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Clicks a la distancia

Sesiones de foto remotas es la esencia de mi trabajo. La realidad es una suma de realidades diversas. l Ulises Castellanos

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Escrito en OPINIÓN el

¿Cómo les fue de cuarentena? ¿Qué hicieron o qué dejaron de hacer? Recuerden que estamos con semáforo en rojo en prácticamente todo el país. No se confíen.

Un virus nos amenaza y nos separa. Sin embargo la tecnología de hoy nos acerca. Es una oportunidad disruptiva totalmente. Es la exploración del espacio ajeno desde casa. Sin salir pues. Sesiones de foto remotas es la esencia de mi trabajo. La realidad es una suma de realidades diversas.

Esto no es periodismo. Esto es el registro de un diario. Les cuento que decidí hacer una pequeña serie de imágenes que primero arrancó como mera terapia ocupacional desde mi celular y después evolucionó como un modesto proyecto personal, para dejar testimonio de nuestro encierro, el de mi familia y amigos a partir de la lista de contactos en la agenda de mi móvil.

Antes la gente mandaba cartas. Como saben, mi generación arrancó con la fotografía analógica, química y presencial, en un mundo sin redes, ni nada que se pareciera al internet. Vamos, al manicomio nos hubieran mandado si en los ochentas hubiéramos llegado a la redacción diciendo que acababa de tomar una fotografías con mi teléfono. La pura frase sería digna de locura mental.

Pues bien, hoy lo que nos parece tan normalizado, era imposible de hacer tan sólo hace cinco años. 

Hay tres factores que tecnológicamente han revolucionado a la fotografía en el mundo, primero el invento de la cámara digital, que había patentado Kodak en los setentas, pero que arrumbó en los sótanos de su empresa por considerarla inviable y peligrosa para la industria del papel y químicos que claramente ellos dominaban.

Es a finales de los noventa y ya entrando al siglo XXI que la cámara digital se abre paso entre los profesionales, yo conocí la primer cámara digital que elaboraron en conjunto Kodak y AP en 1994, costaba casi 100 mil dólares y se la vi a un par de fotógrafos deportivos en el Mundial de Estados Unidos en las canchas de aquel evento. Sin embargo, el resultado aún era pobre, de baja calidad, lento y caro.

Para el arranque de este siglo las grandes compañías como Canon y Nikon, comenzaron a elaborar modelos mejores y de mayor calidad, sin embargo, su costo calidad todavía no se equiparaba al negativo de 35mm.

De cualquier manera el invento creció y se instaló en los primeros celulares de aquellos años, con baja resolución pero ya portátiles. Y ese fue precisamente el segundo momento en el que la fotografía digital dio otro gran paso. Sin embargo, no sería sino hasta la llegada del iPhone de Steve Jobs, que esos dispositivos realmente empezaría a ser competitivos. Buena calidad a la mano de casi cualquiera. A partir de ahí, le mercado de Cyber-shot empezaría a caer hasta casi su desaparición hoy en día.

Ahora bien, el tercer factor decisivo para el avance de la imagen digital es la combinación de mejores cámaras y sensores, más su disponibilidad masiva sumado a la conectividad móvil, es decir, ya no era necesario ir a la redacción o casa para transmitir lo registrado, y eso potenciado por las redes sociales desde el 2010 con la aparición de Instagram volvería todo esto irreversible. 

Instagram cuenta ya con 1,000,000,000 (mil millones) de usuarios -solo Facebook y YouTube tienen más usuarios que Instagram- y en esta última red diariamente se suben casi 500 millones de imágenes, tan solo en México existen cerca de 20 millones de usuarios y a nivel global Instagram ofrece 58 veces más interacción por seguidor que Facebook y 150 más que Twitter. Los números son ya inabarcables racionalmente. Superan cada mes lo registrado en todo el siglo XX. 

Pues bien, es este contexto de imagen líquida en la palma de la mano, desde mi cuarentena particular, decidí fotografiar vía redes -Facebook o WhatsApp- a 40 de mis amigos y familiares a los que ya extrañaba por el encierro.

