Main logo

Avatares del Otoño

¿Cuál será la postura de México ante cualquier panorama? Nada está escrito aún.

Por
Escrito en OPINIÓN el

El Otoño tiene un semblante interesante. La semana pasada hablé de ello y mencioné que era mi época favorita de todo el año. Con la estación también llega un frío que no se quitará hasta el próximo año y los árboles multicolores lo anuncian. Al mismo tiempo avanzamos en la carrera presidencial y en la reconfiguración política en Washington. Muchas cosas estarán en juego y habrá que dar seguimiento puntual a todas ellas, para tratar de entender qué es lo que finalmente sucederá –y más allá de hacer escenarios surrealistas–, que México sea capaz de tener una postura clara y definida al respecto.


Se llevó a cabo el debate entre los precandidatos del Partido Republicano (GOP: Grand Old Party, como le llaman en Estados Unidos) y en esta ocasión me tocó darle seguimiento desde México. Fue el tercero de estos ejercicios y creo que hay importantes lecciones que se desprenden del mismo.


La primera de ellas es la falta de impulso de la campaña de Jeb Bush. Para la gran mayoría de quienes observaron el debate, dieron como ganador a Marco Rubio. Por obvias razones, Bush se “desinfló” en las preferencias y su campaña no ha logrado despegar como debiera. El debate pudo ser un ejercicio interesante para que Bush propusiera líneas concretas de acción, pero sobre todo, para convencer a quienes todavía no logra sumar a su causa que en realidad, él puede ser el mejor candidato republicano para confrontar a quien pareciera contendiente natural del Partido Demócrata, Hillary Clinton.


Luego entonces, si Bush no ha logrado despegar como debiera, alguien está capitalizando dicho fenómeno, y al parecer, fue el senador Rubio quien hizo los mejores planteamientos y quien más convenció a todos de ser una opción viable. Aunque en México no parezca, los debates entre precandidatos son de gran importancia al momento de tomar la decisión final. Nada está escrito aún.


Otra lección que podemos aprender de este debate es la peligrosidad en la postura de Ben Carson. El médico –con tanto prestigio en su disciplina– podría llegar a ser inclusive más nocivo que Donald Trump porque en muchas cosas tiene incluso menos idea que el magnate. Sus posturas son mucho más radicales (y al mismo tiempo ignorantes, quizá) y por ende, la colaboración con el doctor Carson sería francamente compleja. Al menos Trump entiende un lenguaje: El pragmatismo y el dinero. Mientras sus beneficios vayan al alza, se podrá conversar (aunque no nos guste el tono de la conversación). El problema de Carson radica precisamente en su forma de ser impredecible y errática, y que sus posturas están fundamentadas en una serie de ideas y razones francamente alejadas de la realidad.


También debemos mencionar que Fiorina, la única candidata mujer no estuvo a la altura de lo que se esperaba de ella; todo lo contrario al debate anterior, en donde su postura y sus planteamientos se distinguieron del resto. Una vez más, como ya se dijo, Rubio se llevó la noche.


Y todo ello nos lleva entonces a preguntarnos una cosa: ¿Es conveniente que Hillary Clinton esté tan perfilada como la candidata demócrata? Si es el caso, la Señora Clinton fue el blanco de todos los ataques de los candidatos que aspiran a la nominación republicana. Quizá el Partido Demócrata ganaría mucho más si tuviese a varios precandidatos y la decisión no estuviera todavía tomada del todo. De esa forma podría hacer mayor propaganda, posicionar mejor su discurso y hacer planteamientos que realmente puedan diferenciarse de los demás. Aunque no es fácil, quizá la estrategia sería adecuada.


Por último la gran reflexión que todo debemos hacernos es: ¿México qué hará ante ello? En cualquiera de sus escenarios, la pregunta fundamental es cuál será la posición y la postura de nuestro país ante cualquier resultado, ya sea demócrata, republicano, moderado o no tan conservador, con todo lo que ello implica.


Supongo que en la Cancillería Mexicana hay una serie de analistas que están fabricando escenarios positivos, negativos, neutrales, etcétera. Todo ello con miras a tener una agenda propia. Durante largo tiempo, México siempre ha estado dispuesto a seguir directrices, pero ya llegó el momento en que tenga que avanzar su agenda propia.


La siguiente pregunta que debemos hacernos entonces es: ¿Cómo podemos estar más preparados para pavimentar ese camino? Quizá descubramos que primero tenemos un largo trecho que recorrer; no obstante, también necesitamos la brújula para saber a dónde vamos. Ni la brújula nos exime de remar, ni el avance del bote es por sí mismo un logro.


Ante cualquier escenario que suceda en Estados Unidos, necesitamos que el capitán y nuestro barco tengan rumbo claro, cielos favorables y decisión. Cuando estos elementos se conjuntan, no importa tanto lo que haga el otro, importa que nosotros sepamos qué queremos y hacia donde vamos. ¿Lo sabemos en el caso de Estados Unidos?