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Cherchez la femme: la Argentina millennial

Gustavo Ferrari Wolfenson

Por
Escrito en OPINIÓN el

Mi madre siempre me ha contado la misma historia. Era julio de 1952 y el embarazo de su primer hijo estaba ya por los seis meses. Salieron a cenar con mi padre y unos amigos a un restaurante de los bajos del centro. Estaban sentándose a la mesa y de pronto el dueño del local bajó sorpresiva, pero violentamente, la persiana metálica del lugar. Eran las 21.15 horas y de pronto la radio comenzó a emitir un comunicado: “Cumple la Secretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20:25 horas ha fallecido la Señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación. Los restos de la Señora Eva Perón serán conducidos mañana, al Ministerio de Trabajo y Previsión, donde se instalará la capilla ardiente".

A partir de ese momento se cerró el restaurante y con el mismo envión de la noticia, nacía la leyenda.

No sé si porque ya no pudo cenar esa noche o porque recordó cuando no le fue entregado en mano su título de abogado porque rechazó jurarlo por el “benefactor” Juan Domingo Perón, pero nunca en mi casa compartimos un sentimiento en favor del peronismo.  Sin embargo, las frases “Volveré y seré millones” o “Si Evita volviera sería Montonera” aún replican en los cantos o altares de gente y de la militancia, hacia la mujer más importante de la historia política latinoamericana del siglo XX, que jamás fue presidente, que jamás tuvo un cargo público, que devino de ser una actriz de reparto a convertirse en un mito.

Rescato de la Evita militante y agitadora de masas una de las frases más importantes de sus escasos 10 años como protagonista del quehacer de la vida política argentina: 

“Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad”

Pasaron 21 años de la muerte de Evita para que la República Argentina tuviese en María Estela Martínez de Perón, “Isabelita”, lo que se le negó por siempre a ella, la presidencia del país. Como miembro de la fórmula Perón – Perón, encabezada por su esposo, en 1973, asumió la vicepresidencia del país y la muerte del general la invistió como la primera presidente de la nación. Su debilidad institucional y fragilidad de conducción la hacen víctima de un golpe militar que comprenderá una de las etapas más dramáticas de la historia del país. Pero con apoyo o sin él, merecido o no, Isabelita fue Presidente, la primera presidente mujer de la Argentina y aún hoy, enclaustrada en algún rincón de España, cobra su pensión como ex mandataria.

La democracia de la década del 80 renace con el liderazgo de viejos caudillos y referentes políticos. Sólo Florentina Gómez Miranda o Alicia Moreau de Justo, sobresalen más como luchadoras sociales, a un fuerte machismo político que asume el control del país. El la política es cosa de hombres marca la frase institucional de una época en donde la consolidación del proceso democrático pasa por tener pantalones y eventualmente bien puestos. Los nuevos aires del siglo XXI nos encuentran con la llegada de una nueva figura controversial. Cristina Fernández de Kirchner, ex diputada, ex senadora, que se convierte en Presidente de la Nación y en un personaje que pretende emular a lo que soñó Evita: ser la abanderada de las causas justas, pero con representatividad institucional. Ocho años dura la presidencia de Cristina con el ferviente deseo de continuar siendo la referente más importante en la vida política del país.

Este pasado 13 de agosto hubo elecciones primarias en la Argentina. No sólo se definía un modelo de nación luego de años de populismo,  sino también se presentaba una lucha de género por los liderazgos. Sus protagonistas principales  fueron cuatro mujeres que entre ellas encerraron y cooptaron el caudal electoral del país.

Lilita Carrió en la Ciudad de Buenos Aires, Graciela Ocaña como candidata a diputada en la provincia de Buenos Aires, el retorno de Cristina Fernández  como candidata a senadora en la misma provincia y María Eugenia Vidal como referente del oficialismo, fueron las cuatro estrellas que no sólo encabezaron y ganaron sus respectivos distritos con una emocionalidad imprevisible y desbordada, sino que arrancaron de raíz el estigma de que la política sólo se hace teniendo pantalones. Si a eso le sumamos que el país tiene una vicepresidente, 5 gobernadoras, que las fuerzas de seguridad están conducidas por una mujer,  que la política social también está en manos femeninas, que una argentina acompaña a su marido al frente del reino de los Países Bajos y que el programa de opinión más importante de la televisión está conducido por una señora de 90 años más lúcida y sagaz que cualquier otra, vuelvo a Evita diciendo “Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país.”

La Argentina hoy es femenina y está representada por la imagen de una mujer que representa la república flameando una bandera de justicia.

La vida política del país se vislumbra en los próximos años hacia un escenario donde indefectiblemente una mujer será nuevamente la  próxima presidente y protagonista de sus destinos. No es imposición, es mérito y quizá mientras los hombres sigan debatiendo quién será el mejor técnico para dirigir la selección de futbol o que si Maradona es mejor que Messi, la mujer argentina habrá hecho lo que una vez pregonó otra reconocida referente de los derechos humanos, 

“si ustedes creen que por ser mujer no podemos llevar a cabo el cambio que necesita un país, recuerden que tampoco los hombres pudieron hacerlo”

Gustavo Ferrari Wolfenson es Doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Consultor de las Naciones en temas de fortalecimiento institucional para gobiernos. Profesor de Gobernabilidad y Ejercicio del Poder del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Harvard y del ITAM.

@gferrariw