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Ciudadanos desplazan a la clase política

El éxito de las candidaturas ciudadanas vino a relucir lo decadente del modelo del sistema de partidos mexicano.

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Escrito en OPINIÓN el

Una verdadera sorpresa han sido los resultados electorales que posicionan a candidatos independientes a cargos de elección popular en el país y que viene a demostrar la crisis en el sistema de partidos.

 

Quizás el triunfo más importante de una candidatura de esta naturaleza lo sea, la candidatura de Jaime Rodríguez El Bronco, quien logró desplazar de la gubernatura de Nuevo León al PRI, gobernado por Rodrigo Medina.

 

No sólo eso. El Bronco logró desplazar a las estructuras corporativas del PRI en Nuevo León, quienes mediante la guerra sucia trataron de desviar la atención del electorado.

 

Quizás el siguiente en orden de importancia sea, el triunfo de Pedro Kumamoto, candidato independiente a diputado local en Jalisco. Un joven involucrado en el colectivo “Reforma Política”, organización promotora de las candidaturas sin partido político, que modificó las formas de hacer campaña.

 

Con sólo unos cuantos miles de pesos en la bolsa y muchos sueños de por medio, Kumamoto, un joven estudiante del ITESO en Jalisco, logró 38.4% de los votos para llegar al Congreso local, imponiéndose en el distrito más panista del país, cuyos triunfos azules representaban en las urnas diferencias por lo menos 30 mil votos.

 

Un candidato que logró obtener un escaño en la LXIII Legislatura del Congreso es, Manuel Clouthier, quien anteriormente militaba en las filas del PAN, y que ahora bajo una candidatura ciudadana logró vencer a las estructuras políticas de los partidos en las urnas.

 

Una nueva práctica política de la ciudadanía se logró en Jalisco, cuando Movimiento Ciudadano, logró desplazar al gobernante PRI de los municipios de la zona metropolitana de Guadalajara y obteniendo la mitad de las curules del Congreso local y las diputaciones federales de esa entidad, constituyéndose como la segunda fuerza de esa entidad y desplazando al bipartidismo gobernante por años y recorriendo al PAN y al PRD de sus posiciones políticas.

 

Primeramente, en estas elecciones se aplicó la reforma política aprobada por el Congreso y para las elecciones federales de 2018 será la primera vez en casi un siglo, que se vuelva a implementar la reelección legislativa.

 

Estos nuevos actores políticos tuvieron el común denominador que cuando se transformaron en opciones reales de triunfo, generaron la animadversión política de sus contrincantes, provocando que fueran objetivos de la guerra electoral.

 

No obstante lo anterior, entidades como Jalisco y Nuevo León, tuvieron en común que los padres de los gobernadores se involucraron en las campañas políticas, manejando candidaturas, recursos públicos y los aparatos gubernamentales a discreción para favorecer a los candidatos impuestos por ellos mismos.

 

Esto trajo consigo la molestia de las bases de sus partidos políticos, quienes vieron frustradas sus intenciones de aspirar a algún cargo de elección popular, luego de años de militancia o trabajo político de calle.

 

El éxito de las candidaturas ciudadanas vino a relucir lo decadente del modelo del sistema de partidos mexicano, basado en la lealtad y la sumisión de sus integrantes, cuya recompensa es perpetrar delitos de cuello blanco, transgrediendo leyes anticorrupción y de transparencia, con la garantía de impunidad que el cargo ofrece.

 

Bajo este esquema transitan en la vida política del país, cuya clase política sin pudor o recato alguno, colocan en candidaturas a sus consanguíneos o leales, como si se tratara de cargos hereditarios o para colonizar los espacios de poder político.

 

Luego entonces, cuando se agotó el modelo del sistema partidos, vinieron las candidaturas ciudadanas a darle esperanza al campo social.

 

Twitter: @racevesj