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Cambio vs Cambio

En el índice de percepción sobre corrupción, México se rezaga, con lo que se convierte en el país peor evaluado del G20 y de la OCDE | Marco Antonio Adame

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Escrito en OPINIÓN el

México va a cambiar. Esa es la conclusión de la inmensa mayoría de los ciudadanos en las mediciones publicadas hasta el momento. Se confirma de manera contundente que ha quedado resuelto el dilema de continuidad o cambio y que el nuevo dilema a resolver, de cara a las elecciones del 1º de julio, será sobre el tipo de cambio que México necesita.Hasta ahora el 80% de la población se pronuncia por el cambio de partido en la presidencia de la República, la población no quiere que siga gobernando el PRI; al mismo tiempo, se confirma que los temas que más preocupan a los ciudadanos están relacionados con los niveles de bienestar, seguridad, empleo digno y, sobre todo, acabar con la corrupción y la impunidad que a tantos agravia.

México no va bien

Los resultados de distintas mediciones internacionales confirman que el país no va por buen camino. En el índice de percepción sobre corrupción (IPC 2017), México se rezaga pasando de 30 a 29 puntos, con lo que se convierte en el país peor evaluado del G20 y de la OCDE. En materia de derechos humanos, nuestro país vive una gran simulación, así lo confirman las declaraciones del secretario general de Amnistía Internacional Salil Shetty, quien afirma que la posición de las autoridades no coincide con los resultados en temas de migración, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y tortura. Y qué decir de la violencia e inseguridad, puesto que las cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública confirman al 2017 como el año más violento en la historia desde que se tienen registros; o en materia económica, con un crecimiento insuficiente y donde la desigualdad y la pobreza no se han movido en dos décadas, a pesar de los cuantiosos recursos que el país invierte en miles de programas sociales opacos e ineficaces.

La trampa del populismo

Como puede verse, el sistema político está agotado, la demanda de cambio y el malestar social es creciente. Al momento de buscar la solución a los graves problemas que nos aquejan, sería muy peligroso concluir que hay salidas fáciles o inmediatas; peor aún es creer que la solución puede descansar en una sola persona y que los grandes remedios serán fruto del voluntarismo o los buenos deseos de un solo individuo; esta es la trampa del populismo.

Por ello es tan delicado que quien hasta hoy encabeza las encuestas se erija en el vértice del cambio y que, manipulando el descontento social, imagine paraísos terrenales como el de la república amorosa con todo y su propia constitución moral para que no haya duda de cómo debe ser el mundo de fantasía que habita en su imaginación.

Por el contrario, para resolver los grandes desafíos que enfrenta el país hay que renovar la confianza en nuestras instituciones democráticas y en las leyes fundamentales que nos rigen, base del estado democrático de derecho. Al mismo tiempo, en impulsar los cambios responsables que nos permitan transformar de raíz el sistema económico, político y social en que vivimos a través de un gobierno honesto y de resultados que sea fruto de la aplicación ética de las buenas prácticas en el ejercicio del servicio público.

Los temas de esta agenda de cambio pasan por el combate frontal a la corrupción, la lucha contra la desigualdad y la pobreza, la lucha contra la impunidad, el impulso a un mayor crecimiento económico, la vigencia de un México en paz y la promoción de nuestro país como un actor global e influyente.

Garantizar estabilidad y paz social

Por lo pronto, es preciso concretar las reformas del sistema nacional anticorrupción, comenzando por la reforma al artículo 102 de la Constitución y, en consecuencia, proceder al nombramiento de un fiscal general autónomo. También, dar seguimiento a las demandas de corrupción por más de 1,300 millones de pesos reveladas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en la SEDESOL y la SEDATU.

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Y, ante todo, exigir al gobierno que cesen los ataques injustificados a los líderes de la oposición que más que reivindicación y justicia ante los supuestos agravios parecen verdaderas cortinas de humo para encubrir las propias actuaciones de corrupción que se vienen ejecutando desde las oficinas del gobierno federal.

Estas y otras acciones ayudarán a garantizar el clima de estabilidad y paz social que se requiere para el ejercicio del voto ciudadano durante las próximas elecciones; de otra forma, no solo se dilapida el patrimonio nacional sino que también se atenta contra los derechos sociales y políticos de los ciudadanos.

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