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Clases presenciales ¿Si? ¿No?

Lo importante a todo esto es la seguridad de los niños, bajo toda circunstancia. | Joel Hernández Santiago

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Escrito en OPINIÓN el

Hay una especie de urgencia oficial para que los niños de educación escolar básica regresen a clases presenciales.

Es como si en el impulso por mover la economía de un país –de nuestro país en crisis económica y financiera–, los niños representaran un mercado aprovechable para obtener esas ganancias que también se traducen a lo político.

Porque por más que en México la educación pública sea gratuita, no así los insumos y todos los requerimientos que conlleva que los niños asistan a la escuela, lo que representa un gasto adicional para la economía familiar, sobre todo si son varios los hijos menores en muchas familias.

El presidente de México ha insistido durante semanas en que los niños deben regresar a las aulas. Pero de antemano ya se sabe que el Mandatario no tomó muy en serio la gravedad de la pandemia, a pesar de su avance y sus resultados. Él mismo, durante el crecimiento desmesurado de los contagios, invitaba a la gente a salir para consumir y “mover la economía”, como lo hizo desde uno de sus múltiples viajes a Oaxaca y en diversas ocasiones más.

Comenzó con Campeche en donde, dijo, “el semáforo verde” permite ese regreso. Aun así, los maestros debieron ser vacunados para someterse a la prueba de ese regreso. Y se vacunaron. Pero aun así se opusieron a esas clases presenciales dado que “las garantías de salud no se daban aun, a pesar de la señal establecida por la autoridad federal sanitaria”.

Pero tanto las autoridades federales como la estatal adelantaron un paso y hace apenas unos días comenzaron a asistir, aunque se le denomine “prueba piloto”. Y se toma como muestra a Campeche para decirle a los otros estados que ya piensen en regresar a los niños a las escuelas, como ha ocurrido.

Sin embargo, tanto maestros y maestras en lo individual, como organizaciones nacionales de maestros y de padres de familia en distintas entidades, han reiterado que los niños no pueden ir a las aulas en este momento en el que aún hay la incertidumbre de si la pandemia está bajo control, si ya no hay riesgos de contagio ni para los niños ni para los maestros, padres de familia, entorno...

Pero aquí parece predominar la decisión política y económica por encima de las garantías ciertas de salud. Y hay una especie de estira y afloja en la que algunas de las partes parecen tener la razón y argumentan con certeza que todavía no están las condiciones dadas.

Esto es: Hace apenas unos días, al concluir los trabajos del XIV Congreso Nacional Ordinario de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), dirigentes magisteriales exigieron que para un regreso a clases presencial “se debe cumplir con las garantías necesarias, ponderando el derecho a la vida de los estudiantes, de los trabajadores educación y de los padres de familia”.

“No rechazamos el regreso a clases –dijeron–, pero continuamos exigiendo materiales de sanidad, servicios básicos a todas las escuelas y vacunación efectiva a toda la población”.

“Estamos de acuerdo –afirmaron– con el regreso presencial a clases, pero requerimos las condiciones que hemos vendido señalando, entre ellas garantizar que las escuelas cuenten con la infraestructura necesaria, así como agua potable, electricidad e Internet, y que se asegure el abastecimiento de insumos para mantener condiciones de higiene y sanitización de los planteles”.

Y así también el SNTE ha hecho advertencias en ese sentido. Asimismo, es muy importante lo que opinen los padres de familia que, por un lado, ven que sus hijos han pasado un año en práctico encierro, con clases virtuales de las que sólo en casos excepcionales se han obtenido buenos resultados; también les preocupa el estado emocional de los niños.

Pero en su preocupación predomina la salud de los pequeños y la posibilidad de que aun cuando no se contagien, pudieran ser portadores de contagio y llevarlo a casa. No es menor esta preocupación. Y por lo mismo, si por un lado sí quieren que los niños asistan a clases, pero por otro lado les preocupan los resultados en salud... ¿Qué hacer?

Ante estas preguntas básicas de los padres, la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, dijo que, en todo caso, la asistencia de los niños a las escuelas dependerá de la decisión de sus padres. Pero no ha sido tan así.

El presidente insistió el 18 de mayo que para la segunda semana del mes de junio se regresará a clases presenciales.

Lo importante a todo esto es la seguridad de los niños, bajo toda circunstancia.

Aun no es el momento apropiado y no hay las garantías sanitarias en las 198 mil 348 escuelas públicas del país ni para los 1.2 millones de maestros. Para empezar esto es porque antemano muchas escuelas están desabastecidas, muchas en colonias y comunidades sin agua, sin condiciones físicas para ello y porque gran cantidad de recintos han sido bandalizados durante la pandemia.

Y mientras no se tenga la plena seguridad de que todo está en orden y dispuesto para la seguridad de los niños y el entorno educativo, familiar y social, no debe haber regreso a las aulas...

Aun cuando sí, se sabe que nada se compara con el aprendizaje directo. Pero los niños y la vida de los niños y de sus familias y de los maestros, del personal escolar y del entorno son primero. Y será entonces cuando los niños corran, jueguen, griten, se salude y aprendan; que aprendan mucho y recuperen el tiempo perdido, pero también triunfantes y con salud y vida.