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Conagua: La renuncia por pudor y por vergüenza

El director de Conagua engañó a la opinión pública ¿por qué? Porque no era la primera vez que utilizaba el helicóptero oficial para asuntos personales.

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Escrito en OPINIÓN el

Una de las expresiones más elevadas del valor democrático –propias de las democracias consolidadas- es la renuncia por pudor y vergüenza.

 

Pudor por desempeñar incorrectamente el cargo, por fracasar en el desempeño, por fallar.

 

Vergüenza por incurrir en actos ilícitos y de corrupción.

 

En culturas como la oriental es común que un servidor público, apenado o avergonzado por su mal desempeño o por presuntos actos de corrupción, renuncia de manera pública al cargo.

 

En México también se han dado ejemplos, escasos pero contundentes.

 

El 6 de julio de 2009, Germán Martínez Cázares, en ese tiempo presidente nacional del PAN, no sólo dio a conocer una penosa derrota de su partido en las elecciones intermedias de ese año sino que, en un ejemplar acto de honestidad, pudor y vergüenza, anunció el fracaso de su gestión.

 

Por ello, presentó al Comité Ejecutivo del PAN su renuncia como presidente del partido.

 

Dijo: “La derrota es el momento para demostrar que en Acción Nacional hay dignidad, ética de responsabilidad y cultura de dimisión”.

 

En ese momento presentó la renuncia, se fue de la dirigencia del partido Acción Nacional y nunca más hasta hoy, volvió a la vida partidista.

 

¿Cuántos servidores públicos mexicanos, como Germán Martínez tienen el valor, las agallas, el pudor y la vergüenza de renunciar a un cargo como a la presidencia del partido? ¿Cuántos aceptan de manera pública, el fracaso en la encomienda, sea política, administrativa o de gobierno?

 

Lo cierto es que la cultura democrática en México está muy lejos de haber producido demócratas ejemplares como Germán Martínez.

 

En cambio, abundan casos como el de David Korenfeld, aún hoy titular de Conagua, quien a pesar de las muestras contundentes de su mal desempeño, del uso indebido de recursos públicos y de que engañó a la sociedad, se aferra al cargo de director de Conagua como si se tratara de una posición escriturada a él y su familia.

 

Como todos saben David Korenfeld fue exhibido en redes sociales cuando utilizaba un helicóptero oficial para fines privados. La respuesta del funcionario fue en dos vertientes; reconocer la falta, por un lado y explicar que dicha falta se produjo a causa de una emergencia médica.

 

Lo cierto, sin embargo, es que el director de Conagua engañó a la opinión pública ¿por qué? Porque no era la primera vez que utilizaba el helicóptero oficial para asuntos personales, porque es falso que haya sido utilizada la aeronave para una emergencia y porque al aceptar la falta reconoció el delito.

 

El escándalo no se hizo esperar tanto en redes sociales como en los medios convencionales –prensa, radio, televisión-, al grado que el titular de Conagua fue llamado a comparecer a la Secretaría de la Función Pública.

 

El señor Korenfeld fue demasiado lejos. Es decir, acudió a una instancia como la Secretaría de la Función Pública a defender lo indefendible; el uso y abuso de recursos públicos para fines personales.

 

¿Y la renuncia, por vergüenza?

 

El director de Conagua no conoce ni el pudor ni la vergüenza; conoce el abuso, la tranza y la defensa de un cargo público que piensa que le fue escriturado a lo largo de todo el sexenio.

 

¿Nadie en Los Pinos lo va a sancionar?

 

Al tiempo

 

@RicardoAlemanMx