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Chiapas también existe

Décadas van y vienen y el atraso en la frontera sur es preocupante

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Escrito en OPINIÓN el

Desde su anexión a México, hace 193 años, Chiapas ha quedado en el olvido. Poco se ha avanzado en el campo social y económico y los programas gubernamentales han servido para engordar las cuentas bancarias de quienes lo han gobernado. Sean alcaldes o gobernadores, todos se han despachado con la cuchara grande.

Hoy la “junior - cracia”, conformada por un grupo de chamaquitos lo desgobiernan y lo desmadran cotidianamente. No hay rumbo y Chiapas es una entidad no sólo atrasada, sino marginada. Las riquezas de su subsuelo, su potencial maderero y su producción de café enriquece a muchos y empobrece a millones. No hay un solo municipio que pueda decirse que está desarrollado.

Basta recorrer las calles de cualquier municipio para hallarlas destruidas o atiborradas de bares y cantinas, en una especie de desvergüenza social que a la clase política poco importa.

Sus 12 grupos indígenas presionan constantemente al gobierno para que se respeten sus espacios y decisiones políticas y que se les conozca como actores sociales y políticos, pero la clase gobernante ha manejado al estado a Chiapas como una gran hacienda con acasillados.

El 90 por ciento del presupuesto anual estatal proviene de las arcas federales, pero los recursos no se distribuyen bien. Hay abandono y hambruna, el campo está abandonado, la industria de la construcción y el comercio, deprimidos. Pero eso sí, un grupete de jóvenes políticos cada día se enriquecen más al amparo de la orgía política - social que se vive en esa entidad.

Décadas van y vienen y el atraso en la frontera sur es preocupante


Por esa región ingresan miles de migrantes, toneladas de alimentos de contrabando, drogas, armas, ganado robado y el gobierno federal hace poco o nada para contener ese alud de problemas que golpea a regiones como el Soconusco o Tabasco.

Han sido decenas de reuniones de funcionarios de migración, hacienda, gobierno del Estado y de otras instancias federales, pero no se ha logrado regular la frontera. No hay nada en contra de los ciudadanos centroamericanos honestos, pero sí contra aquellos que vienen a delinquir, a sembrar la zozobra y el caos.

En gobiernos anteriores de Chiapas y bajo el manto de la protección de los derechos humanos y con el aval del gobierno federal se abrió literalmente la frontera. Incluso los chiapanecos se quejan de que a los indocumentados se les den más preferencias en el sistema de salud que a los propios mexicanos.  Los agentes migratorios, aparte de atracar a los extranjeros, no sirven para otra cosa. Si ya se abrió la frontera pues que se desmantele ese aparato.

Vale la pena retomar la figura que hizo el arquitecto Hans Kabsch Vela quien grafíca la situación así: 

Tapachula (la capital económica de Chiapas) es como un Dunkerque posmoderno. Aquí se agolpan miles de náufragos: de Eritrea, Somalia, Siria, Honduras, Irak, Guatemala, Indonesia, El Salvador, Cuba, Nicaragua… Cientos llegan mutilados física o mentalmente. Vagan por las calles en espera de un medio de transporte, una oportunidad de continuar su viaje al Norte, como insectos atraídos por la luz artificial de una lámpara ardiente

Oleadas de miseria. Fuegos fatuos…espejismos. En ningún lugar se puede percibir mejor el fracaso del neoliberalismo globalizado que en esta ciudad olvidada. Si hay algún lugar en la tierra que se parece a Macondo, ese es Tapachula. Con sus piedras como huevos prehistóricos, hombres que conocían y sabían hacer hielo… Duele vivir aquí. Tanto como crecer y volver.

La política de seguridad de la Frontera Sur se finca en extender las oportunidades de salud, educación, empleo y abasto y una política migratoria justa, apegada a los derechos humanos. Eso hoy por hoy es letra muerta. De ahí la urgente necesidad de legislar sobre la materia para darle un mejor nivel de vida a quienes viven en la zona de frontera en los límites de Guatemala.

Los trabajadores del campo, la agroindustria y el comercio merecen mejores salarios y condiciones de trabajo para beneficio de ellos y de sus patrones, pero lamentablemente eso aún no llega en esa apartada región geográfica donde se pagan elevadas tasas de electricidad a pesar de ser Chiapas uno de los estados aportadores de energía al país.

En la frontera, los chiapanecos reclaman además el desarrollo integral de Puerto Madero o Puerto Chiapas, partiendo de que las economías más fuertes del mundo se fincan en el desarrollo de sus puertos y para ello se requiere impulsar el proyecto integral para el desarrollo urbano, económico y social de ese emporio.

¿Qué futuro le depara a Chiapas?


Veremos en los próximos años y confiamos en que no haya un repliegue del narcotráfico hacia esa zona como el “efecto globo” de la presión que ejercen las autoridades en el norte mexicano.

Quien llegue al gobierno de Chiapas en reemplazo del jovenzuelo Manuel Velasco Coello, hallará un campo fértil para trabajar. Si no lo hace, serán otros seis años echados a la basura de la historia.

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