los militares no se mandan solos, por eso existe la figura del Comandante Supremo (Poder Ejecutivo), por eso existe un Poder Legislativo (Congreso General) y un Poder Judicial (Consejo de la Judicatura Federal), quienes acorde a sus facultades y atribuciones, establecen las políticas, bases y lineamientos que requiere el control de nuestro país. Quizás a muchos no les guste, pero hoy se requiere que los funcionarios públicos dejen a un lado sus intereses particulares y antepongan el interés público y social del México que los eligió. Y quien NO esté a la altura de la Transformación, debe tomar sus maletas y retirarse.      

Estos supuestos expertos tratan de tergiversar y manipular a las masas con “investigaciones” y “análisis” fundamentados únicamente en supuestos y tendencias. Sin embargo, en la práctica sus planteamientos carecen de validez por falta de objetividad. Para poder criticar el trabajo de las Fuerzas Armadas es necesario conocer y vivir las inclemencias de la labor del militar mexicano, así como las diferentes problemáticas a las que se enfrenta a diario, ante la mutación de los delitos y forma de actuar de la delincuencia organizada. Señalar que un próximo destino es un estado de militarización y militarismo, no tiene fundamento. No se puede criticar sin tener conocimiento real y práctico de las dos caras de la moneda. 

Sorprende que los que sostienen que estamos ante un estado de militarización y militarismo presumen de haber hecho profundos análisis en sus investigaciones, pero solo demuestran una total ignorancia. Sus opiniones tienen una fuerte crítica, pero NO son capaces de brindar o aportar SOLUCIONES que puedan mejorar la Seguridad Pública. Su planteamiento carece de los pasos básicos: 1. Especificar la hipótesis, 2. Elegir un nivel de significancia, 3. Determinar la potencia y el tamaño de la muestra para la prueba, 4. Recolectar los datos, 5. Comparar el valor de la prueba con el nivel de significancia y 6. Decidir si rechazar o no rechazar la hipótesis nula. 

Utilizan únicamente supuestos y tendencias, pero no indican el “cómo” se podría resolver de raíz en su planteamiento. Como lo he mencionado en diversas columnas, se requiere de estudios de política criminal, estudios de inteligencia e investigación, capacitación, adiestramiento y profesionalización del personal que integra el sistema de Seguridad Pública de los tres niveles de gobierno. Pero nadie habla del cáncer de la corrupción en los gobiernos locales, del tráfico de influencias y redes de complicidades en los estados y municipios, quienes tienen la ineludible obligación de brindar y proporcionar seguridad pública a nivel municipal y estatal. Nunca será lo mismo ver los toros desde la barrera. Criticar al personal militar sin fundamento es una falta de respeto hacia quienes dan su vida por la nación. Y es que a muchos les faltan pantalones para hacer este trabajo por vocación. 

De este modo, podemos diferenciar sus tendencias de la siguiente manera: 

1. Primera tendencia “militarización directa”. Los pseudoexpertos expresan que existe este tipo de militarización porque en el sexenio de Calderón se realizó un despliegue de militares en tareas internas. Pero se olvidan que antes de realizar esta acción, las entidades federativas solicitan a la Federación el “apoyo” y el presidente autoriza en su calidad de Comandante Supremo, la participación de las Fuerzas Armadas en coadyuvancia de las tareas de Seguridad Pública, debido a que fueron rebasados en número de personal, material, equipo, armamento y logística. 

Por lo que, de forma paralela, mediante la organización del Teatro de Operaciones (regiones y zonas militares) se aumentó el número de efectivos para el despliegue de militares. Asimismo, la problemática de cada entidad federativa impone el orden de batalla, el tiempo de duración, las áreas geográficas y la actuación conforme a derecho.  

2. Segunda tendencia “militarización indirecta”. Todas las instituciones de la administración pública requieren de organización, en especial las instituciones policiacas, debido a que no se enfrentan a un solo tipo de delincuencia organizada conformada por bandas locales, sino también se enfrentan a grupos de alta peligrosidad y complejidad criminal. Por lo tanto, se requiere de una mayor capacitación y adiestramiento. Esa es la razón por la que omiten hablar, creando desinformación que mezcla el mal uso del armamento y la corrupción de políticos como en Iguala, Guerrero, que desembocó en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.     

3. Tercera tendencia “cambios estructurales”. Si bien es cierto que una de las misiones del Ejército es la seguridad exterior, la falta de conocimiento provoca desinformación, por lo que me permitiré ilustrar a los citados pseudoexpertos conforme lo establece la Ley orgánica del Ejército y FAM Mexicanos, que a la letra dice: 

ARTÍCULO 1/o. El Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, son instituciones armadas permanentes que tienen las misiones generales siguientes: I. Defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación; II. Garantizar la seguridad interior; III. Auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas; IV. Realizar acciones cívicas y obras sociales que tiendan al progreso del país; y V. En caso de desastre prestar ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas y sus bienes y la reconstrucción de las zonas afectadas.

