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Control de fentanilo a cambio de control de armas

La administración de Trump empuja a la de AMLO a endurecer los controles sobre el fentanilo, a cambio de poner sobre la mesa el control de armas. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Tras dos visitas a México por parte del procurador general de Estados Unidos, William Barr, está más que claro que la administración de Donald Trump empuja a la de Andrés Manuel López Obrador a endurecer los controles sobre el fentanilo, la droga sintética detrás de la epidemia de opiáceos que azota a los estadounidenses. A cambio, parece que por fin México pudo poner algo sobre la mesa de negociación: el control de armas.

¿Por qué específicamente el fentanilo? Aunque el fentanilo no es un medicamento nuevo que se utiliza como analgésico, su consumo se ha convertido en una crisis en Estados Unidos debido a que es más barato que la heroína y es hasta 30 veces más potente. Pero un descuido en la dosis de fentanilo equivale a muerte segura. Los fallecimientos asociados con el fentanilo, y otros opioides, han aumentado de 3 mil en 2013 a más de 30 mil en 2018. Resulta que los fallecimientos por sobredosis de fentanilo sobrepasan aquellos por accidentes automovilísticos o por SIDA, cuando esta enfermedad estaba en su apogeo.

Pero ¿qué tiene que ver México con la crisis de fentanilo en Estados Unidos? Si bien la mayor cantidad del fentanilo proviene de laboratorios mal regulados en China, parte de la droga llega a través de la frontera con México. De acuerdo con un informe de la comisión de seguridad del Congreso estadounidense, los puertos fronterizos, especialmente Tijuana, se han convertido cada vez más en la entrada para el fentanilo producido en China y los cárteles mexicanos actúan como el principal conducto para que la droga ingrese a Estados Unidos, comprando envíos a granel y traficándolo, ya sea solo o mezclado con otras drogas, como la heroína.

Asimismo, el Congreso ha acusado a los funcionarios mexicanos por su recelo a aplicar políticas estrictas a China a fin de reducir el tráfico de fentanilo, incluso alude que México no presiona a China por temor a represalias económicas.

No obstante, México enfrenta los mismos desafíos que Estados Unidos para controlar el negocio de fentanilo, pues los vendedores chinos han logrado comercializarlo masivamente a través de internet y hacerlo llegar vía correo directamente a los consumidores y distribuidores. Este modus operandi limita la capacidad para cuantificar el volumen de los flujos de fentanilo desde México, así como la de ambos países para implementar mecanismos efectivos de aplicación y seguimiento antiarcóticos.

A pesar de estos problemas tácticos, la presión del gobierno de Donald Trump para que México se comprometa seriamente a combatir el tráfico de drogas aumentó cuando, en 2018, la Administración de Control de Drogas (DEA) señaló que los carteles de la droga mexicanos representan la mayor amenaza para Estados Unidos. A este hecho se le sumaron dos de los eventos que en 2019 dejaron una gran cicatriz al gobierno de López Obrador: la liberación del hijo capturado del líder del cártel de Sinaloa y el asesinato de varios miembros de la familia LeBarón. La respuesta del inquilino de la Casa Blanca fue anunciar que incluiría a los cárteles mexicanos de la droga en la lista de organizaciones terroristas.

Tras estos eventos, coincidentemente, Barr visitó México a principios de diciembre pasado; posteriormente, le siguió el anunció del presidente Trump en el que posponía “temporalmente” clasificar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, suspensión que el gobierno de López Obrador se anotó como victoria diplomática. Este episodio pareció dar paso a un nuevo capítulo en la cooperación entre Estados Unidos y México, pues dos semanas más tarde, México extraditó al hijo de uno de los fundadores del cartel de Sinaloa para enfrentar cargos por contrabando de drogas en Estados Unidos, así como la extradición de ocho presuntos narcotraficantes más la semana pasada.

En el lado mexicano, las peticiones desde hace décadas se han centrado en el control del tráfico de armas, pero desde la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles a los productos mexicanos si la administración de López Obrador no controlaba el flujo de migrantes, aumentó la insistencia del Canciller Marcelo Ebrard, aunque con poco éxito. Fue hasta la visita de Barr en diciembre que la diplomacia mexicana volvió a poner el tema de las armas sobre la mesa de negociación, logrando establecer un Grupo Binacional de Alto Nivel de Seguridad. Esta iniciativa parece que por fin va tomando buen camino, pues la semana pasada, durante la segunda visita de Barr a México, ambos gobiernos acordaron implementar un programa para reducir el tráfico de armas, drogas y recursos financieros de las redes del crimen organizado transnacional, cuyos detalles aún se desconocen.

Si bien pareciera que poco a poco el gobierno de López Obrador está limando asperezas heredadas y propias con el de Donald Trump, es un hecho que la estrategia del vecino es lanzar una amenaza a nuestro país justo antes de enviar a un emisario a negociar algo. Pensar en bajar la guardia en estos tiempos electorales en Estados Unidos sería ingenuo pues, hablando metafóricamente, “los balazos podrían ser más que los abrazos” ya que los cárteles del narcotráfico como amenaza transnacional, los homicidios en México por armas estadounidenses contrabandeadas y las muertes por sobredosis de estadounidenses son una realidad y una responsabilidad que ambos países comparten.