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Cómics feministas

La novela gráfica se ha convertido en un bastión para mostrar diversas perspectivas e historias desde una mirada excluida por siglos. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Paola es la menor de sus hermanas. Su padre es un sacerdote, que no cumplió con el precepto del celibato, y su madre, una mujer que ha dedicado su vida a la crianza de sus hijas, a lidiar con su suegra y a evitar que sus hijas cuestionen lo aprendido en casa durante su adolescencia, aunque a veces sabe que tienen la razón, y no posee argumentos para contrarrestar la opinión de sus hijas. Vivió su infancia en Quito, Ecuador y su adolescencia en Cali, Colombia en la década de los 90. Enfrentando, por una parte, la dificultad de ser extranjera en ambos lugares, pues en Ecuador era considerada colombiana, y en Colombia, ecuatoriana, por su forma de hablar, y “gringa” por el tono de su piel, además del ser mujer.

En un hogar donde consideraban muchos temas como tabú, entre ellos el de la sexualidad, Paola debe acudir a sus hermanas mayores para recibir consejos de una realidad que aparece en su cuerpo. El primero de ellos, salir de una escuela de puras mujeres e incorporarse a una mixta para que comience a tener contacto con el sexo opuesto.

La experiencia la llevará a cuestionarse lo aprendido en casa y a desear vivir múltiples experiencias propias de su edad en medio de una ciudad caleña repleta de violencia derivada del crimen organizado, una familia en ruina económica, una sociedad represora de los deseos y un contexto hostil para las juventudes que deseaban abrirse camino.

De manera autobiográfica, la historietista colombiana Power Paola cuenta esta historia bajo el título de Virus tropical, una novela gráfica, y ahora película, estrenada este fin de semana, en cuyos dibujos es posible adentrarse en una realidad que podría ser la de muchas mujeres, no sólo de Colombia sino de América Latina, y que nos lleva a entender el porqué de su apuesta de vida.

Desde Persépolis hasta Puras Evas

Hace más de 10 años, la historia de la dibujante iraní Marjane Satrapi dio la vuelta al mundo a través de la película Persépolis, basada en la novela gráfica homónima, por medio de la cual narra cómo vivió su infancia en ese Irán en transición política del reinado del sha a la instauración de una revolución islámica al interior de una familia acomodada, de corte liberal. Y su juventud en Austria, fuera de su lugar natal, que en la década de los 80 estaba sumido en un conflicto bélico con su vecino Irak. Pero también los choques culturales a los que se enfrentó ante el desconocimiento de las personas de otras posibilidades de vida y de pensamiento. Y a los que ella misma tuvo cuando regresó a la nación iraní en la década de los 90.

Por primera vez en la historia del Premio Nacional del Cómic de España, una mujer fue galardonada con la distinción. El trabajo premiado fue Todas bien de Ana Penyas, quien recogió las historias de sus abuelas Herminia y Maruja para dar voz a las miles de mujeres españolas de la época de la posguerra, quienes ayudaron, de manera silenciosa, a la reconstrucción de un país semidestrozado a través de las labores al interior de sus hogares, y cuyas vidas no habían sido documentadas hasta el día de hoy.

En México, Cintia Bolio también ha utilizado el recurso de la narrativa gráfica para hablar de temas como el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo o explicar en qué consiste la cultura patriarcal por medio de sus libros Puras Evas: Los 10 machamientos. Cultura patriarcal y obstrucción del acceso de las mujeres a la justicia y Puras Evas: Cómo ser dueña de tu cuerpo sin ser criminalizada en el intento, entre otros. Además de algunos no pertenecientes a este serie como La irreverente sonrisa o Erótica, de reciente aparición.

La novela gráfica se ha convertido en un bastión para mostrar diversas perspectivas e historias desde una mirada de las mujeres, excluida por siglos, y que ahora abona a la ardua labor de construir una sociedad más igualitaria y equitativa.

Cada trazo, cada viñeta, cada dibujo realizado por estas creadoras irrumpe en un espacio pensado sólo para los hombres, pero que ahora ha sido tomado por ellas para dar sus propios testimonios y señalar los puntos en los que se les ha fallado como sociedad. Mostrando que el cómic no sólo sirve para narrar las historias de héroes sino también historias cotidianas en las que las barreras por superar son mayores a un “villano que quiere conquistar el mundo”, pues las heroínas de dichas tramas se enfrentan a una colectividad que siempre las cuestiona e intenta colocarlas en un segundo plano.

¿Quién es el “monstruo”?

@leonardobastida  | @OpinionLSR | @lasillarota