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Comer del pecho

En cierta ocasión, hace algunos años, mientras conocía en una comunidad indígena de Michoacán el geógrafo Claude Bataillon, quien por entonces estudiaba la zona del Bajío mexicano, se sorprendió de que los niños de ahí no lloraban tanto como los urbanos: Es que sus madres siempre los llevaban envueltos en el rebozo y pegados a su pecho. Y los amamantaban con la leche materna. Sin complicaciones exhibían el pecho para ‘darles su leche’. No había suspicacias ni efectos ‘colaterales’.

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Escrito en OPINIÓN el

Es histórico. Las madres, luego de parir; o mejor, de  “dar a luz”, ‘dan de comer a la niña o al niño’: lo amamantan: le dan leche materna: ‘le dan el pecho’, que se dice a lo que ahora es ‘lactancia’.

No es cosa del otro mundo. Sobre todo esto es así entre las madres en el campo. Entre la gente de a pie. La gente que sabe bien lo que la naturaleza otorga. Es parte del proceso natural, y es bueno.

Los ‘nenes’ que se amamanta con  leche materna crecen fuertes, frondosos, son inteligentes y hacen muchas travesuras porque llevan en sus venas el sabor y la esencia de la madre… y mantienen los cachetes colorados.

‘La lactancia materna es la alimentación con leche del seno materno. La Organización Mundial de la Salud y la UNICEF dicen que la lactancia "es una forma inigualable de facilitar el alimento ideal para el crecimiento y desarrollo correcto de los niños”...

‘Ambas instituciones, y muchas más, recomiendan como imprescindible la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses del recién nacido. También recomiendan seguir amamantando a partir de los seis meses, al mismo tiempo que se va ofreciendo al bebé otros alimentos complementarios, hasta un mínimo de dos años.La Academia Americana de Pediatría recomienda mantener la lactancia al menos durante el primer año’

A veces esta alimentación es magra. Depende de la condición de salud de la madre; o del estado de cosas que se viven en el momento.

El poeta español, Miguel Hernández, escribió uno de sus mejores poemas luego de saber la alimentación precaria a la que era sometido su hijo mientras él estaba en la cárcel por la Guerra Civil Española. Lamentaba que aquel niño apenas podía comer el jugo de las cebollas. No había más: ni en la madre, ni en el bolsillo: las “Nanas de la cebolla”…

Así que luego de que la Secretaría de Salud del gobierno del DF exhibió spots mostrando a madres famosas hablando de las ventajas de alimentar a los hijos con leche materna, el mundo se vino encima a sus promotores porque ellas exhiben ahí sus potestades. Sus pechos. Sus recónditas zonas alimentarias para el hijo que nació en ellas. Nada malo hay en eso.

De pronto otras mujeres organizadas en defensa de mujeres, o del estado de ser mujer, pusieron el grito en el cielo: La crítica férrea comenzó porque la exhibición de las famosas no tenía que ver con las mujeres de a pie y se les mostraba como “objeto sexual”.

Están en su derecho de reclamar lo exhibido ahí. Están en su derecho de inconformarse públicamente y decir que “ellas no son objeto de deseo”. Está bien: es cosa de libertades.

Sí, pero también es cierto que desaprovechan la oportunidad de volcarse a una idea esencial: alimentar al niño con el pecho materno como medida de salud y futuro fortalecido. Esto frente al uso de la “carriola” y la “la alimentación embotellada” o chatarra.

Y pegaron el grito en el cielo, porque así debe ser: porque más que el niño, les preocupó la exhibición del cuerpo femenino en un sedicente tono frívolo.  El señor Jorge Ortiz de Pinedo, a la picota: acaso paga con creces su pasado frívolo y no se le ha visto  preocupado por causas sociales. 

De inmediato, el temeroso jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera “se deslindó” y dijo que había que pedirle explicaciones a quienes hicieron el video. El doctor Armando Ahued, secretario de Salud pidió disculpas encarecidas por la campaña pro lactancia, en esa forma y en ese tono y que “no hubo dinero público en esa campaña” y que ‘¡en la cara no!’ lo golpearan.

También olvidó la esencia del tema: alimentar a los niños mexicanos con leche materna. La forma recriminó al fondo; y el funcionario se dejó regañar y reculó.

Los funcionarios mexicanos tienen miedo permanente. Tienen deudas que pagar y, por lo mismo, suponen que a cada recriminación se les está sometiendo al cadalso. Si mete la pata el funcionario, debe someterse a las leyes. No así cuando están en razón y la esencia es conveniente, aunque mujeres-hombres-organizaciones se sientan agraviados por el cuerpo de otras mujeres…

¿Estuvo mal el video? Quizá sí en su producción. No en su intención.

Lo importante en tiempos de imagen, es la imagen: pero no se discute la importancia y urgencia de que las madres mexicanas vuelvan la cara a su propia naturaleza y alimenten a sus hijos recién nacidos y los abracen y los carguen con ellas, que es una forma de amarlos y que el niño perciba los latidos del corazón de su madre…

Así que –según los quejosos- está bien la carriola de rueditas estorbosa; está bien la comida enlatada y la chambrita sintética: Así que está bien el despecho. Y está bien un niño de fotografía para comercial. No niños y niñas felices; abrazado, alimentado, amados que crecerán jugosos, como las manzanas.

 

jhsantiago@prodigy.net.mx

Twitter: @joelhsantiago