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Cambios en Función Pública

Roberto Salcedo era el único subsecretario que quedaba en la estructura de la SFP. | Octavio Díaz García de León

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Escrito en OPINIÓN el

La idea: Recientemente se dio el relevo de secretarios en la Secretaría de la Función Pública federal después de dos años y medio de gestión de la secretaria saliente, la Dra. Sandoval, donde estuvo acompañada por el nuevo secretario Salcedo todo ese tiempo. Es oportuno para el nuevo secretario revisar el rumbo de dicha Secretaría y reforzar sus tareas.

Desde que inició la administración del presidente López Obrador hubo cambios importantes en la Secretaría de la Función Pública (SFP) que afectaron su capacidad de actuación.

No me refiero al tema de combatir a la corrupción, donde hubo pocos logros significativos,  ya que la SFP no está diseñada para esa tarea como lo he mencionado en ésta columna: si se quiere que la SFP combata la corrupción, debería tener otras atribuciones, empezando por darle formalmente la de combatir la corrupción y un nuevo diseño institucional.

Algunos aspectos que limitaron los trabajos de dicha Secretaría en la nueva administración fueron:

Al inicio del sexenio se sustituyó a casi todos los comisarios y subcomisarios, personal clave en la estructura de la SFP, llegando personal con poca o ninguna experiencia en temas de la Secretaría. Esto afectó la coordinación con los órganos internos de control (OIC) y causó deficiencias en su participación en los órganos de gobierno del gobierno federal. Sería oportuno que el nuevo secretario revise el perfil y actuación de las personas que forman parte de este grupo fundamental.

Hubo importantes reducciones de personal en la Secretaría. De tener tres subsecretarías se quedó sólo con una y hubo otros recortes en sus áreas centrales. En los OIC se redujo la plantilla autorizada en un 30% y se eliminó a uno de los titulares de área, además de la pérdida de prestaciones y la disminución de salarios que afectó a todo el gobierno federal. Todo ello mientras creció sus tareas, sin cambiar los métodos de trabajo, lo que ocasionó pérdida de capital humano y deficiencias en la operación. Además, el cubrir vacantes tomaba meses e incluso años, lo que debilitaba aún más su actuación. El nuevo secretario quizá podría volver a reforzar a la SFP.

Se hizo más énfasis en hacer auditorías al desempeño (50% del total de auditorías cuando antes eran sólo un 20%) las cuales producen recomendaciones que no son de cumplimiento obligatorio para los entes auditados, por lo cual a veces quedan en buenos deseos. Esta reducción en auditorías financieras y de cumplimiento redujo las posibilidades de detectar violaciones a la normatividad y actos de corrupción. También se redujo el tiempo para realizar auditorías al cerrar el plan anual de trabajo a mediados de noviembre, quitando casi dos meses de trabajo a los OIC para realizar más auditorías.

Se multiplicaron las solicitudes de información a los OIC por parte de oficinas centrales, sin saberse para qué se requerían o que acciones se tomaron sobre esos informes. Se estima que los 213 OIC enviaron a oficinas centrales más de 100,000 informes por año. Quizás el nuevo secretario podría revisar esta práctica que en ocasiones llega a ocupar la mitad del tiempo de los OIC, por la premura con que se piden.

Inicialmente, para el nombramiento de titulares de OIC, se continuó con el procedimiento que venía por lo menos de tiempos del presidente Fox, de hacer exámenes rigurosos a los candidatos. Estos exámenes se descontinuaron hace dos años por lo que ya no se validaron las capacidades técnicas de los nuevos titulares de los OIC que fueron nombrados en este periodo. El nuevo secretario podría retomar este ejercicio para asegurar que se nombre en estos puestos a personal con los conocimientos y experiencia necesarios.

Uno de los proyectos de inicio de sexenio fue concentrar al personal y el presupuesto de los OIC en la SFP. El proceso quedó inconcluso y sólo se lograron avances parciales en los OIC de las secretarías de estado. Con los OIC de las paraestatales no se pudo realizar esa transferencia. El nuevo secretario pudiera revisar esta medida que ha afectado la operación de los OIC que se quedaron a medias.

Llega como secretario, Roberto Salcedo, quien tiene casi 50 años de experiencia profesional y era el único subsecretario que quedaba en la estructura de la SFP. Fue Auditor Especial de Desempeño en la Auditoría Superior de la Federación por 18 años, entre otros puestos relevantes, por lo que es de esperarse que siga impulsando una estrategia preventiva en el control interno del gobierno federal.

Ojalá pueda reestructurar algunos de los procesos que dificultaron la actuación de la SFP en la gestión de su antecesora y replantear aspectos como los mencionados. Entre ellas, dejar de insistir en que la SFP sea la encargada de combatir la corrupción, ya que dicha Secretaría no está diseñada para eso. Le deseo al secretario Salcedo mucho éxito en su gestión.