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Covid en México: año uno

Sobreviviremos como especie, pero ¿cuál será el daño social, económico y psicológico de esta nueva normalidad? Imposible predecirlo. | Ulises Castellanos

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Escrito en OPINIÓN el

Mañana se cumple un año del primer caso de covid-9 en México, un hombre que regresó de Milán, Italia el 27 de febrero de 2020, trajo de manera inconsciente el virus a nuestro país; al menos así quedó asentado en los registros del programa “Centinela” que en aquel entonces vigilaba la expansión de la pandemia en territorio nacional.

Así las cosas, al cierre de esta columna se contabilizaban según el sitio web de la Universidad Johns Hopkins, más de 112 millones de personas contagiadas en el planeta. Desde entonces se vive una carrera contra el tiempo para evitar la propagación del coronavirus en nuestro país. Sin embargo, al corte de media semana, en México hemos perdido a más de 183,000 mexicanos que han fallecido por complicaciones del virus Sars-Cov-2 que recorre el planeta.

En este contexto, ¿qué hemos aprendido como sociedad? ¿Qué aprendió el gobierno sobre la gestión de la crisis de esta pandemia? Y ¿qué han aprendido los medios para realizar una cobertura más precisa y menos especulativa de lo que sucede en esta crisis sanitaria?. Y en particular, ¿cómo evolucionó la cobertura visual de esta pesadilla en los medios locales?

Permítanme tratar de responder y analizar esta última interrogante. Creo que como a todos, la pandemia y sus terribles consecuencias nos tomó por sorpresa y sin estrategia en todos los frentes. El periodismo mexicano tenía a la fuente “científica” como una absoluta rareza, en varios casos ni siquiera había reporteros especializados. Si acaso, los mejor preparados eran los que cubrían temas de salud, pero eran pocos y no brillaban en sus medios. Hoy son las estrellas y tienen portadas.

En el terreno de la fotografía, se arrancó con timidez y miedo, sin duda, algo humano y natural, sin embargo poco a poco, los colegas de la lente fueron metiéndose más a fondo, y al mes empezamos a ver a los pacientes, los hospitales, los funerales y los crematorios; la ciudad vacía en los meses de abril, mayo y junio; luego las historias, la sana distancia y hacia finales del año, la llegada de las vacunas y su proceso de logística para distribuirlas en el país. La cobertura ha sido buena pero ha tenido su costo, al menos una docena de colegas han perdido la vida por Covid, y la cifra se mueve cada semana.

Mientras que por otro lado, la pandemia, la digitalización y la pérdida de ingresos de los grupos de comunicación, no sólo redujo su circulación, sino que obligó a bajar salarios e inevitablemente forzó a muchas redacciones a despedir a decenas de periodistas. El golpe económico ha sido brutal y aún no se detiene.

Y ¿qué aprendimos? Además de la Sana Distancia, casi nada. Salvo la vida nocturna y la educación, hoy casi todo está de regreso. Cinemex al borde de la quiebra y los restaurantes sobreviviendo con lo mínimo. Sin embargo, en cuanto se abren los Centros Comerciales, la gente regresa en tropel a comprar y comprar. La solidaridad apenas se sostiene con alfileres. La gente está harta. Fiestas clandestinas y fraudes en redes, lo más bajo de esta nueva realidad. Eso sí, los médicos son los nuevos héroes.

El gobierno, pasó de un forzado optimismo, al minuto de silencio en los primeros cien mil muertos. Somos el tercer país con más fallecidos del planeta, sólo por debajo de Brasil y Estados Unidos. Sin duda, falta mucho por hacer y quizá lo mejor resuelto hasta ahora es, a pesar de todo, del tema de las vacunas, que garantizan más de 130 millones de dosis compradas ya, por el Gobierno de México. Sin embargo, el problema es su limitada producción y el acaparamiento de ciertas naciones con más peso político y económico que el nuestro en el mundo, y que tienen más vacunas para su gente, mientras más de 100 países aún no reciben una sola vacuna a poco más de un año de esta tragedia.

Las balas del virus ya pegan en nuestro pies y todos los días nos enteramos de algún conocido que se contagia. Al parecer viviremos entre oleadas de pandemia, sin tregua. Un ciclo entero de educación habrá sido a distancia en su modalidad de on line. Seguro estoy de que sobreviviremos como especie, pero ¿cuál será el daño social, económico y psicológico de esta nueva normalidad? Imposible predecirlo.