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Campañas electorales descafeinadas

Las campañas deben representar un espacio para que las y los ciudadanos conozcan a sus candidatos y sus propuestas

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Escrito en OPINIÓN el

Las campañas electorales en nuestro país han perdido el objetivo central: informar a las y los electores de los planes de gobierno y plataformas de campaña de las y los candidatos a un cargo de elección popular.

Las elecciones del Estado de México y Coahuila son claro ejemplo de ello. En ambas, los estrategas de sus campañas esperan y miden el momento oportuno para soltar una bomba mediática en contra de su principal contendiente, no importa si la noticia que dan a conocer es cierta o falsa, no importa si los documentos son apócrifos y, menos aún, les importan las consecuencias jurídicas que, en el mejor de los casos, llegarán cuando ya haya terminado la jornada electoral.

Las formas de difundir noticias falsas se ha sofisticado. Ahora no tiene que ser un medio de comunicación conocido quien la difunda, las formas de llegar a las y los electores se han multiplicado y las redes sociales ofrecen un medio inmejorable para difundir cualquier estrategia de campaña cobijados en el anonimato que ofrecen cuentas y perfiles en facebook, instagram o twitter. La elección del año pasado en Estados Unidos es el mejor ejemplo del peso que tienen las “fake news” en los resultados de un proceso electoral.

Los partidos políticos son los responsables de que los ciudadanos ya no tengan ningún interés en las campañas electorales ni en lo que tengan que decir las y los candidatos. El objetivo de una campaña electoral es siempre ganar una elección, pero ahora a cualquier costo.

Lo que estamos viendo en Coahuila y el Estado de México es la estrategia en boga en las campañas electorales. Se acusa a alguien del partido opositor que no es candidato en las elecciones de corrupto, y en consecuencia el golpe previsible siguiente es buscar algo similar en contra del candidato opositor. La guerra de cuentas bancarias falsas en el extranjero enmarca los últimos días de las campañas electorales de 2017. El cálculo es muy sencillo: el tiempo que tarda la justicia en resolver las denuncias presentadas y determinar la falsedad de las declaraciones, será después de la jornada electoral. El golpe ya está dado.

Los medios de comunicación también juegan un papel importante. La irresponsabilidad de difundir cualquier noticia sin la más mínima investigación es agraviante. Pretender jugar en la arena política denostando candidatos sin la menor comprobación de datos, solamente refleja su interés en influir en las campañas electorales. En el fondo, ese es el juego, inclinar la balanza para él o la candidata que beneficie sus intereses.

Las campañas deben representar un espacio para que las y los ciudadanos conozcan a sus candidatos y sus propuestas, comparen sus planteamientos, juzguen su actuación política y, con información oportuna y veraz, determinen por quién emitirán su voto. Los ciudadanos se merecen campañas sin mentiras, sin notas prefabricadas, sin noticias que ensucian las campañas y ponen a las y los candidatos uno peor que al otro. La lucha por el poder no debe dejar de lado a la ciudadanía, debe encontrar los mejores candidatos y obligarlos a compartir sus logros y responder ante sus actuaciones. Debe ofrecer elementos claros del comportamiento anterior y, por tanto, una idea más o menos clara del comportamiento que tendrán las personas que aspiran a ocupar un cargo y de los equipos que los acompañan.

Con estas reglas electorales y este tipo de campañas enfrentaremos en proceso electoral de 2018. Una treintena de elecciones y la presidencial, serán el campo en la que se desarrollarán este tipo de campañas. El escenario no es bueno. Las reglas no son las mejores pero esperemos que las y los candidatos tengan planes de gobierno y programas de trabajo serio e importante que comunicar en sus campañas y no se centren en destrozar a sus opositores.