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Cuando se trabaja por la igualdad

El respeto entre los actores sociales debe permanecer. | María Guadalupe Serna

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Escrito en OPINIÓN el

A lo largo de los últimos meses se ha puesto en evidencia que México es un país marcado por las diferencias y confrontaciones sistemáticas prácticamente por cualquier razón, lo que parece recrudecerse conforme avanzan los días. En este amplio espectro de confrontaciones sistemáticas y desacuerdos, una de las líneas hacia donde se han dirigido estas arengas y descalificaciones ha sido la de las organizaciones sociales o de la sociedad civil como actores que resultan un blanco fácil. De este grupo de elementos negativos que se han utilizado para referirse a estas formas asociativas me ha llamado particularmente la atención que se defina como “independientes” a aquellas que manifiestan y externan desacuerdos y que este adjetivo sea empleado como una forma de descrédito y descalificación.

Abonar a la confrontación es lo más sencillo, especialmente en México; nuestra historia tiene buenas bases para ello, pero esto no significa que deban perpetuarse y reproducirse este tipo de actitudes. Menos que lo lleven a cabo quienes en el futuro serán responsables de sacar a buen puerto este país. Dividir es una acción simple, la más básica del ser humano, como reza el refrán “divide y vencerás”. ¿Pero quién vence a quién y quién gana qué en esto? Para el caso de nuestro país, lo que parece más seguro es que todos perdemos, por consecuencia nadie gana.

Si a estas posturas de confrontación sistemática le sumamos el hecho de que los mexicanos somos muy poco inclinados a trabajar en colaboración, estamos entonces ante un grave problema, mismo que debemos resolver si nos interesa pensar en un futuro para este país. Me enfocaré aquí al tema de las organizaciones sociales. Cuando afirmo que no somos muy dados al trabajo en colaboración me refiero a las enormes dificultades que tenemos para trabajar en conjunto, por algo que no será estrictamente para beneficio propio, sino algo que impactará en la mejora de un sector más amplio de la población.

Expresión de la sociedad

Parte de la evidencia con que contamos para afirmar que tenemos muchas dificultades para el trabajo en conjunto la ubico en dos segmentos. Por una parte somos un país en donde sus habitantes reproducimos sistemáticamente la desigualdad en el trato, en la forma de comunicación, en la forma de hablar con el otro. Esto nos lleva al segundo segmento: somos el país con el menor número de organizaciones sociales u organizaciones no gubernamentales con respecto a la región latinoamericana.

Por qué me parece que son dos elementos concatenados. Porque para que surjan organizaciones del tipo que describo es necesario concebir al otro en igualdad. Es decir que colaboras con el otro que por ahora requiere, por muy diversas razones, ser apoyado para salir adelante. Cabe señalar que partimos entonces del supuesto de que en estas organizaciones participan activamente personas, que también consideran al otro en igualdad. Sin embargo, estas organizaciones son la expresión misma de la sociedad lo que implica que la diversidad que las caracteriza es muy amplia.

Entonces para el caso de México las formas asociativas que se han desarrollado fueron y han sido reflejo fiel de la sociedad. Por siglos prevalecieron asociaciones de corte caritativo asistencial sin ningún interés de apoyar a aquellos que desde luego no eran considerados como iguales. Como producto de la conquista había quedado claro que quienes vivieran en estas tierras y tuvieran la piel obscura debían ser tratados como inferiores, por eso la caridad era para ellos, lo que sobraba, ante la necesidad de ganarse el cielo, haciendo buenas obras de aquellos quienes contaban con recursos económicos.

Las organizaciones sociales

Tardíamente, pues fue hasta mediados del siglo XX, las cosas cambiaron y surgieron formas de asociarse donde la caridad no era el motor y mucho menos lo fue el pensar en el otro en términos de desigualdad. Probablemente sin desconocer que lo que sucedía era el producto de siglos de desigualdad y reiterada diferenciación social. Muy, muy lentamente en México empezaron activamente los teólogos de la liberación a promover acciones orientadas al desarrollo, mediante la creación de organizaciones; lo mismo hicieron otros profesionales laicos preocupados por mejorar las condiciones de precariedad en que vivían amplios grupos de la población.

Avanzar en este proceso no fue nada fácil para estas organizaciones sociales “independientes”, ya que muy pronto el sector gubernamental buscó distintas vertientes para corportivizarlas. La independencia en un régimen corporativo era inaceptable. Así, las organizaciones sociales conocieron años difíciles, donde muchas fueron cooptadas por el corportivismo, en tanto que otras se mantuvieron como “independientes.” El fin de siglo trajo muchos cambios; entre ellos la proliferación de estas organizaciones sociales, que ahora se ubicaban en muy distintos ámbitos de acción para muy diferentes temáticas. Todas ellas, desde sus trincheras, trabajan activamente para avanzar en procesos de igualdad.

Por ello es muy preocupante que estas organizaciones sociales en pleno siglo XXI sean puestas en la palestra de la confrontación y la descalificación, bajo el adjetivo de “independientes”. Si, efectivamente, son orgullosamente “independientes” del régimen corporativo, provienen de la sociedad y a ella se deben, su responsabilidad es con el sector social, no con caerle bien al sector gubernamental, con independencia de su filiación ideológica. Requerimos de procesos de integración, las organizaciones sociales son nuestro mejor enlace y es esto lo que debemos fomentar: la integración, la colaboración la asociación para beneficio de este país y sus habitantes.

María Guadalupe Serna

Es profesora-investigadora en el Instituto de Investigaciones “José María Luis Mora”. Sus líneas de investigación se han centrado en el análisis de organizaciones económicas (micro y pequeñas empresas) y sociales (ONG´s). En este último punto las preocupaciones analíticas se han centrado en explicar la forma en que estas organizaciones operan en distintos marcos de acción, así como los procesos que se siguen para allanar el camino hacia la solidaridad y los procesos de igualdad en el marco de un país profundamente desigual. Recientemente publico el libro: Entre caridad y solidaridad.

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