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¿Cómo formar mejores abogados?

Por: Miguel Carbonell.

Por
Escrito en OPINIÓN el

La visión desde el Centro Carbonell. 

 

En el reciente (y muy enconado) debate sobre la colegiación obligatoria de los abogados hay un enorme consenso respecto de un punto concreto: nadie parece estar satisfecho con el nivel de los egresados de la carrera de derecho. Las divergencias en otros temas pueden ser muchas, pero respecto de este asunto, todos estamos preocupados. Y eso incluye a los propios jóvenes que están egresando como abogados y se dan cuenta de inmediato de lo mucho que les falta aprender si quieren ser exitosos en el ejercicio profesional.

 

Lo raro es que, habiendo un acuerdo tan absoluto sobre la urgencia de mejorar el nivel de los estudios de derecho, nadie haya procurado ofrecer aunque fuera un esbozo o un bosquejo de lo que se debería hacer.

 

Cuando fundamos el Centro de Estudios Jurídicos Carbonell hace dos años nos planteamos la cuestión: ¿qué modelo de enseñanza del derecho se requiere en México? ¿Qué es lo que se necesita para una buena práctica profesional que las escuelas no están ofreciendo? ¿De qué modo se puede contribuir a que los abogados cuenten con una mejor formación, en beneficio de sus clientes y del país en su conjunto?

 

Las respuestas a tales cuestionamientos nos llevaron a diseñar una batería de cursos que abarcan lo que creo que requieren con urgencia muchos abogados mexicanos. Por un lado cursos que podríamos llamar de formación de capacidades básicas para ejercer bien la profesión. En ese sector ubicamos cursos de redacción para abogados, de inglés jurídico, de argumentación, de técnicas de negociación, de marketing jurídico, de técnicas de litigación para juicios orales, de redacción de demandas civiles y de demandas de amparo, etcétera.

 

Por otro lado diseñamos también una serie de cursos sobre temas novedosos o que han sufrido reformas recientes. Para ese efecto hemos impartido cursos sobre lavado de dinero, teoría del delito para el sistema penal acusatorio, técnicas de interrogatorio y contrainterrogatorio, toma de decisiones estratégicas en el juicio oral, control de convencionalidad, cobro de honorarios profesionales, sugerencias de iniciar y consolidar una firma de abogados, derecho de marcas, estándares del debido proceso legal, tendencias jurisprudenciales sobre derecho familiar, entre otros.

 

En suma, lo que intentamos hacer es dotar a nuestros alumnos de las bases que requiere el ejercicio profesional, junto con conocimientos de frontera.

 

El derecho mexicano ha cambiado a gran velocidad en las décadas recientes. El mercado profesional de los abogados también lo ha hecho. Pero en las facultades y escuelas de derecho el cambio ha sido más parsimonioso, o incluso inexistente en algunos casos. Todos conocemos casos de profesores que llevan 30 o 40 años dando la misma clase, con el mismo contenido y aplicando la misma metodología: el mundo cambió y ellos se quedaron hablando de una realidad que ya no existe. El precio lo pagan sus alumnos, que adquieren conocimientos completamente desfasados, que de nada les van a servir para el ejercicio profesional.

 

Por todos lados se escuchan quejas sobre el bajo nivel de la enseñanza del derecho: se oyen en los juzgados, en los bufetes, en las oficinas gubernamentales y… en los pasillos universitarios, pues son los propios estudiantes los que expresan su asombro al tener que soportar a profesores que llegan a leerles en clase artículos de leyes y códigos, que no aprenden a litigar juicios orales, que no reciben consejos para redactar buenas demandas, que egresan sin tener capacidades y habilidades de negociación que tanta falta hacen en la práctica, que salen sin dominar las técnicas de la argumentación jurídicas, etcétera.

 

Los jóvenes saben que una cosa es lo que se requiere para obtener el título de abogado y una muy diferente la que hace falta para tener éxito en el mercado profesional. Los que parecen no tenerlo tan claro son sus profesores, enfrascados en divagaciones teóricas de bajísimo nivel y nulo interés práctico.

 

Por ahí debemos empezar: si queremos mejores sentencias, mejores investigaciones penales, mejores laudos laborales, mejores demandas, mejores juicios de amparo, comencemos formando mejores abogados en las aulas universitarias. Esa es la raíz de muchos de los problemas de la abogacía en México, pero es también la semilla de su solución. No nos demoremos en hacer que florezca.    

 

@MiguelCarbonell