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Cuarta Transformación, ¿determinismo histórico?

Estamos ante la necesidad de una transformación. Pudiera ser o no la cuarta en el conteo del Presidente Electo, pero de que es requerida, lo es. | Luis Farías Mackey

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Escrito en OPINIÓN el

Se habla de la Cuarta Transformación, sin que su indefinición remita. López Obrador la compara con la Independencia, la Reforma y la Revolución, juntas; pero ponderar no es definir: “Fijar con claridad, exactitud y precisión el significado de una palabra o la naturaleza de una persona o cosa”.

Lo que se trasluce del discurso es un claro proyecto político de naturaleza electoral, clientelar, de control y, probablemente, autoritario. En palabras del loquito Noroña, un gobierno para los próximos cincuenta años.

No hay en el vasto haber comunicacional del Presidente Electo un solo planteamiento que vislumbre un proyecto integral de gobierno, un trazo de políticas públicas que se comuniquen entre sí y ya no se diga un esbozo de transformación de gran calado. Dónde resida, cómo se transporte, quién lo cuide; consultar sobre aeropuertos, anunciar trenes, nombramientos, recortes y normas morales ocupa el espacio mediático, pero no define rumbo ni contenido.

Aun así, no podemos más que admitir que estamos ante la necesidad de una transformación. Pudiera ser o no la cuarta en el conteo del Presidente Electo, pero de que es requerida lo es.

Necesidad de una transformación

Las elecciones del 2018 marcan el fin de un ciclo político que dio de sí; el diseño y pactos políticos de la primera mitad del siglo pasado sobrevivió en estado vegetal por más años de lo necesario. Su prolongada vida artificial dañó el tejido institucional y, marcadamente, la cohesión social y política. Ese sistema político es el que “se derrumbó”, utilizando el vocablo de la Maestra Gordillo, quien sin aprender nada en el aula carcelaria, cual zombi y de la mano de Napito, pretende prevalecer en este otro México.

El hecho, sin embargo, es que carecemos de pacto político, de proyecto de nación, de reglas mínimas de consenso. Nos entregamos tan por completo al juego por obtener el poder, que olvidamos su finalidad y eficacia. Tenemos un poder democráticamente constituido, pero no puerto de destino y sí tormentas en perspectiva.

Morena cuenta con mayorías en el Congreso, incluso para operar reformas constitucionales, pero sus números engañan, la realidad social y política mexicana sigue siendo de suyo diversa y, hoy más que nunca, confrontada.

Para colmo, carecemos de referentes que aglutinen políticamente la pluralidad, porque el sistema de partidos terminó por derruirse desde dentro; aun así, la diversidad que cruza a la sociedad mexicana está hoy más viva que nunca. Sería un error pretender construir sobre el espejismo electoral monocromático un México sin consensos.

Se equivoca quien cree que la Constitución es solo un trámite legislativo, o simple imposición mayoritaria. Las constituciones son políticas porque se construyen en pluralidad y se fincan en libertades. Pregunten si no a Peña Nieto y sus tres tristes tigres del Pacto por México.

Nación y acción efectiva

México está urgido de definiciones y eso es lo único que no se nos ofrece construir. Requerimos un proyecto incluyente que concite Nación y acción efectiva. En el 2000 la alternancia se pudrió por la ausencia de metas: tras sacar al PRI de Los Pinos se quedó sin agenda. Hoy los agravantes al vacío de contenidos son las expectativas desbordadas, la añoranza del México del siglo XX, la crisis institucional, política, económica y de seguridad, y un entorno geopolítico de alta volatilidad.

El control político garantiza poder, más no necesariamente legitimidad, bienestar ni justicia. Menos transformación virtuosa.

Requerimos de Re-Pública, nos sobran particularismos y electorerismos.

Mal empezaríamos si esperamos las grandes definiciones cual maná y del gobierno cual cielo.

Lo que le falta a la Cuarta Transformación de contenido y proyecto, es igual a lo que en ella se echa de menos de Ágora, de ciudadanía, de participación.

Urge vislumbrar una nueva Re-Pública que concite desde su diseño voluntades ciudadanas y acciones libres y efectivas.

Las Re-públicas se construyen en pluralidad y en público. Las transformaciones por igual.

El riesgo de no discutir el significado de la Cuarta Transformación es que se nos venda como determinismo histórico, bajo la convicción de que la libertad del hombre debe ser sacrificada para no obstaculizarlo. Una transformación así no sería de y por la libertad de los hombres en igualdad de derechos, sino a sus espaldas y por un proceso que le es ajeno y oculto, y les puede llegar a ser lesivo si osan interponerse a su fluir.

Cuidémonos de que se nos diga que la Cuarta Transformación corresponde por propio derecho a este tiempo o a este gobierno, porque de aceptarlo estaríamos sustituyendo la política por la historia, donde la acción política se transforma en devenir histórico inapelable. Los estados totalitarios “han descubierto los medios políticos para sumergir al hombre en la corriente de la historia, de modo que quedara atrapado tan exclusivamente por la ‘libertad’ de ésta que ya no pudiera frenar su ‘libre’ fluir sino, al contrario, convertirse en él mismo”. (Arendt)

Lo que los hechos hoy imponen es la necesidad de transformarnos; no el contenido y menos el sentido de la transformación. Estos deben depender solo de nosotros en pluralidad y libertad.

Pluralidad llamada México

@LUISFARIASM  | @OpinionLSR | @lasillarota