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"Bellas de noche" de María José Cuevas

Hay que mirar dos veces si es necesario.

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Escrito en OPINIÓN el

Podríamos dedicarle nuestro tiempo entero a investigar y discutir apasionadamente sobre lo que significa la experiencia cinematográfica y si ésta se banaliza o no en las plataformas para ver cine en casa. Podríamos analizar y regodearnos con la actual accesibilidad a cientos de contenidos audiovisuales o poner a competir las distintas plataformas on demand, juzgándolas por la fineza de su selección. Podríamos hacer todo eso y más, pero, por ahora, enfoquémonos en un ejemplo: "Bellas de noche", el documental de María José Cuevas que está nuevamente en el radar desde su nominación a tres Arieles en 2017. Evidentemente, ya no está disponible en salas de cine. Su estreno fue en noviembre del 2016. Sin embargo, si alguien se lo perdió, le queda la opción de echarle un ojo en Netflix.

Ganadora del premio a Mejor Documental mexicano en el Festival Internacional de Cine de Morelia en 2016, la ópera prima de María José Cuevas es un honesto acercamiento a la vida de de cinco de las más aclamadas vedettes en los años setenta y ochenta: Lyn May, Olga Breeskin, Rossy Mendoza, Wanda Seux y la Princesa Yamal, centrándose, no tanto la gloria de su estrellato, como lo humano de su declive.

Qué apetitoso luce el banquete para los que gozan con la nota fácil del reportaje de farándula. Casi irresistible para los amantes del chisme televisivo y el enjuiciamiento morboso, aquellos que ansían saciarse con la historia de antiguas intrigas, riquezas extraviadas, sexo, adicciones y delitos que ronda a las protagonistas. Bellas de noche escapa, por fortuna, a todo esto, evitando el comentario externo en todo momento, dejando que las vedettes se construyan a sí mismas como personajes de su historia.

Por lo anterior, no extrañaría que en un acercamiento distraído, la película parezca simple, estética y dramática, porque no hay una exploración visual compleja de los espacios y los objetos que rodean a las protagonistas y porque, si nos dejamos llevar, la historia parece un simple repaso de temas previsibles al hablar de mujeres que hicieron de su paso por los escenarios nocturnos una profesión: la inevitable vejez que modifica el cuerpo, la fama efímera y el dinero.

Pero hay que mirar dos veces si es necesario (o las que sea, aprovechando que está en línea) para entender que estamos ante un cine profundo, ante la historia de cinco mujeres llenas de contradicciones, anhelos, recuerdos, dolores y temores, esos inevitables detalles de lo humano.

La construcción del documental es bastante clásico, casi todo el relato se articula a través de entrevistas a cuadro y de algunos otros momentos cotidianos en sus vidas. No defrauda la simpleza del recurso cuando se hace evidente la enorme complicidad y empatía que María José Cuevas logró con sus protagonistas. La directora, proveniente del terreno de las artes gráficas, se aventuró a la exploración de un mundo que, como declaró en alguna entrevista, le era cercano por influencia familiar.

En una producción que parece haber durado alrededor de seis años, las vedettes le abrieron las puertas de su casa para dejarse retratar en su entorno, ya lejano de aquellos años de esplendor. Aunque eventualmente vistan sus deslumbrantes atavíos y la cámara les arrebate momentos de inconsciente vanidad histriónica, queda claro que las mujeres que algún día fueron las bellas de noche, han construido otras maneras posibles de fortaleza interior, presumiendo su belleza de día y sin (demasiado) maquillaje.


@el_bichoviejo