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Covid-19: furia en las redes

Mi columna anterior planteaba la escasa publicación de imágenes que yo veía al navegar en la cotidiana revisión de medios que hago a diario. | Ulises Castellanos

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Escrito en OPINIÓN el

La semana pasada publiqué en este mismo espacio, la que resultó ser mi columna más leída en redes de lo que va del año, gracias en buena medida a la polémica que despertó su contenido. Pero, ¿qué es exactamente lo que leyeron en esa última entrega? Con enorme sorpresa, me desperté el domingo pasado cuando mi celular empezó a vibrar con decenas de notificaciones que reflejaban los comentarios, menciones e interpretaciones en Twitter, derivadas de algunas de mis afirmaciones, combinado con la confusión que generó una sola foto de las cinco que se usaron para su difusión. 

Por WhatsApp un buen amigo me escribió: “ya volviste a incendiar las redes, ¿pues ahora qué dijiste?”. Me preguntó divertido.

Pues bien, el centro de mi planteamiento anterior era destacar el hecho, de que en las primeras semanas de esta crisis sanitaria, lo que más circulaba eran las imágenes y videos de familiares o médicos que se encontraban en la “zona cero” de la tragedia. Y que de inmediato compartían en redes, llegando hasta los medios y viralizando la crudeza de esta crisis.

Foto: Pepe Jiménez

Pero vamos por partes. En síntesis, mi columna anterior planteaba la escasa publicación que yo veía al navegar en la cotidiana revisión de medios en nuestro país que hago a diario. Expresé mi desilusión por lo que publicó el New York Times, y en términos generales ponía sobre la mesa la provocadora pregunta sobre la ausencia de imágenes que se veía destacada en portales.

Incluso, pedí que si alguien sabía de trabajos valiosos, me los compartieran para conocerlos, y afortunadamente, buena parte de los lectores de este espacio me hicieron llegar distintos trabajos que no había visto y que vale la pena destacar.

Algunos colegas me invitaron a revisar Instagram y de ahí me señalaron -entre otros-  el trabajo de Oswaldo Ramírez, miembro del programa para fotógrafos de Fujifilm México, y debo reconocer que me gusto mucho su estilo en blanco y negro señalando los estragos cotidianos de esta pandemia, sus fotografías retratan al ciudadano común, con cubrebocas, caminando en medio de la noche, la soledad, espacios vacíos, cerrados y claramente sintetizando lo que el propio Oswaldo define como “tiempos raros”. Vale la pena que lo vean en su cuenta de Instagram: @waldor

Así las cosas, justo en esos días también se publicó también un trabajo en @piedepagina de Duilio Rodríguez sobre una serie de inhumaciones que se realizaron en el panteón civil de San Lorenzo Tezonco, aquí en la Ciudad de México, concretamente en la alcaldía de Iztapalapa. Allí entierran los cuerpos de personas que fallecieron por covid-19. Y las fotos reflejan el drama del último adiós con sepultureros que parecen astronautas.

Le llamé de inmediato a Duilio (@duiliorodriguez ) y me contó sobre la manera como lo hizo y las precauciones que tomó para ese trabajo, me habló incluso de cómo al regresar a su casa se va directo a la regadera para quitarse todo y la ropa ingresa de inmediato a la lavadora. Trabaja con precaución, pero también con miedo. También pude ver lo que hizo en Iztapalapa durante la semana santa y es muy bueno. Asómense en www.piedepagina.mx para que vean de qué les hablo.

Por supuesto, me puse a buscar otras propuestas visuales y encontré cosas muy buenas en el portal del diario El País, donde confirmé el talento de Gladys Serrano y Mónica González, en el equipo que comanda el querido Héctor Guerrero en aquella redacción; revisé el trabajo de Cuartoscuro y otras agencias, encontrándome efectivamente con propuestas visuales interesantes, arriesgadas y valiosas que están produciendo distintos fotoperiodistas en este país. Por ahí vi también el interesante trabajo de Sahenka de la agencia EFE en donde se aprecia una fotografía en el panteón de Xilotepec, cuando un par de camilleros llevan un cuerpo al horno de cremación publicada en esa red el 8 de mayo pasado en su cuenta de Instagram (@Sashe). Y se los digo sin problema, me dio mucho gusto, que me sacaran de mi error, efectivamente, sí hay trabajo bueno y de calidad en espacios diversos, que aún cuentan con fotógrafos profesionales. Y buena parte de ese menú visual se observa en redes sociales.

