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Confeti

Cenamos sin la sangre pero cenamos con la amistad, tuvimos el privilegio de tener a quienes quisieron y pudieron estar con nosotros.

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Escrito en OPINIÓN el

¿Ya pasó el enojo? ¿Ya pasó el estrés? ¿Cuántas felicitaciones recibiste y cuántos correos con hermosos mensajes navideños mandaste a la basura? ¿Cuántas fotos de tu árbol y tu mesa navideña subiste a la red? ¿Cuántas selfies te tomaste y cuántas copas les hicieron competencia? ¿Manejaste ebrio? ¿Te peleaste con tu mujer? ¿Regañaste a tus hijos sin razón? ¿Qué tanto disfrutaste con relación a lo que gastaste? ¿Pudiste ahorrar? ¿Querías estar con quienes estuviste en Nochebuena o sólo cumpliste con una tradición que se ha convertido en compromiso? ¿Pudiste respirar? ¿Tuviste una pausa? ¿Te tomaste vacaciones? ¿Apagaste tu celular? ¿La extrañas o lo extrañas aunque no duerma contigo? ¿Le llamaste a tu amante? ¿Pagaste tus deudas? ¿Te amas? ¿Te reprochas algo? ¿Te ves en el espejo?

 

¿Qué ves? ¿Te gusta? ¿Tienes esperanza? ¿Quieres cambiar? ¿Sabes qué va a pasar? ¿Podrás? ¿Quieres marcar el teléfono? ¿Te arrepientes de ese tweet? ¿Tomaste la foto de tus hijos presumiendo la nueva sala? ¿Te tomaste la selfie presumiendo el viaje? ¿Aprovechaste a los tuyos para compartirle al mundo lo que posees y no lo que disfrutas? ¿Cuánto de eso te define? ¿Qué te define? ¿Eres tu nombre o tu apellido? ¿Has trazado tu camino? ¿Caminas sobre los pasos de otros? ¿Has matado a alguien? ¿Has privado de la vida a alguien? ¿Te han asaltado? ¿Vives con miedo? ¿Tienes ansiedad? ¿Eres un adicto? ¿Disfrutas del medicamento? ¿Crees en Dios? ¿Respetas? ¿Sufres? ¿Has buscado ayuda? ¿Experimentaste genuino placer al felicitar a alguien o sólo lo hiciste porque tenías que hacerlo? ¿Tenías que hacerlo? ¿Querías hacerlo?

 

Sortilegios

que trae la cena navideña

consigo y los olores

de heno, pino y gobernadora en nacimiento

abrazos, risas y música

el ruido de los niños

por allá el conflicto y también interno

pero siempre la opción

la opción siempre de ser feliz…

 

Y después de la cena navideña donde el pavo es rey, el recalentado emerge como campeón sin corona de las fiestas decembrinas; unos camarones cocinados a la perfección dentro de una maravillosa salsa hecha a base de chile habanero, cebolla, una tímida cantidad de ajo y rebajados con mantequilla y pan francés. Un generoso corte de la pierna mechada con pasas y nueces y un delicioso gravy, el pavo ahumado o desde cero, inyectado aunque lo reseque, cocinado y siempre generador de estrés. La sidra, la cava o el champagne, las alubias y los tamales, los recordatorios de nuestra mezcla cultural, los romeritos y el bacalao, los olores decembrinos. Las mejores ropas, ese saquito que ya no cierra, esa loción que guardamos para la cena, romero y albahaca, mantequilla y manteca, masa y cerveza, vino y aguardiente y siempre un generoso postre en la mesa más humilde mientras que en la más privilegiada no falta el momento culmen: el brindis.

 

En 36 años de mi vida es triste que ese largo y tedioso brindis del que todos o casi todos nos quejábamos por querer cenar, ese que era tanto un placer para mi papá como un disparador de pena por temor a hablar para otros y un termómetro de las emociones, ese brindis no estuvo en mis oídos esta vez aunque mi viejo esté vivo y con salud; este año estuvimos separados por la distancia y las circunstancias pero el pensamiento recuerda y vive porque recordar, es volver a vivir.

 

Cenamos sin la sangre pero cenamos con la amistad, tuvimos el privilegio de tener a quienes quisieron y pudieron estar con nosotros, todos estamos solos aunque ninguno estemos solos.

 

Ojalá que la Navidad perdure en su mensaje fundamental de unión y tolerancia en las mentes y corazones de quienes me privilegian con el tiempo para leerme…

 

@_TORRESBERNAL