ARTÍCULO 2/o. Las misiones enunciadas, podrán realizarlas el Ejército y la Fuerza Aérea, por si o en forma conjunta con la Armada o con otras Dependencias de los Gobiernos Federal, Estatales o Municipales, todo, conforme lo ordene o lo apruebe el Presidente de la República, en ejercicio de sus facultades constitucionales.

Por consiguiente, la afirmación de los pseudoexpertos es totalmente falsa, ya que la participación de las Fuerzas Armadas en la Seguridad Interior es parte de sus funciones y misiones generales, así de simple.

4. Cuarta tendencia “el poder estructural”. Cuando hablan de un poder estructural lo confunden con supuestos actos de influencia política orientada a Reformas Legales. Cabe mencionar que durante otros sexenios, al personal de las Fuerzas Armadas se les instruía a participar en estas labores sin un marco jurídico que brindara una certeza jurídica, por ello se crean tres leyes: la Ley de la Guardia Nacional, la Ley Nacional sobre el Uso de la Fuerza y la Ley Nacional del Registro de Detenciones, y además, una reforma a la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Mediante estas acciones se ha logrado consolidar gradualmente la integración de la Guardia Nacional y evitar que se desvíe personal para otras funciones que no son acordes para su misión, como sucedió con la extinta Policía Federal.    

5. Quinta tendencia “la llegada de un gobierno militarista”. Las definiciones de militarismo y militarización no encajan con las ideas que proponen los pseudoexpertos. Todo el mundo se queja de los militares, pero nadie quiere hacer su trabajo. Nadie habla de aquellos funcionarios civiles que han endeudado a los estados, a los municipios, que han hecho mal uso de los presupuestos del erario público, de la comisión por omisión de todos aquellos políticos, legisladores, jueces, magistrados que establecen tráfico de influencias y redes de complicidades. Debido a toda esta situación el personal militar ha demostrado con su trabajo dar cumplimiento a las órdenes del Ejecutivo; esta es la principal razón por la que se han dado a notar, y por la que los opositores no quieren reconocerlos. Sin embargo, estos funcionarios, cuando estuvieron en el poder, solo utilizaron al personal militar para sus fines. Hoy en día, esos militares  (233 elementos militares) están compurgando condenas por cumplir órdenes contrarias que en su momento fueron validadas por el presidente en turno. 

Por último, queda claro que el abandono en el que han estado los cuerpos policiacos en las últimas décadas nos ha traído como consecuencia el no tener la capacidad de poder conformar un grupo policiaco 100% civil en este momento, situación que obliga a utilizar las capacidades del personal de la policía militar para conformar a la Guardia Nacional, en lo que se gradúan las diferentes generaciones de elementos civiles como guardias nacionales. Ante el crecimiento de los grupos criminales en los últimos 25 años, y su alta capacidad de fuego, tácticas y de empoderamiento en el control territorial y político, la seguridad pública afecta de forma directa e indirecta a la seguridad interior del país al no dejar que las instituciones del estado puedan realizar sus funciones fundamentales, como brindar seguridad a sus gobernados. Es por eso que se autorizó por primera vez de forma legal (aunque exista una controversia constitucional que resolverá la SCJN) el uso de la fuerza permanente del Ejército, Fuerza Aérea y Marina Armada de México, para que de forma permanente sean coadyuvantes de la seguridad pública por un periodo máximo de 5 años, en lo que se logra conformar a la Guardia Nacional como la institución policiaca del país. Por más que los pseudoexpertos opinen lo contrario, en este momento si sacamos a los elementos militares de las actividades de seguridad pública y los regresamos a los cuarteles, estaríamos entregando el país a los diferentes grupos del crimen organizado.

Los políticos, durante décadas, y de forma consciente, fueron destruyendo a las instituciones policiacas y a los elementos que las conforman, creando incluso leyes violatorias a los derechos humanos con la intención de poder influir siempre en las decisiones de quienes se encargan de la investigación y persecución de los delitos; sobre todo a los que buscan prevenir los delitos, acabando con las instituciones policiacas y la proximidad social. Ahora creen que son cambiarle el nombre a esas instituciones y llamarlas secretarías de seguridad y protección ciudadana a las secretarías de seguridad pública, el problema estará solucionado, esto es completamente absurdo.

Lo mismo ha sucedido con las procuradurías. Ahora con el nombre de fiscalías se quiere hacer creer que todo es distinto, cuando la realidad es que el problema viene de raíz y tiene que ver con que la corrupción y la impunidad sigue siendo el mal de todos nuestros problemas. Sumado a esto, los supuestos especialistas en seguridad pública y seguridad nacional solo critican sin dar propuestas reales a lo que sucede en el país. 

Yo les propongo que la próxima semana lleve a mis soldados (mis hermanos, padres, amigos y gremio donde me crié y vivo) de vuelta a los cuarteles, y veamos qué es lo que harán sin ellos. Criticar, inventar y tergiversar datos es muy fácil, pero a la hora de la verdad todos siempre terminan pidiendo que regresen los efectivos, los que cuidan y protegen. Nos guste o no, en este momento, los únicos que pueden hacer eso son los elementos militares.