En recientes fechas hemos sido testigos de una “ola” de violencia que ha marcado, tal vez permanentemente, el gobierno de Enrique Peña Nieto. Parece que el romance terminó y que todo aquello que criticaron durante la campaña presidencial y que parecía tenían controlado, no sólo no estaba controlado sino que se ha multiplicado para pasar de los crímenes del narcotráfico a los crímenes del gobierno, de la policía o en su defecto del narcogobierno y de la narcopolicía.
Más allá del origen de los problemas o de la posible vinculación (en algunos casos evidente) de la policía y del gobierno creo que simplemente es intolerable:
- Que no aparezcan los desaparecidos (aun en dicho carácter y con la – tal vez ilusa – esperanza de que estén con vida) de Ayotzinapa.
- Que encuentren fosas y fosas de cadáveres que posiblemente sean de los normalistas, pero si no son ellos hay forma de saber ¿quiénes son?
- Que en Ecatepec ahora se encuentren más cadáveres de adolescentes y no puedan dar con su identidad… en cada persona hay una historia y no es admisible que una familia siga esperando sin respuesta a un hijo, a una hermana o incluso a un amigo con vida mientras alguien tiene la verdad y se niega a darla… esto no sólo aplica para el caso del Estado de México, aplica para cualquier osamenta que sea encontrada… son personas; ante todo son personas.
- En el caso Tlatlaya haya sido el Ejército o quien haya sido tampoco se puede tolerar.
- Que en respuesta se quemen edificios públicos en Guerrero impunemente.
Gandhi decía que ojo por ojo el mundo se va a quedar ciego y la falta de gobernabilidad hace que las omisiones del gobierno lleguen a todos lados; no estamos hablando de lo que hizo el crimen organizado, estamos hablando de lo que hizo el gobierno local, de lo que posiblemente hizo el Ejército y de lo presuntamente hizo la Policía municipal… y ante esto, también estamos hablando de lo que no hace el Gobierno Federal.
Si la respuesta del secretario de Gobernación a la primera movilización del IPN es de lo mejor que se ha visto de el actual gobierno, los casos mencionados la hacen ver ridícula y hasta teatral… no es que sepa cómo atajar una crisis, es que tiene oficio político y atendió con valor a los jóvenes del IPN pero, ¿y los jóvenes de la Normal?, ¿y los de Ecatepec al parecer todavía más jóvenes?
No se debe hacer renunciar al gobernador Aguirre ni tampoco a ningún gobernador… en teoría las instituciones tienen cauces institucionales y no pueden seguir resolviendo las cosas de manera “económica” porque eso no resuelve los problemas sólo los posterga; se tiene que disolver los Poderes en Guerrero porque el gobierno está totalmente deslegitimado, no es poner a un “gobernador” de sombra como Castillo en Michoacán, es reconocer que el gobierno perredista fracasó, que tienen a un Alcalde prófugo y que lo que se está dejando claro (sobre todo por las disculpas del PRD por sus gobernantes) es que quien debe ofrecer soluciones y seguridad es quien está matando a los jóvenes aún desaparecidos.