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Carta abierta a los candidatos a alcaldes de la Ciudad de México

Les extiendo mi mano para pactar por la generación y difusión de los artistas capitalinos. | Jorge Iván Garduño

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Escrito en OPINIÓN el

Respeto, trabajo, moral, tolerancia, educación, confianza, libertad, amistad, arte, gobierno… todo se conjuga en una única y vasta expresión: cultura.

Y es que ahí, en la cultura (tomando como premisa que al hablar de “cultura” no sólo nos referimos a las manifestaciones artísticas), se van gestando las bases de nuestra individualidad, lo que significa que posteriormente será lo que brindaremos a la sociedad, al entorno en el que nos desenvolvemos, a la comunidad finalmente. 

Señores candidatos a alcaldes de la Ciudad de México, tienen ante ustedes la gran oportunidad de trabajar por los habitantes de la Ciudad de México, –si la ciudadanía decide brindarles su voto–, pregunto: ¿por fin alcanzaremos la equidad tan demandada en cada rincón de la Ciudad de México, que no es únicamente democracia política, prosperidad económica y justicia social, sino reconciliación con nuestras tradiciones y con nosotros mismos?

Las alcaldías como Tláhuac (tan azotada por las desgracias) o Milpa Alta ¿por fin se lograrán integrar a la vida cultural plena de la capital y ser considerados sus ciudadanos de primera categoría? Imposible saberlo.

El pasado reciente nos enseña que nadie tiene las llaves de la historia. Algo sabemos, sin embargo: cualesquiera que sean las formas de organización política y social que adopten los pueblos, la cuestión más inmediata y apremiante es la conservación de las expresiones artísticas originarias y el desarrollo de nuevas manifestaciones. Defender y propiciar la cultura, es defender nuestras comunidades, nuestra memoria histórica y sanear a la sociedad.

Sólo si renace entre nosotros el sentimiento de fraternidad, de hermandad por nuestras raíces, podremos defender las tradiciones (que no son pocas), nuestra cultura (que es muy variada) e insertarla en la vida social de los pueblos, colonias y barrios de las 16 alcaldías de la capital mexicana, como parte fundamental en el desarrollo y reconstrucción del tejido social de nuestros pueblos originarios.

No es imposible: fraternidad, hermandad, son palabras que pertenecen por igual a la tradición liberal y a la socialista, a la científica y a la religiosa, a la ética y a la política. 

Como representante de la comunidad cultural a la que pertenezco y, en el nombre de la misma y propio, les extiendo mi mano –otro antiguo gesto de fraternidad y hermandad– para pactar por la generación y difusión de los artistas capitalinos, poniendo el acento por el rescate de las tradiciones y vida cultural de las zonas menos favorecidas del Valle de México, por la de propiciar espacios y mecanismos que coadyuven al óptimo desarrollo de las actividades culturales, por la de proponer ante la Cámara de Diputados de la CDMX y la Cámara de Diputados federal, leyes que regulen y faciliten el desarrollo cultural de todas nuestras alcaldías por igual, poniendo el acento en Milpa Alta y Tláhuac. 

Ya que los habitantes de estas alcaldías son pueblos nobles, trabajadores, y amantes de sus costumbres y tradiciones –pero a la vez ávidos de diversas expresiones artísticas habituales o novedosas– todos debemos trabajar en este compromiso pactado; juntando nuestra voz a otra voz, nuestras ideas a otras ideas y nuestras manos a otras manos: todos, ya sea como sociedad, como artistas, como promotores culturales, como empresarios o como funcionarios públicos, a cada cual en la tarea que nos corresponde y nos ocupa.

Y concluyo con una frase que solía decir un escritor uruguayo, y que a todos los ciudadanos –seamos del lugar que sea– nos involucra y nos debe llevar a la reflexión, y dice: “Las personas dudarán de lo que decimos mas, nos creerán por lo que hacemos”. 

Vecinos ¡todos!, de la Ciudad de México, que nuestra vida valga para que nuestras acciones hablen por nosotros mismos.