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¿Como anillo al dedo?

¿En qué proyectos personales pueden caber la muerte de miles de personas o la recesión económica? | Marco Adame

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Escrito en OPINIÓN el

El presidente López Obrador recientemente afirmó que la pandemia le vino como “anillo al dedo”, pero ¿en qué proyectos personales pueden caber la muerte de miles de personas o la recesión económica?

Nuestro país ya se encontraba en estancamiento económico al cierre del primer año de este gobierno, pero el covid-19 trajo consigo caídas en las bolsas de valores, caídas en los precios del petróleo y la devaluación del peso empeorando así el panorama.

Las medidas de contingencia han provocado que las empresas no tengan ingresos, no obstante, sigan teniendo la obligación de cubrir sus gastos habituales como deudas, rentas, impuestos, servicios y salarios, entre otros. Ante este escenario las más afectadas serán las micro, pequeñas y medianas empresas, pues carecen de los recursos suficientes para sobrevivir más de un mes en estas condiciones.

A pesar de ello el gobierno federal no ha implementado programas de apoyo para las pequeñas y medianas empresas, aún y cuando éstas aportan el 72% de los empleos formales del país y el 52% del PIB nacional. Argumentan que ello sería como hacer un “FOBAPROA”, pero habría que recordarles que esta es una crisis que nos viene de fuera y de la cual ningún mexicano tiene la culpa.

El gobierno federal sostiene que sólo ayudará a los pobres y claro que es urgente atenderlos, sin embargo, no apoyar otros sectores sería fatal. De seguir así la estrategia del gobierno federal, las micro, pequeñas y medianas empresas estarán destinadas a la quiebra, llevando consigo a millones de personas al desempleo, a la pobreza y a tener que depender de los subsidios del gobierno. Pareciera que el gobierno federal en su supuesto “amor por los pobres” pretendiera multiplicarlos.

Es preocupante que, a diferencia del sector salud donde se ha dejado en manos de expertos el determinar las medidas a seguir, en el ámbito de la economía no son los expertos quienes toman las decisiones.

El ejecutivo federal sostiene que no seguirá el ejemplo del resto de los países del mundo y plantea su propia “vía mexicana”. Sin embargo, mientras que establecen su propia escuela de economía, las calificadoras siguen bajando las expectativas de crecimiento con lo que huirá la inversión de nuestro país (Bank of América ya calcula una caída del PIB de -8% y JP Morgan de -7%).

El domingo el presidente López Obrador afirmó que Roosevelt había sido el mejor presidente de Estados Unidos, resaltando que éste afirmaba que la economía iría mejor si se aplicaba con moral. Pero en lugar de seguir el ejemplo del líder norteamericano hace todo lo contrario; durante la Gran Depresión Roosevelt incrementó el gasto público para acelerar la economía y superar así la crisis, el mandatario mexicano en cambio apuesta por la austeridad.

El no tomar medidas contracíclicas implica aceptar el ciclo, que en este caso nos llevará a una de las más graves crisis económicas que hemos vivido. Cuando más se necesita de estímulos fiscales y de la derrama económica del gobierno, el ejecutivo federal insiste en no hacerlo.

En su libro “Por qué la austeridad mata”, David Stuckler de la Universidad de Oxford y Sanjay Basu de la Universidad de Stanford, exponen que las medidas de austeridad aplicadas durante una recesión, provocan mayor desempleo, ralentizan la economía y en muchos casos llevan a la indigencia, con graves consecuencias para la salud también.

Incluso no sólo la falta de apoyo a las empresas es sumamente grave; de acuerdo a Milton Friedman y Franco Modigliani, el sólo hecho de anunciar un recorte al gasto público -como lo hizo el presidente en su informe del domingo- puede llevar a que el consumo privado se reduzca, con efectos negativos para la economía. 

El gobierno federal ha llamado a los empresarios a cerrar filas y a hacer sacrificios, pero es tiempo de que ellos cierren filas con los empresarios también. Sostienen que si posponen el pago de impuestos o servicios como el agua o luz no tendrán para darle a los pobres; pero olvidan que si las empresas quiebran aumentará el desempleo y sin empleos las familias no tendrán ingresos, no habrá consumo ni tampoco el pago de impuestos para mantener a los que menos tienen, cuyo número se habrá multiplicado.

Es urgente que se tomen las medidas para evitar que haya despidos de trabajadores y el cierre de empresas. El ejecutivo debe posponer por tres meses el pago del agua, luz, de impuestos y de aportaciones al Infonavit, a las Afores y al IMSS. Se debe establecer un seguro al desempleo, así como un subsidio a la nómina. Y todas estas medidas deben estar condicionadas a que las empresas no despidan a sus trabajadores. Asimismo, deben establecerse préstamos de bajo interés para atender a los sectores más afectados por la pandemia, como son los restaurantes y el turismo, entre otros.

No es momento de cerrazón y polarización. El gobierno federal está llamado a mantener el empleo y a defender el ingreso de los hogares de todos los mexicanos. Es momento de dejar atrás las ideologías para poder tomar las medidas necesarias que nos permitan superar esta crisis. Si no se apoya a las micro, pequeñas y medianas empresas se pondrá en riesgo su supervivencia, el trabajo de millones de mexicanos y la economía nacional.