Sin embargo, es precisamente derivado de esa dispersión de propuestas, redes, portales, y oferta ilimitada la que al mismo tiempo hace difícil su seguimiento y su impacto. Para empezar hacen falta editores arriesgados en los medios fuertes para hacer más visible ese esfuerzo. Me explico. Si el trabajo lo están haciendo bajo un riesgo enorme, ¿por qué no ponen a toda plana en los principales diarios y sus portales las imágenes de la pandemia? ¿Porqué no destacan ese esfuerzo? ¿Acaso no entienden que la imagen es el ancla principal? ¿Qué aporta una foto diaria de la conferencia de Palacio? Nada. Siempre será mejor conocer las historias y sus rostros a ras de suelo.

Es sencillo, colegas editores, (donde aún queden), destaquen la mirada de sus fotógrafos, en todas partes, todo el tiempo. Es simple. Marquen diferencia a través de la imagen, las cifras de muertos las traen todos y las conocemos en vivo. El rostro de la tragedia se da a diario.

Como muestra de que si se puede, aquí va un botón, la foto (hasta hoy inédita) que encabeza esta columna es de Pepe Jiménez, -estupendo fotoperiodista que trabajó en una de las mejores etapas de Proceso en lo visual, entre los años de 1999 al 2005 en aquella revista- esta fotografía da testimonio de le tragedia y le pone fuerza a los números, se tomó el pasado miércoles 19 de mayo en un hospital del IMSS aquí en la Ciudad de México. Es el momento preciso en el que un camillero, perfectamente cubierto, transporta un cadáver fallecido por covid-19 en esa bolsa gris rumbo a la morgue del nosocomio para después incinerar el cuerpo. Y me cuenta Pepe, que eso sucede todo el día a todas horas. De eso se trata, de registrar el corazón de la tragedia, sin amarillismo pero con contundencia.

Ojo, la furia de quien se sintió lastimado por mi columna la semana pasada, esta justificada, trabajan con salarios ofensivos, no les dan equipo de protección mínimo, les publican casi nada y luego les bajan el salario hasta en un 30% o 40% mientras cubren esta pesadilla. Es Increíble. Entiendo perfecto su enojo.

No sólo no se refleja su chamba en la páginas del medio, publican más en su cuenta de Instagram que en su empresa, arriesgan la vida en cada cobertura, los accesos son casi imposibles, muchos trabajan sin sueldo y encima de todo, viene un columnista obsesionado con la fotografía y escribe desde su compu, que ¿dónde están las imágenes de los fotógrafos mexicanos? No mameishon !!!!! Pues obvio estallan en cólera y tienen razón. Ya sólo eso les faltaba.

Ahora bien, también urge analizar esto, con una visión más profunda, menos inmediatista. Cuando vi a un sector de fotógrafos criticando mi texto, todo iba bien, hasta que la ira los dominó, mucho de lo que expresaron rebasaba el tema de mi columna. Varios contestaban al bote pronto y me atacaron en lo personal o lo profesional. Varios tuits ni siquiera merecen respuesta. Pero al menos un par sí, porque entiendo que lo hicieron de buen fe, enojados, pero manteniendo la conversación. 

Por supuesto que aprecio su lectura y la atención a este humilde territorio de reflexión, pero Twitter no es precisamente el mejor lugar para debatir con serenidad, por ello decidí ocuparme hasta hoy de algunos de los comentarios que ameritaban respuesta. 

Discúlpenme si no puedo referirme a todos y cada uno de los que externaron su opinión por lo aquí expresado. Honestamente a varios no los conozco y obviamente ustedes quizá menos a mí, pero confío en que hacen lo que dicen en sus perfiles. 

Entiendo la frustración y rabia que hoy puede generar ser fotoperiodista en medio de una crisis profunda en los medios de comunicación. Varios han perdido su trabajo en el último año, y a otros les han reducido el sueldo, mientras que la mayoría no encuentra cómo hacer rentable esta bella profesión. Sin embargo considero, que no es a tuitazos cómo van a defender su posición. Un fotógrafo habla con su trabajo, y eso debería ser suficiente. Así lo demuestran muchos de ustedes.

Por ejemplo, leí con atención lo que me plantea Guillermo Arias, fotoperiodista de primera línea, premiado por World Press Photo y quien tiene años arriesgando el pellejo en Tijuana, primero con coberturas de crimen organizado y ahora en medio de la pandemia, Guillermo es un fotógrafo a quien respeto desde hace mucho; el puso esto en Twitter al saber de mi columna: “Me parece que tu visión de la pandemia es limitada. En la imagen completa a futuro, las fotos de intubados y muertos seran las menos y quisiera pensar que lo sabes. Hacer crítica simplista y corta de visión no va con alguien que se presenta cómo experto”. Ok

Estimado Guillermo, es cierto, mi visión pudo reflejar alguna limitación, pero también es cierto, que si para cuando lo escribí, no tenía en la mente ninguna imagen en especial, es porque no se ve claro en medio del tsunami visual que nos agobia; no vi, lo que ahora veo. No sé si las fotos de intubados sean lo de menos, pero al menos habría que ver un par; lo sé y estoy seguro, no creo haber hecho una crítica simplista, tan no lo fue, que causó debate y me llegaron varios mensajes respecto al tema, y aclaro una última cosa, ni soy experto ni me presento como tal.

