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Covid-19 y contaminación hacen estragos

Las personas que hemos estado expuestas a niveles de contaminación atmosférica enfrentamos probabilidades mucho más altas de morir por covid-19. | Leonardo Martínez

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Escrito en OPINIÓN el

A tres meses de haberse iniciado, la pandemia que azota a todo el mundo ha generado una variedad de cosas aparte de desolación y muertes. Por ejemplo, ha exhibido quién es quién entre los gobiernos de los países, estados y ciudades afectadas, y ha generado una cantidad importante de información y datos que son oro molido para el desarrollo de estudios científicos.

En lo que se refiere a la calidad de los gobiernos, si se les mide por la eficiencia y la eficacia con la que empezaron a enfrentar a la pandemia, el consenso internacional está bastante claro. En los extremos se encuentran los ejemplares, como son los casos de Corea del Sur y Nueva Zelanda (sí, otra vez Jacinda Ardem poniendo el mejor ejemplo como gran estadista y con una inteligencia emocional inigualable) y los lamentables, entre los que destacan Brasil, Estados Unidos y México, y que los analistas internacionales identifican claramente con sus líderes populistas, ignorantes, proclives al negacionismo y con muy bajas capacidades analíticas. 

En cuanto a los datos generados por la pandemia y los estudios científicos que ya se empiezan a publicar haciendo uso de los mismos, en esta ocasión empezaré por comentar los resultados publicados esta misma semana por investigadores del departamento de bioestadística de la Harvard T.H. Chan School of Public Health. Los datos muestran una clara correlación, estadísticamente significativa, entre la exposición de largo plazo a partículas PM2.5 y la tasa de mortalidad observada hasta ahora del covid-19. Dicha correlación indica que un pequeño incremento de la exposición a PM2.5 en el largo plazo, está representando un incremento de hasta 20 veces de la tasa de mortalidad del covid-19. 

En otras palabras y transponiendo el argumento al caso de México, las personas que hemos estado expuestas a niveles de contaminación atmosférica como los que hemos tenido durante años en muchas ciudades mexicanas, enfrentamos probabilidades mucho más altas de morir por covid-19 que las personas que no han estado expuestas a esos niveles de polución.

Los mecanismos de transmisión de estos riesgos pasan por las precondiciones o factores de riesgo que ha tenido la mayor parte de las personas que han muerto hasta hoy por el coronavirus: edad mayor a 65 años, hipertensión, diabetes mellitus y padecimientos cardiovasculares y cerebrovasculares. El punto aquí es que, desde hace años, para las comunidades médica y científica internacionales ha quedado plenamente demostrada la correlación existente entre la exposición a PM2.5 y estos padecimientos, es decir, no hay dudas en cuanto a que los niveles de contaminación atmosférica que hemos tenido son un factor que ha contribuido el desarrollo de estos padecimientos.

Estos hallazgos son coincidentes con los que demostraron que las tasas de mortalidad observadas durante la epidemia de SARS en 2003, fueron significativamente mayores para las personas que habían estado expuestas a altos niveles de contaminación atmosférica. 

Me resulta desagradable pero necesario volver a decir lo que ya he dicho en muchas otras ocasiones: que en nuestro país las políticas públicas tanto federales como locales en materia de calidad del aire siguen siendo miopes e irresponsables. Todas siguen manteniendo una visión anacrónica e impasible que permite la exposición de millones de personas a concentraciones altamente peligrosas de contaminantes atmosféricos, las cuales y para sorpresa de muchos, pueden ser peligrosas aún y cuando sean mucho más bajas que las que se toman como referencia para activar las medidas de contingencias ambientales.

De momento estamos asolados por la pandemia de este coronavirus que provoca el covid-19, pero no hay que olvidar que el tema de la contaminación atmosférica seguirá siendo crítico una vez que salgamos de esta emergencia. Baste recordar que, como ya lo he dicho también en otras ocasiones, siguen publicándose estudios científicos que relacionan a la polución del aire con diferentes tipos de cánceres, como el de vejiga, así como con fragilidad ósea, infertilidad, diabetes, obesidad, demencia, depresión, suicidios, complicaciones del hígado, Parkinson y autismo. 

Pero bueno, dejemos el tema pendiente y concentrémonos en responder a la emergencia, a pesar de los gobiernos que tenemos.