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Contra sí mismo

Desde Washington

Por
Escrito en OPINIÓN el

La Presidencia de Donald Trump tiene varias vertientes y aristas para el análisis. Es un tema interesantísimo, pero ya el proverbio (que más bien es una maldición) de China, reza:

Que te toque ver y vivir tiempos interesantes

Y si lo pensamos de cerca, efectivamente tiene razón. Pero para no distraernos hay varias cosas que me llaman la atención y debemos explorar con calma. La primera de ellas es la profunda división que existe en los Estados Unidos (me refiero a su sociedad). Son dos países y pareciera que la Guerra Civil nunca tuvo fin, sino que sigue dormida, sigue viva en lo más profundo de sus habitantes. De hecho, en varios artículos anteriores lo he mencionado: desde que me mudé a los Estados Unidos a vivir y trabajar, una de las cosas que más me ha llamado la atención es el asunto de las razas. La discriminación racial no es bien comprendida en México todavía; nosotros tenemos un cierto grado de discriminación racial, sobre todo con los pueblos indígenas, permás allá de ello, la discriminación es de clase. El punto es que, al final del día, esa división tan profunda que existe en la sociedad estadunidense no tiene que ver con el dinero o la posición social o la desigualdad social (no principalmente, puesto que también existe): tiene que ver con la raza y el sentido de superioridad de los blancos contra los negros; los verdaderos americanos contra los que no lo son. Y así sucesivamente.

Entender el fenómeno lleva tiempo y mucha observación. Es algo que no se nota desde afuera y la gente se pregunta cómo puede ser que ello exista y que, en pleno siglo XXI, sigan existiendo dichos bloqueos sociales. Pero son todavía reales y el camino es largo por andar.

Creo que los Estados Unidos son un país grande, con mucho dinero y recursos, con el ejército más grande y poderoso del mundo y sin duda, una potencia. La amenaza entonces no viene de fuera, sino de dentro. El problema de los Estados Unidos no sobrevendrá por todas aquellas cosas que, desde afuera, otros países, grupos o sociedades amenazan contra ellos. El verdadero reto está en lograr la unificación interna, porque pareciera que el abismo se abre más y más y se vuelve imposible de sortear.

Cada vez más son los casos de familias que, dentro de Estados Unidos se han dejado de hablar entre sí y de convivir porque tienen dos ideas diferentes de nación: una que está alineada al proteccionismo, a la xenofobia, al rechazo a todo lo diferente, etc. Y la otra, alineada con una sociedad abierta, progresista e inclusiva. Y estos dos grupos no se hablan, se odian, no se comunican. Cada vez más el germen de la división está presente en las conversaciones, en la religión, en las actividades sociales, en la crianza de los hijos, en las escuelas. Y la brecha parecería infranqueable.

Creo que la solución está en la educación. Si tan solo una parte de todo el presupuesto que se gasta en temas militares fuese reasignado a la educación, las cosas serían muy diferentes. El desconocimiento de lo que es diferente provoca rechazo y miedo. Y ante ello, la reafirmación del yo, de lo propio, de lo conocido es lo que prevalece. Y mientras siga prevaleciendo la diferencia entre unos y otros, no hay solución posible. Pero recordemos que una casa dividida no puede sino marchar a su propia derrota. Es momento de aprender lecciones y poner manos a la obra. Nosotros en México ¿qué estamos haciendo para cerrar la brecha de la desiguldad, de la violencia, de la inseguridad, de la corrupción? No estamos exentos de ello.

@fedeling | @OpinionLSR | @lasillarota