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Crónica de más muertes anunciadas (2a parte)

Ante la deplorable calidad de la atención médica muchos enfermos de covid-19 prefieren no internarse. | Leonardo Martínez

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Escrito en OPINIÓN el

Hay pronósticos que uno no quisiera confirmar, pero hay veces que la realidad se encarga de hacerlo implacablemente. Decíamos hace 15 días que se estaban alineando las condiciones para que en las próximas semanas y hasta principios de marzo empezara a aumentar el número de muertes relacionadas con el covid 19 y que esto sería particularmente grave en la zona metropolitana del Valle de México. 

Bueno, los datos han empezado a confirmarlo. En la Ciudad de México la situación ha empeorado tanto que acabó por descuadrar la estrategia de monitoreo que el gobierno federal ha implementado para seguir la evolución de la pandemia. El famoso semáforo epidemiológico, tan arbitrario, tan discrecional, tan políticamente maleable e incorrecto finalmente hizo agua y su creador tuvo que salir al quite para tratar de explicar lo inexplicable.

En efecto, después de meses de basar toda la estrategia de comunicación gubernamental en el susodicho semáforo y haberlo defendido a capa y espada frente a muchos gobernadores inconformes, el mismo Gatell salió al proscenio de su carpa vespertina para decir que los colores del semáforo son intrascendentes, que si ahora la Ciudad de México pasa del naranja al rojo es intrascendente porque ya entramos en fase de emergencia. 

El elenco del patético espectáculo fue completado por Sheinbaum, quien a pesar de que siempre se alinea y repite sumisamente lo que le dictan en palacio nacional, en esta ocasión fue víctima de pánico escénico e hizo un nuevo ridículo frente al respetable. Así, a pesar de que sus indicadores le explotaron en la cara, se negó rotundamente a decir que la Ciudad de México entraba de lleno al rojo de Gatell, arguyó que ella no tenía por qué andar escogiendo colores y puso de inmediato a sus asesores de manejo de crisis a buscar en su diccionario de frases volteretas y circunvaleadoras y encontraron una ad hoc: no estamos en rojo, estamos en alerta máxima. Ah, ok.

Y hablando de indicadores marca Sheinbaum recordemos que su indicador estrella es el de la ocupación hospitalaria, el cual como ya he mencionado en otras ocasiones es como fijarse en la ocupación de los botes salvavidas para medir qué tanto se está hundiendo el barco, siendo que muchos pasajeros no se suben a los botes porque saben que lo más probable es que acaben ahogándose.

La ocupación hospitalaria es el indicador que maliciosamente escogió Sheinbaum para manejar públicamente la evolución de la pandemia. Aparentemente le ha funcionado al menos con una parte de los capitalinos para venderles la idea de que ella es una rayita menos irresponsable que Gatell, pero me imagino que en su círculo cercano la preocupación y los nervios han subido varias rayitas extra pues cuentan con información interna que retrata mejor el tamaño del desastre, pero que obviamente no hacen pública.

Sheinbaum se ha servido políticamente de la ocupación hospitalaria, pero éste no es un indicador confiable. A estas alturas todos sabemos que ante la deplorable calidad de la atención médica (sobretodo en los hospitales públicos, pero no tanto por culpa del heroico personal que está en la línea de batalla sino porque la crisis los rebasó por completo gracias a los incompetentes e irresponsables burócratas que manejan el sector federal), muchos enfermos de covid-19 prefieren no internarse para no tener que morir solos en situaciones deprimentes.    

Además, a diferencia de los protocolos aplicados en otros países, aquí se acepta a los enfermos en los hospitales cuando ya muestran síntomas avanzados de covid-19 lo que significa que tardan menos días en morir. La aritmética del indicador se mueve entonces a favor de Sheinbaum: menos pacientes, menos ocupación; más rotación de pacientes fallecidos, menos camas ocupadas, menos ocupación. 

Con todos esos asegunes queda claro que la ocupación hospitalaria depende de números irreales de pacientes contagiados y de números no confiables de camas ocupadas.

Las proyecciones “científicas” de Sheinbaum y sus asesores son típicas de la autodenominada 4T. Según los datos oficiales del reporte epidemiológico covid-19 de la Ciudad de México, en este mes de diciembre habría menos de 1,000 camas ocupadas. En la gráfica que acompaña este texto se ve claramente cómo el pronóstico Sheinbaum (representado por la línea roja) se mueve en dirección opuesta a los datos confirmados, que como ya comentamos son irreales porque no representan la gravedad de la situación.

 

           (Ilustración: Isaac Vallejo / Infobae)

En otras palabras, si la gráfica ya representa una diferencia abismal entre lo que dijo Sheinbaum que iba a pasar y lo que está pasando, pues en la realidad la diferencia es todavía mayor.

Esta ciencia del pueblo, antítesis de la “ciencia neoliberal” que profesa la autodenominada 4T, está quedándole un poco mal a la sociedad pues lejos de evitar que crezcan las muertes por covid-19 ha logrado incrementarlas. 

Lamentablemente se seguirán alineando las condiciones para que las muertes anunciadas sigan creciendo. El frío, la influenza, el incremento estacional de la contaminación atmosférica, el crecimiento de la pobreza causada por la pandemia, el hartazgo y sobretodo los descomunales niveles de ignorancia y de incompetencia gubernamental, son todos factores que sumados y operando conjuntamente nos aseguran un panorama desolador. Ah, la llegada de vacunas es una gran noticia, pero no nos ilusionemos, falta mucho todavía para que sus efectos generen un cambio en la situación actual.