Main logo

Crisis en PRD y PRI

Resulta curioso que sólo con unos días de diferencia, Basave y Beltrones hayan renunciado a las dirigencias de sus partidos políticos.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Un aviso, en el transcurso del sábado 18 de junio, llamaba la atención de la clase política. Renunciaba Agustín Basave a la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD) quien había llegado como un candidato emergente, luego de la crisis a raíz de la salida del exdirigente de ese partido, Carlos Navarrete, y como consecuencia de los conflictos entre las distintas tribus.

 

Es conocida la simpatía que tenía Basave con militantes distinguidos del priísmo nacional, específicamente con el finado Luis Donaldo Colosio, por lo tanto, no sería descabellado descartar que Basave podría haber operado con suma discreción a favor de los candidatos tricolores. Las razones de su dimisión no parecen muy convincentes del todo.

 

Mientras tanto el lunes pasado el dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Manlio Fabio Beltrones, anunció su renuncia al cargo, luego de la derrota electoral de su partido en 7 de 12 elecciones para gobernador el pasado 5 de junio.

 

Beltrones se caracterizó por su talento y capacidad política. Así lo demostraría en los distintos cargos en su haber: gobernador, subsecretario de Estado, senador, diputado federal y presidente del PRI nacional.

 

En la administración del presidente Felipe Calderón, Beltrones fue pieza clave para la gobernabilidad del país, a través de los acuerdos. Su disciplina partidista ante la ola incontenible del fenómeno de Peña Nieto al interior del PRI lo hizo ganar perdiendo, ya que obtuvo la coordinación de los diputados federales del PRI en la LXII Legislatura de la Cámara baja y algunos espacios importantes en la administración pública federal.

 

Quizás el principal descalabro que mantuvo en bajo perfil fue la pertenencia de uno de sus compañeros de legislatura, el exprocurador Jesús Murillo Karam, luego de los acontecimientos de Tlatlaya y Ayotzinapa, que pusieron en crisis al gobierno de la República.

 

Eran conocidas sus diferencias con el primer círculo del Presidente de la República, sobre todo con el grupo de Toluca y de Pachuca, encabezado por Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong, que luego de su salida de la cámara de diputados, se rumoraba la posibilidad de que Aurelio Nuño ocupara la oficina de Insurgentes Norte, con el desgaste político que le podría significar al equipo del presidente de la República.

 

Resulta curioso que sólo con unos días de diferencia, Basave y Beltrones hayan renunciado a las dirigencias de sus partidos políticos. Más curioso, sobre todo, que su paso por la dirigencia del sol azteca fue casi desapercibida, cuyo heredero de los triunfos políticos no es el Partido Acción Nacional (PAN) como consecuencia de los acuerdos electorales de junio pasado, sino un sector en el PRI de los estados que ayudó a ganar la elección presidencial de 2012, que fue desplazado de las decisiones y que podría estar resentido con las formas políticas del primer círculo de gobierno.

 

Beltrones es un hombre maduro políticamente hablando. No renunció por el desempeño de sus legisladores en la cuestionada Ley #3de3, ni por el resultado de su partido en las elecciones. Tampoco por los enfrentamientos entre la Policía Federal y presuntos maestros de la CNTE en Oaxaca. Ni por los escándalos de corrupción e impunidad en Veracruz, Quintana Roo, Tamaulipas, Aguascalientes o por el tema de Humberto Moreira, cuando la PGR y la Embajada de México en Madrid lo rescataron de la justicia española para otorgarle impunidad en México.

 

No. Es muy posible que haya decidido dejar el cargo, al sentirse utilizado, en un juego en política donde él no era parte del equipo y en virtud a que la relación costo – beneficio político le era adverso en este momento. Mientras tanto se retira al autoexamen.

 

Hoy las circunstancias políticas para el primer círculo de decisiones son otras. Crisis en derechos humanos, corrupción, impunidad y un descrédito ante la ciudadanía y ante la opinión pública internacional, que coloca al gobierno del presidente Peña Nieto en una paradoja ante el avance inexorable del tiempo para disputar la siguiente elección para renovar la gubernatura en el Estado de México, como el termómetro político a la antesala de la elección presidencial de 2018.

 

@racevesj 

@OpinionLSR