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Ciudadanía y política

Para Lorenzo Córdova

Por
Escrito en OPINIÓN el

Con demasiada frecuencia nos llegan noticias del nada encomiable comportamiento de integrantes de nuestra llamada “clase política”, ya sea a través de los medios de comunicación o de la información que se transmite de boca en boca. Lo mismo nos enteramos de su irresponsabilidad e ineptitud en el ejercicio de los cargos públicos, que de abuso de poder, tráfico de influencias, conflictos de interés o actos de corrupción.

Lo que en otras latitudes se constituyen como casos de excepción y que en la mayoría de las ocasiones tienen consecuencias severas, en México se nos han ido haciendo costumbre y lo más grave es que generalmente no pasa de, si acaso, unos cuantos días de señalamientos en la prensa y quizá de la indignación de la sociedad que se olvidan pronto. Es muy lamentable pero todo indica que nuestra memoria es corta, la impunidad muy grande y por ende las conductas indebidas de los “servidores públicos” se quedan sin castigo.

Por eso me parece que el esfuerzo realizado por el Instituto Nacional Electoral junto con El Colegio de México para elaborar el “Informe País sobre Calidad de la Ciudadanía” es sumamente valioso, pues si queremos construir una democracia de calidad y con resultados tangibles, es necesario que primero conozcamos no sólo cómo perciben los ciudadanos a las autoridades, instituciones públicas, partidos políticos etc., sino también cómo participan, se relacionan e interactúan entre ellos.

En este sentido, muchos de los datos que arroja el estudio resultan preocupantes aunque no nos toman por sorpresa. Por ejemplo, sólo el 17% de los entrevistados confía en los diputados, 19% en los partidos políticos y 32% en la policía.

Por otra parte, la mitad de los jóvenes no se identifica con ningún partido, 46% de los mexicanos reconoce que nunca ha formado parte de una asociación y el 65% no dispone de ninguna relación que constituya un contacto de intermediación para acceder a la justicia, al gobierno o a recursos políticos o comunitarios.

Otro dato revelador es que aunque la mayoría coincide en que es mejor un gobierno democrático sobre otras formas de gobierno, existe cierto desencanto, ya que prevalece la percepción de que “en nuestra democracia muchos juegan, pero pocos ganan”.

También hay que decir que no todos los indicadores son negativos, pues por ejemplo ha crecido de manera significativa -aunque no suficiente- el porcentaje de mexicanos que consideran que las leyes se deben respetar siempre (53% cuando en 1994 era de 36%), y la participación electoral de los ciudadanos se acerca a lo que ocurre en las democracias consolidadas.

Sin embargo, es claro que los mexicanos no se sienten representados ni confían en los políticos o en las instituciones públicas, su nivel de participación política o social es muy bajo, ya que no consideran que puedan influir mucho en lo que hace el gobierno (únicamente 12% cree que sí), y existe una gran desvinculación social.

Lo anterior, evidencia que es mucho lo que se tiene que hacer en el proceso de construcción de ciudadanía (al que al parecer no le han apostado mucho ni el gobierno ni los partidos políticos), ya que como acertadamente concluye el Informe, “sólo con ciudadanos organizados que sean un contrapeso para el Estado, que denuncien abusos y desvíos, que exijan cuentas a sus gobernantes, que propongan e implementen soluciones a los problemas que les aquejan y que no se sienten a esperar que las soluciones vengan del gobierno” podremos avanzar hacia una democracia de mayor calidad y que genere mejores resultados.¡Aquí hay una gran tarea pendiente! 

@agus_castilla