Durante mayo, fotografíe desde mi cel y conectados vía wifi, a mis colegas en México y el extranjero como los queridos Gabriel Pérez desde la Del Valle en Ciudad de México, Ariel Moutsatsos en Washington, Léon Krauze en Los Ángeles; Enrique Hernández desde la Condesa, Peniley Ramírez desde la Del Valle, Sandra Romandía desde el Estado de México, o al incansable David Fuentes de El Universal trabajando en la calle desde el sur de la ciudad; además de los estimados Beto Tavira y Joaquín López Dóriga que amablemente accedieron a ser cómplices de mi proyecto de cuarentena.

Por supuesto, no podía dejar de lado las querencias personales, como la serie de amigos entrañables que por aquí desfilaron también, Rafael Ocampo, Rolando Guzmán, Gustavo Mota, Juan José Díaz Infante, Óscar Colorado, Pepe Jiménez, Miguel Gleason o Alberto Ramírez, amigos de la vida pues.

Mención aparte, merecen las periodistas Fabiola Guarneros de Excélsior y Larisa Montero que además de desempeño profesional son madres de tiempo completo y aquí están con sus hijos haciendo la tarea virtual como millones de madres y padres en el país.

Se trata de un trabajo absolutamente personal, -que hoy presento integralmente aquí- sin mayor pretensión que el registro de mi cuarentena vía remota. Así pues, desde mi casa, sin peinarme hice un ejercicio imposible hace una década, fotografía líquida pura, imágenes registradas desde Francia, España, Japón o Estados Unidos.

Atención, no se trata de un reportaje, mucho menos de una crónica de pandemia ni nada parecido; se trata de un juego, se trata de hacer imagen para no olvidar, es un registro, eso es todo. Es un proyecto el cual ya se imprime un libro digital en Estados Unidos y que espero pronto presentar a la vieja usanza, en una expo para celebrar la vida, y el hecho de estar aquí escribiendo y respirando en medio de esta tragedia.

Aquí les comparto una docena de estas imágenes, tomadas, editadas y subidas a redes todas desde mi celular. Agradezco enormemente el tiempo que se tomó la maestra Elena Poniatowska para ser parte de esta locura, así como a las admiradas y queridas Adriana Malvido y Veka Duncan que accedieron a posar para mí a la distancia. 

Esta es una exploración personal a distancia donde adicionalmente como nunca se había registrado, de hecho el autor aparece incluso en la imagen, mi propio encierro está documentado.

Se trata de un experimento, de un juego, de un registro que nada tiene que ver con lo periodístico pero sí con lo importante para quien esto escribe. En el futuro, cuando el coronavirus se cure con un jarabe, esto sonará insólito. Millones encerrados en el mundo por un enemigo invisible.

En este catálogo afortunado de cariños y amistades, también están las escritoras Sandra Becerril y Zaira Eliette Espinosa, sumadas al poeta Aurelio Asían desde Kioto y al escritor Edgardo Bermejo, así como a la queridísima Lizza Ambrossio, fotógrafa mexicana radicada en París.

Adicionalmente les confieso aquí tres de mis retratos favoritos, el de Álvaro Cueva, critico de televisión, Carlos Aranda fotógrafo especializado en técnicas antiguas y la guapa Fer Chinos, fotógrafa emergente con talento excepcional.

El libro que ya se encuentra en imprenta incluye un díptico con los dos fotógrafos mexicanos que yo más admiro y quiero Francisco Mata y Rogelio Cuéllar. Nada que agregar sobre su trayectoria y talentos.

Así las cosas, soy consciente del privilegio de estar vivo y que adicionalmente en lo que tiene que ver con mi entorno personal, no registro hasta hoy, familiares o amigos atacados por este virus implacable. 

Este trabajo sin embargo, no me aleja del implacable peligro del que sé, están expuestos millones de compatriotas que lamentablemente no pueden quedarse en casa. Por eso, creo que es momento de valorar y apreciar todo lo que nuestra vida representa.



PD. Entre los códigos de lectura visual de este trabajo, destaco los siguientes detalles: todas las imágenes fueron tomadas desde mi celular y editadas en el mismo dispositivo. Se agrega el nombre y ciudad de cada personaje pero adicionalmente se sella con el número de muertos covid que registra el país en cada toma. Ese es el número que aparece en cada foto. Por último y cómo detalle curioso, este trabajo refleja por primera vez al autor y su rostro justo en el momento de la toma, una mini selfie que el dispositivo registra.