Según el artículo 18 del Código Penal Federal, el concurso de delitos consiste en que, con una conducta o un conjunto de ellas, se pueden producir varios delitos. Esto es lo que se infiere que sucedió con el socavón que se abrió en el paso exprés de Cuernavaca, el pasado 12 de julio y que causó la muerte de dos personas.
Se sabe que, con días o semanas de anticipación, pobladores del lugar denunciaron las deficiencias estructurales en la construcción de este tramo carretero, lo que podría constituir una negligencia del Centro Morelos de la SCT, al omitir la debida vigilancia en la construcción de este tramo carretero y como elemento de un delito culposo.
Además de ello, el siniestro tuvo lugar aproximadamente a las 5:30 am y 9 horas después, o sea a las 2 pm aproximadamente, los rescatistas lograron salvar los cuerpos de los fallecidos. Aquí se abre la posibilidad de una negligencia de los cuerpos de seguridad de Morelos, toda vez que hay registro que a esa hora las víctimas logaron comunicarse por teléfono celular para dar aviso de su situación, sin embargo, llama la atención que a nadie se le ocurrió tirar una línea de varios metros de altura y con el auxilio de arneses, se pudiera haber ayudado a remover escombros y rescatar a las víctimas. Hay responsabilidades.
Es en este momento que salió a medios el secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruíz Esparza, para intentar un control de daños que desvarió en su narrativa y mensaje. Primero, dijo que se había rescatado al automóvil que cayó al socavón, y posteriormente mencionó el rescate de los cuerpos, cuando lo importante eran las víctimas y no el vehículo.
Después, culpó a la basura como el elemento que retuvo el agua suficiente para socavar el interior de la carretera, en una inverosímil y absurda lógica de una obra de 3 meses de inaugurada. No solo eso, sino que tuvo el desatino en señalar que los deudos de las víctimas serían indemnizados, por el “mal rato” que han pasado, minimizando con ello la muerte de una persona.
Para este momento ya pendía la sospecha en redes sociales, que en la construcción de este tramo carretero había imperado la corrupción, tanto en la elaboración del proyecto ejecutivo, como en la supervisión de la obra, hoy siniestrada. Salió la Auditoría Superior de la Federación para señalar que efectivamente hubo señalamientos por deficiencias en su construcción y la aplicación de recursos públicos en esta obra.
No es para menos el ejemplo. En la administración de Ruíz Esparza como titular de la SCT se canceló la construcción del tren México – Querétaro, en donde empresarios de China tuvieron que ser indemnizados por la inversión que habían realizado en establecer una oficina en México, con infraestructura y personal especializado para concursar por la obra, ante la sospecha de corrupción.
Varias frustraciones más. A mediados de mayo de 2015 cayó el satélite mexicano de comunicaciones “Centenario”. En mayo de 2016 cayeron varias trabes de un tramo elevado de la construcción de la carretera México – Toluca.
Pero la corrupción también lo persigue. El escándalo de OHL y el circuito exterior mexiquense, en su gestión como titular de obras de la administración del Estado de México; el proceso de transición a la televisión digital terrestre en donde se extraviaron unas 400 mil televisiones.
Parece que la providencia le sonríe a Ruiz Esparza, cuando en el tema del paso exprés de Cuernavaca no se le pide responsabilidad política, ante la sospecha de nichos de corrupción en su dependencia que causó la muerte de dos personas y acumulando conductas que podrían encuadrar en diversos delitos.
La moraleja de esta historia es, que todas las obras construidas por la SCT en este sexenio deberían ser sujetas de inspección, como la Línea 3 del Tren Ligero de Guadalajara y que podría derivar en el socavón político de alguien más.