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Clementine Hozier (Churchill)

Según Marie Benedict, autora de “La dama de guerra”, Clementine Hozier (Churchill) no ocupó el rol de ser la “gran mujer” detrás de un “gran hombre”. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Al investigar sobre la Segunda Guerra Mundial, uno de los nombres que más resaltan es el del primer ministro británico, Winston Churchill, cuyo papel en la inyección de ánimo para incentivar la respuesta del Reino Unido y de su población a las amenazas del Eje Berlín-Roma-Tokio, cuyas actividades bélicas tenían mucho éxito a través de la dominación de varias naciones europeas de manera casi ipsofacta, fue fundamental, aunque no todas tengan un respaldo ético. 

Con respecto a la figura del premier inglés se han escrito miles de páginas, e incluso, recientemente, una película disponible en plataformas de streaming, con bastante difusión y éxito comercial. Sin embargo, es poco común que en las narrativas alrededor del célebre personaje británico, incluso condecorado con el Premio Nobel de Literatura, den voz a Clementine, su pareja y quien construyó su propia trayectoria en la vida pública, aunque ha quedado invisibilizada al paso del tiempo y únicamente se le retoma como un personaje secundario. 

Clementine Hozier, su nombre de pila, nacida en el seno de la aristocracia británica, conoció a los casi 20 años de edad a Churchill y se comprometió en matrimonio a los pocos meses. Sin la posibilidad de cursar estudios universitarios, se caracterizó por un pensamiento crítico, estar presente en varios aspectos de la vida pública y tomar acciones a favor de la justicia social. 

Imbuida en la lucha por el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres, sobre todo el voto, Clementine mantuvo su postura a pesar de la reticencia de Winston a otorgar ese derecho a la población femenina y manifestarlo de manera pública. Sin embargo, ella no se amedrentó y defendió la causa a pesar de que su esposo fue objeto de agresiones y críticas por parte algunas sufragistas. Incluso, participó en algunas reuniones a favor del sufragio femenino.

Durante las Guerras Mundiales se involucró en múltiples causas humanitarias como encabezar la Fondo para Rusia de la Cruz Roja, colectando millones de libras esterlinas, durante la Segunda Guerra Mundial, presidir la Asociación Cristiana de Apoyo a las Mujeres Jóvenes, que les apoyaba para conseguir empleos e insumos para la sobrevivencia, crear comedores comunitarios para las y los trabajadores de las fábricas de municiones y apoyar las labores del comité del Hospital de maternidad Fulmer Chase. Algunas de las cuales, continúo después de las guerras.

También, dio soltura a su pluma a través de la redacción de su reporte sobre su visita a Rusia para observar el uso de los fondos recabados para la Cruz Roja, pudiendo describir el estado en que se encontraba la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas después de la invasión alemana, pudiendo rememorar un encuentro con Stalin en el Kremlin. 

Además de involucrarse en la vida parlamentaria de manera constante, asistiendo constantemente a las sesiones de debate por varios años, casi hasta su muerte. 

Como parte de estos esfuerzos por recuperar las aportaciones de las mujeres a la historia, Marie Benedict, mediante el uso de la literatura retoma algunos pasajes de la vida de Clementine en su novela La dama de guerra (Planeta, 2020), que parte del momento en que conoce a Winston hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, mostrándola como un personaje sumamente activo durante estos años, en constante diálogo con su esposo, pero no en lo referente a aspectos personales sino en cuanto al contexto político y social, imprimiendo su propia visión sobre los hechos y externando su opinión. 

De acuerdo con la autora norteamericana, abogada especializada en los derechos de las mujeres, en una charla realizada hace algunos días a propósito de la traducción al español del libro, lo que más le resulto atractivo de Clementine es que no ocupó el rol de ser la “gran mujer” detrás de un “gran hombre” sino que buscó y logró tener voz propia y ser escuchada en las más altas esferas del poder de su época.

Para Benedict, aún hay muchos rezagos en cuanto al conocimiento de las contribuciones de las mujeres a lo largo de la historia y a través de la ciencia histórica o de la literatura es posible rescatarles para darlas a conocer y abonar a la construcción de un mundo más igualitario al conocer las aportaciones de las mujeres a la cimentación de nuestras sociedades.