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Bahías

Sé que ha surgido el planteamiento de incorporar bahías sobre Insurgentes para resolver el conflicto entre algunos giros mercantiles y la ciclovía. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Uno de los elementos que más ha dañado la relación entre el auto y los peatones en México son las bahías. Las áreas peatonales siempre han estado dispuestas a facilitar la operación del automóvil. Escribo este artículo en el contexto de la probable permanencia de la ciclovía en Insurgentes y su relación con las bahías.

De forma esencial podemos decir: las bahías son el espacio que los peatones entregan a la vialidad en puntos críticos de ésta para realizar el ascenso y descenso de personas y bienes, en todo tipo de vehículos motorizados. 

Cuando se realizó la rehabilitación integral de Masaryk, el proyecto venía repleto de bahías, más de las que tenía originalmente. Pese a las mejoras a dicho proyecto, se estableció una veintena de bahías, en las que más que presenciar breves maniobras de ascenso y descenso de personas, tenemos estacionamientos a la medida de valet parking y escoltas.

Estando al frente de la Autoridad del Espacio Público llevamos a cabo la obra de rehabilitación de banquetas en Insurgentes, del Eje 4 Sur Tehuantepec hasta el empate con la obra del Túnel de Manacar. Allí nos encontramos con unas 35 bahías, muchas de ellas con origen en la obra del Metrobús de 2005. En la lógica urbana de hace 15 años, las bahías funcionaron sobre todo para los restaurantes, pero hoy demandamos mejores espacios para las y los peatones.

Con la rehabilitación de Insurgentes, mi idea era eliminar las bahías. Sin embargo, en las mesas de trabajo interinstitucionales varias dependencias pidieron mantenerlas, siguiendo ciertos criterios relacionados con el ancho de la banqueta. Aún así insistí en el concepto de “media bahía”, que consistía en hacer bahías tan estrechas que el espejo de los autos quedara en el área de circulación: los automovilistas pueden estar dispuestos a dejar su vehículo estorbando por horas, siempre que no haya riesgo de que les den un golpe. Pese a las presiones, eliminamos unas 25 bahías y sobrevivieron como 10 estrechas.

Además de las bahías, Insurgentes padece la presencia de áreas de estacionamiento pequeñas, en teoría dentro de los predios: farmacias, tiendas de conveniencia, bancos, entre otros negocios, permiten el estacionamiento temporal en batería, en espacios de unos 4 metros de largo entre el inmueble y su límite de propiedad. Esos espacios afectan sobremanera a los peatones, pues al tratarse de negocios con una alta rotación de usuarios, la banqueta siempre tiene movimiento.

Antes de las ciclovías, muchas personas se estacionaban de forma temporal en el carril que hoy ocupa ésta, para las maniobras de abastecimiento de los locales comerciales, así como acciones tan básicas como ir por un café o al cajero automático. Hoy la ciclovía impide este tipo de maniobras, incluyendo la recepción de autos por los valet parking de los restaurantes.

En este sentido, sé que ha surgido el planteamiento de incorporar bahías sobre Insurgentes para resolver el conflicto entre algunos giros mercantiles y la ciclovía, particularmente los restaurantes de lujo. La supuesta solución sería muy difícil de operar, porque implicaría un entrecruzamiento entre bicicletas y autos que estaría causando caídas de forma constante.

Sin embargo, está clara la duda. ¿Cómo vamos a resolver los altos momentáneos en Insurgentes? Este mismo problema se dio en Paseo de la Reforma hace 10 años, aunque hay que reconocer que al contar con carriles centrales y laterales, así como otra configuración comercial, el estacionamiento temporal en Reforma tiene un menor impacto sobre la operación de la ciclovía, y con el tiempo se ha logrado cierto respeto a la misma.

En Insurgentes, por el contrario, podríamos padecer de manera permanente tanto la invasión a la ciclovía, como las dificultades para el ascenso y descenso de personas y mercancías. De corto plazo, la solución será que a la par de la ciclovía haya señalización y restricciones de horario para hacer maniobras en esta avenida, pero me parece que también deberíamos pensar en dos limitaciones que sorprenderán a los lectores.

Por un lado, creo que hay que reducir la velocidad de Insurgentes: 40 km/h en los tramos semaforizados, al menos en los carriles de los automóviles, para evitar que los posibles altos momentáneos se traduzcan en incidentes viales. Por otro lado, de largo plazo deberíamos dar al carril contiguo a la ciclovía un rol distinto y flexible: que en vez de operar como carril de circulación funcione como un carril mixto entre áreas de estancia peatonal, bajo el concepto de “parklet”, y bahías de estacionamiento temporal que no interfieran con la ciclovía.

Yo creo que los comercios que eventualmente perciban afectaciones por la ciclovía (restaurantes de lujo, mueblerías, agencias de autos), en el largo plazo podrían verse beneficiados por un “Insurgentes semi peatonal”, y si la autoridad les da la opción, preferirán tener bancas frente a su local, que una bahía de estacionamiento. Insisto, en el largo plazo.