Soy un periodista que ha estado en esta industria al menos 30 años desde mi ingreso al semanario Proceso de Scherer y antes en la revista Mira de Granados Chapa desde 1990. No soy nuevo en esto, los conozco a casi todos. Sé de sus historias y conozco su capacidad, por eso los extrañaba en esta cobertura. 

Por ahí, vi también a Héctor Vivas, espectacular fotógrafo deportivo a quien no solo respeto por su trabajo, sino que independientemente de sus comentarios, lo recuerdo con aprecio, sobre todo por la última vez que lo vi, cuando aceptó nuestra invitación a la Fundación Elena Poniatowska el año pasado, cuando fue a dar una charla a nuestras instalaciones. En aquel entonces, no lo recuerdo tan enojado como ahora lo leí. 

Comprendo que en este momento los ánimos están a tope. Y quizá hay que esperar que la pandemia y sus consecuencias bajen. Siempre estoy y estaré abierto al debate inteligente, profesional, documentado y plural. No pasa nada. No estoy buscando notoriedad ni seguidores en mis redes, porque no vivo de eso ni lo necesito. Quiero un mejor espacio para todos, más y mejores fotos en los medios. Sobran referencias en mi trayectoria que dan fe de eso. He sacrificado mi “zona de confort” defendiendo colegas y espacios. No hay bronca.

Mil gracias por sus comentarios, críticas y sugerencias, la verdad me hacen muy feliz, porque desde hace cerca de 15 años que tengo esta columna, eso he buscado siempre, reflexionar sobre nuestro trabajo. Y eso lo seguiré haciendo. Cómo decía Vicente Leñero en Proceso frente a ciertos comentarios: “Sigo pensando lo mismo”.

Por cierto, ya casi para cerrar mi columna, veo pasar un tweet -otra vez las redes- donde Lucía Flores (@lu_fm) nos comparte su trabajo visual publicado en El Financiero; a Lucía la conozco hace algunos años y la he visto crecer profesionalmente, bien por ese diario que le da media plana para su ensayo y bien por ella que nos cuenta de viva voz, con cinco imágenes del personal médico en Atizapán como enfrentan los médicos la primer línea de batalla contra el covid-19. Así debiera ser, buenas fotos, buen espacio, bien presentadas en sus medios y tan tan.

Por último, leí con sorpresa los tuits de Alfredo Estrella, quien se sintió aludido en lo personal, porque mis colegas de aquí en La Silla Rota, descargaron de la red y al azar una fotografía sin derechos donde aparece él, para promover la columna en Twitter, nada más, ni el nombre de Alfredo se consignó porque quien lo hizo ni lo conocía ni lo registró.

Sin embargo le aclaro a Alfredo, que no debe sentirse señalado por un detalle como ese. Fue un error que se corrigió en cuanto se detectó, ese tuit fue bajado ese mismo fin de semana. Pero nunca fue nuestra intención referirnos a él en esa entrega, porque ni venia al caso, y mucho menos se trataba de mandar mensaje oculto alguno. Fue una casualidad que a la postre resultó incómoda para Estrella, sus alumnos y sus amigos. Pero nada más. Así de sencillo.

Pero bueno, volviendo a lo importante, agradezco su interés en este espacio y aprovecho para compartir el texto de Maria Fernanda Ruiz, estudiante de periodismo en la Septién y fotógrafa que escribió hace unos días en Pie de Página, sobre una entrevista con fotógrafos que se publicó en El Universal y que también es parte del ambiente que hoy nos rodea. Por cierto, me enteré de la iniciativa que publicó ese mismo diario 48hrs después de nuestra columna, bien por ese nuevo espacio que dará cuenta de lo mejor que están haciendo los fotoperiodistas en México con referencia a esta crisis sanitaria y en especial por buscar hoy, resaltar lo mejor de aquella redacción en donde todavía quedan varios profesionales de la lente que ahora nos contarán cómo hacen, lo mejor que saben hacer, que es ser testigos de nuestro tiempo, a través de su mirada. Enhorabuena.