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Cambiando conductas

Desde mi punto de vista la transformación peatonal de la Ciudad de México tiene que ver con dos grandes ejes, la infraestructura y las conductas. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Recién inició la administración de Claudia Sheinbaum, la Secretaría de Movilidad promovió “El decálogo del buen conductor”, un listado poco acabado que probablemente debió ser discutido con mayor profundidad. Ya en el pasado hubo intentos por generar decálogos para otros actores de la movilidad, y por supuesto hubo críticas a estos documentos. En el caso del recién emitido, me parece que en general dominó el voto de confianza al nuevo equipo y por ello no hubo mayores críticas.

Sin embargo, recién han sacado algunos videos promocionales del decálogo y particularmente llamó mi atención el comercial para promover que los automovilistas cedan el paso “uno por uno”.

Se trata de un video actuado por Dolores Heredia quien, conduciendo un vehículo por Patricio Sanz llega a la intersección con José María Olloqui, donde otro automovilista no la deja pasar. Ella toca el claxon, desciende de su auto y con un trato muy cortés le pide ser amable y ceder el paso. El video fue posteado por la cuenta @GobCDMX; un usuario conocedor del reglamento de tránsito, @Ibrabritovic, respondió: “No, en el artículo 10 del reglamento aparecen los distintos criterios de acuerdo a tipos de vía, anchos, sentidos, etc.”

En efecto. Lo primero que señala el Reglamento de Tránsito en el artículo 10 es que el primer criterio de preferencia en una intersección sin semáforo es para el peatón y luego establece una serie de criterios entre los cuales está ceder el paso a la calle que está a la derecha, en este caso una calle distinta a la que circulaba la actriz. Pero adicionalmente el artículo 7 del Reglamento de Tránsito prohíbe usar la bocina para cualquier cosa que sea distinta a “evitar un hecho de tránsito”.

Es decir, el claxon no es timbre para avisar que ya llegaste y debe bajar tu amigo o alguien te abra la puerta de tu cochera. Tampoco es un instrumento para saludar, para insultar o para reclamar. Es el uso que hemos dado. El claxon como herramienta para reclamar es una acción que debería ser sancionada con hasta 10 unidades de cuenta, lo que equivale a 845 pesos.

Resumiendo hasta aquí: el Gobierno de la Ciudad entiende mal las preferencias de tránsito, las obligaciones reales de los conductores y no las que se establecieron en el decálogo, fomenta la cultura del reclamo y el mal uso del claxon. Estrictamente deberían retirar el video de sus redes sociales. No lo harán. Esto los llevaría a un problema administrativo: ¿Cómo se pagó este video y qué autoridades validaron su contenido fomentando violaciones al Reglamento de Tránsito? La Contraloría de la Secretaría de Movilidad terminaría jugando un rol incómodo.

Sin embargo, más allá de esto ¿tenemos claro cómo cambiar, de fondo, las malas prácticas de los automovilistas? Desde mi punto de vista la transformación peatonal de la Ciudad de México tiene que ver con dos grandes ejes, la infraestructura y las conductas, así como el fortalecimiento institucional a favor de los peatones. Mientras los conductores de vehículos motorizados no respeten los espacios peatonales, moderen velocidades y aprendan a ceder el paso, en donde por reglamento corresponda el espacio a los peatones, no ocurrirá dicha transformación.

Esto nos lleva a reflexionar sobre las estrategias que debe desarrollar la ciudad, y me refiero a gobierno y sociedad, para cambiar conductas. En algún momento, en Bogotá, bajo el mandato de Antanas Mockus, se emplearon mimos para corregir conductas. Pienso que hay que identificar el mecanismo local más efectivo. No es sencillo. Sin embargo, la base no es centrarnos en las obligaciones de los conductores hacia otros conductores, sino en los conductores hacia las demás personas: hay que construir la cultura de “ceder” en general.

Algo dice, tangencialmente, el decálogo del buen conductor: “Primero el peatón. No obstruyas su espacio y cédele el paso”. Necesitamos que ese “cédele el paso” tenga ejemplos claros que poco a poco sean acogidos por todos los conductores.

En algunas intersecciones, la Secretaría de Seguridad Ciudadana está modificando la programación para que, durante algunos segundos, todos los semáforos vehiculares estén en alto y los peatones puedan cruzar en cualquier dirección. Si bien parece una medida a favor del peatón, en el contexto actual no lo es: esos segundos tenemos autos y motos pasando en cualquier dirección sin respetar a los peatones. Peor aún, esta estrategia está muy lejos de construir el mensaje de que al dar la vuelta en auto, la preferencia de paso es del peatón, así vaya distraído, con los ojos cerrados o el celular en la mano. Así lo establece el propio Reglamento en el artículo 6, que define una serie de condiciones en las que da preferencia de paso a los peatones, muchas más de las que ocurren en realidad.

La clave, a mi juicio, está justamente en esto: hacer que todos los casos considerados en el artículo 6, para dar prioridad al peatón, se vuelvan efectivos.