Las entrañas se revuelven ante las imágenes:
Cuerpo desnudos, inertes y sangrantes que, pese a estar tumbados sobre el piso, siguen recibiendo golpes, patadas, cinturonazos, sillazos…
Un nivel de violencia inimaginable de presenciar en un estadio de futbol.
Sucedió este negro sábado cinco de marzo, en el Estadio La Corregidora, en Querétaro. Gallos Blancos y Atlas jugaban el segundo tiempo cuando estalló en la tribuna una batalla campal provocada por los seguidores más radicales de los equipos.
Otros aficionados, entre ellos familias enteras, huyeron despavoridos de la grada, buscando resguardarse de los violentos, incluso en la cancha, donde los futbolistas pedían inútilmente que las cosas se calmaran.
Las brutales agresiones no pasaron en la televisión pero fueron pólvora que incendió redes sociales a escala mundial. Las secuencias impactan, incluso allá donde nacieron las famosas Barras. “No entiendo cómo es que se jugaron otros partidos”, escribió en su instagram, Juan Pablo Sorín, estrella del balompié argentino.
La Liga MX reaccionó ante el escándalo. Suspendió tres juegos que le restaban a la jornada y prometió una investigación a fondo.
Tampoco hay que ser un genio para entender que las medidas de seguridad en La Corregidora no eran suficientes ni adecuadas; la responsabilidad es completo del Club Querétaro. Ya lo adelantó el propio gobernador de esa entidad, Mauricio Kuri.
Habrá sanciones severas pero la pregunta está sobre la mesa:
¿Deben llegar a su fin las Barras en los equipos mexicanos?
“Grupos de animación”, como le dicen los directivos, donde suelen refugiarse desadaptados, tipos que solo buscan delinquir o intoxicarse. El futbol les importa poco.
No son todos pero si un alto porcentaje que, ya lo vimos, no tiene empacho en golpear a un indefenso casi hasta la muerte.
Hace 26 años, el Pachuca importó la idea crear una barra que apoyara a los Tuzos en la tribuna. La idea se fue distorsionando con el paso del tiempo porque hay clubes donde están fuera de control porque las incentivan, las promueven sin reparo alguno.
En la MLS, por ejemplo, también copiaron la idea pero hay una diferencia: los hechos violentos en los campos de Estados Unidos son casi inexistentes.
¿Dónde radica la diferencia? En la seguridad.
Querétaro va a pagar muy caro su negligencia, su falta de atención y estrategias para prevenir la brutalidad que se desató en las tribunas.
La Liga MX no puede dejar pasar este lamentable suceso; la misma FIFA, donde se han cansado de lidiar con problemas del futbol mexicano, exigirá explicaciones y represalias.
REMATE
La inseguridad es una constante en nuestro país, incluso en espacios donde se puede controlar como un estadio de futbol. Si hay que acabar con las Barras, que se acabe pero la principal exigencia para los dueños del negocio es brindar suficientes garantías a los aficionados cuando decidan acudir a un estadio.