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#Covid19: necesitamos preguntas

¿Cómo se sigue reproduciendo el dominio de ciertas disciplinas sobre otras en la producción global del conocimiento? | Fernanda Salazar

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Escrito en OPINIÓN el

“La primera tarea del doctor es… política: la lucha contra la enfermedad debe comenzar con la guerra contra los malos gobiernos. El ser humano estará total y definitivamente curado sólo si antes es liberado”. -Michel Foucault

Es natural que, frente a las crisis, los seres humanos exijamos respuestas. Sin embargo, las crisis por definición son periodos en los que carecemos de certezas -incluso imaginarias-, al menos en primera instancia. El riesgo es que los efectos de las respuestas inmediatas terminen siendo peores de lo que hubieran sido con otras visiones, con otros insumos, con otros y otras actoras. Por supuesto, cuando se trata de crisis de salud- más aún si son globales- el tiempo para evaluar es casi inexistente. No es lo mismo planear una cirugía para las que se han pedido distintas opiniones que entrar en un hospital de emergencia. El #covid-19 es una pandemia que no podemos negar. La pregunta es: ¿queremos evitarnos las múltiples preguntas que deberíamos hacernos? ¿confiamos en que habrá tiempo para hacerlas después?  

Las crisis son, entre otras cosas, oportunidades para preguntar, para escuchar diversas voces, para romper con los pensamientos y las prácticas únicas o hegemónicas, para pensar creativamente e imaginar soluciones a problemas desconocidos. No puedo, entonces, evitar preguntarme ¿por qué lo que estamos viendo y escuchando en los medios tradicionales, en las redes sociales, en los discursos políticos, médicos, económicos y sociales está tan alineado a las viejas respuestas, al sistema dominante y tan dedicados a silenciar cualquier cuestionamiento hacia las estrategias globales actuales o las causas de esta crisis?

Dice Foucault que las estructuras materiales e intelectuales que hicieron possible el análisis del cuerpo estuvieron combinadas con intereses politicos. Al entrar en el campo del conocimiento, el cuerpo humano también entró en el campo del poder, haciéndolo un posible objeto de manipulación.

“Lo primero que me viene a la mente son las corporaciones farmacéuticas que, una y otra vez han probado estar dispuestas a cooptar organismos internacionales, universidades y empresas para dominar el campo de la investigación médica y orientar decisiones y recursos públicos de salud e inhibir acciones que perjudiquen sus intereses económicos. 

Aquí algunas de mis cientos de preguntas:

¿Cómo se relaciona esta tendencia de corporaciones farmacéuticas (oligopolios globales) con la crisis de los sistemas de salud a nivel mundial, que a su vez explica buena parte de las reacciones de los gobiernos ante la crisis? ¿Quiénes serán en ese sector los grandes beneficiarios de lo que estamos viviendo hoy? 

¿Por qué si hoy los países tienen esas enormes cantidades de recursos económicos para invertir en “reducir” -de manera inmediata y con pocos controles sobre la operación del dinero- el impacto de esta brutal crisis económica que se comienza a asomar, no se pudieron invertir esas cantidades para fortalecer los sistemas de salud y prevenir y atender las enfermedades que sabemos que hacen más vulnerables a las personas y que afectan particularmente a ciertas poblaciones? ¿Por qué no paramos de escuchar que no hay dinero para los sistemas de pensiones que hoy tendrían a la población más vulnerable frente al virus en mejores condiciones de enfrentar esta situación, pero sí hay dinero para financiar a industrias frente a la crisis?

¿Cuál es el impacto que ha tenido en las últimas décadas el llamado “capitalismo académico” de la famosa “triple hélice” en limitar el acceso a la investigación y construcción de conocimiento y cómo eso limita soluciones de política pública con el interés público en el centro?

¿Cómo considera la OMS, un organismo internacional que crea lineamientos de salud a nivel global, las enormes desigualdades sociales dentro de los países, entre sectores de población y entre países para emitir sus lineamientos? (Esto es fundamental considerando que la OMS sólo eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades en 1990 y sólo hace un par de años avanzó en la despatologización de la transexualidad, lo cual apunta hacia problemas serios de diversidad e interseccionalidad en sus decisiones)

¿Cómo se sigue reproduciendo el dominio de ciertas disciplinas sobre otras en la producción global del conocimiento? En una crisis con impactos de largo plazo en sectores como: salud, economía, sociedad, política, ¿no deberían estar presentes la sociología, la economía, la filosofía, la filosofía legal y política, la ciencia política, la antropología y otras formas de conocimiento con perspectiva de género e interseccionalidad?

¿Por qué se está hablando de la tecnología como si la única salida que ésta nos aporta en momentos de crisis como esta es la vigilancia y la invasión a la privacidad, el avance de tendencias autoritarias con el pretexto de la salud pública, ignorando que estas mismas tecnologías tienen una potencialidad enorme de transformación desde las comunidades respetando los derechos humanos y la privacidad de las personas?

¿Cuál es el rol de los medios de comunicación en la reproducción de todo esto y en la falta de espacios para hablar de esta crisis desde muchos más ángulos relevantes para encontrar salidas creativas, incluyentes, justas y de largo alcance?

¿Vamos a comprometernos con replantear el papel del trabajo de cuidado y el verdadero valor social y económico que tiene? Sólo esta pregunta nos obliga a pensar un nuevo sistema económico y social.

Hoy por hoy, las soluciones a la crisis de las que se habla parecen ser primordialmente acciones individuales, como si en el fondo no hubiera graves problemas estructurales que han llevado a la incapacidad de respuesta y al desamparo de las grandes mayorías de la población que tienen que “arreglárselas” para sobrevivir económicamente y mantenerse a salvo de la crisis de salud, al tiempo que el oportunismo corporativo y especulativo se puede fortalecer en medio de la confusión y los estados de emergencia.

En días recientes, artículos de pensadores contemporáneos hablan sobre la oportunidad que esto significa para transformar la sociedad que, a partir de esta crisis, estará reconcentrando aún más la riqueza, profundizando más las desigualdades y destruyendo la riqueza creada por seres humanos que se verán despojados del fruto de su trabajo de años.

No tengo respuestas, pero con preguntas oportunas (antes de que soluciones oportunistas sean impuestas) podemos estar frente al escenario de luchar por algo nuevo si nos resistimos a aceptar que todo lo que estamos viendo es la única realidad y la única respuesta posible.