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¿Cambio de imagen?

Al poder le urge un cambio de imagen para enfrentar con mayor eficacia los retos de los próximos tres años.

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Escrito en OPINIÓN el

Con el fin de las campañas, la agenda del espacio público regresará pronto a la normalidad. Solo tendremos que esperar unas cuantas semanas para que nos olvidemos de los spots electorales, de los escándalos entre partidos y candidatos, de la violencia, el espionaje y las noticias de interés que caracterizaron a todo este proceso.

 

La comunicación política es efímera.

 

Y en las #Elecciones2015 tuvo una vida útil menor a la de procesos anteriores, aunque fue apabullante si la analizamos desde el punto de vista de su intensidad.

 

El domingo la ciudadanía definirá el nuevo rumbo.

 

La nueva correlación de fuerzas en el escenario político nacional y local en la mayoría de los Estados y el DF obliga a ajustar programas, políticas públicas, equipo y estrategias de comunicación e imagen.

 

La oportunidad es única y debe aprovecharse.

 

Primero, porque la economía se prevé complicada en el corto plazo. Segundo, porque el problema de la inseguridad no cede. Y tercero, porque varios de los logros que se esperaban de las reformas están en riesgo.

 

La primera contingencia surgió con la Reforma Educativa.

 

La suspensión indefinida de las evaluaciones para el ingreso, promoción y permanencia de aspirantes y maestros de educación básica y media superior anunciada por la SEP, el viernes pasado, anticipa más conflictos, divisiones y confrontaciones.

 

Las críticas contra el gobierno han sido fuertes.

 

En realidad, pocos creen que se haya tratado solo de una decisión para quitarle presión a las elecciones y garantizar la tranquilidad de la jornada electoral del siete de junio.

 

De lo que no hay duda es que fue un punto de inflexión.

 

Con la tendencia que se marcó desde la SEP, en menos de quince días, el Gobierno de la República estará de nuevo en el centro de la agenda.

 

Es lo lógico y es lo que más le conviene.

 

Guardadas las proporciones, algo similar sucederá en la Ciudad de México y en la mayoría de los estados. Sólo en nueve —en los que se elegirá gobernador o gobernadora— habrá tregua y paciencia por el periodo de gracia que siempre se concede a los recién elegidos.

 

Sin embargo, los ajustes se requieren en todos los casos.

 

Por un lado; porque los índices de apoyo, aprobación y calificación de los gobernantes están, salvo excepciones, en niveles muy bajos. Por el otro, porque la culminación del proceso electoral marcará el inicio informal de la sucesión presidencial.

 

Si todo se mantiene igual, los riesgos se incrementarán.

 

Al poder le urge un cambio de imagen. Para enfrentar con mayor eficacia los retos de los próximos tres años y medio no alcanza un cambio cosmético o superficial.

 

Las instituciones tienen que ir a fondo.

 

Es preciso dar a la sociedad certidumbre y confianza. Se debe considerar, por lo tanto, la posibilidad de definir una nueva y audaz política de comunicación para mantener la gobernabilidad, a través de un mayor control de la imagen institucional y la agenda pública.

 

Para lograrlo, hay que entender el nuevo paradigma.

 

Quienes así lo hagan, tendrán mayores posibilidades de mantenerse en el poder o de aspirar a mejores posiciones. Los que no, se seguirán debilitando o, peor aún, se quedarán anclados en el pasado pensando en todo lo que pudo haber sido y no fue.

 

 

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