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Ataque a mexicanos: Un daño colateral de primavera árabe

Lo sucedido a los mexicanos es un desafortunado hecho que se enmarca en la lucha contra grupos islámicos.

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Escrito en OPINIÓN el

Egipto, un país que comparte con México una historia milenaria y de las más importantes por su aportación a la humanidad, se encuentran en una situación inédita que el gobierno egipcio ha llamado “daño colateral” por la guerra que está llevando a cabo contra simpatizantes del Estado Islámico.

 

El pasado domingo 13 de septiembre, turistas mexicanos fueron atacados en la región de Wahat u oasis en el Desierto Occidental, cerca de la frontera con Libia, -con los resultados que ya conocemos- zona que el gobierno egipcio ha determinado como “una zona de alto contrabando de armas” y un “escondite para militantes radicales islámicos”.

 

Este ataque se llevó a cabo a unas horas de que el primer ministro Ibrahim Mehleb y sus 33 ministros dimitieran en bloque por escándalos de corrupción, el 12 de septiembre, lo cual es resultado de la crisis política que atraviesa Egipto desde la revolución de 2011 (Primavera Árabe) que destituyó al dictador Mubarak.

 

En este contexto, el gobierno mexicano encaraba por una parte la violación de los derechos humanos de nuestros connacionales y por el otro la falta de un interlocutor válido ante la crisis política al interior del gobierno del país árabe.  “¿Con quién negociar?”.

 

La distancia entre los dos países, los problemas políticos en Egipto, la urgencia que el gobierno de México tiene de mejorar su posicionamiento ante los ciudadanos mexicanos por los escándalos de corrupción, el bajo crecimiento económico y la consecuente baja popularidad del presidente Peña, llevó -hay que reconocerlo- a una decisión atinada, de enviar a El Cairo, a la secretaria de Relaciones Exteriores a fin de agilizar la salida de los heridos, la repatriación de los cadáveres y en general ofrecer la protección consular que todos los mexicanos tenemos derecho. Y adicionalmente a solicitar la “reparación integral del daño, incluyendo la indemnización correspondiente” que deberá ser entregada a los heridos y familiares de las víctimas.

 

En el transcurso de la estancia de la Canciller se dio una declaración del Ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, que nos puede incomodar como lo hizo al gobierno de México, al comparar la “guerra contra los terroristas y la lucha contra el narcotráfico que se lleva en México y que han causado numerosas muertes de personas inocentes”; sin embargo, es para analizarse objetivamente y no envolvernos en un nacionalismo a ultranza y no olvidemos el ataque a los españoles en Acapulco.

 

Otra declaración que nos sorprendió fue la que se realizó el 16 de septiembre pasado cuando el gobierno del país de los faraones mostró su falta de respeto a la libertad de prensa al “prohibir la publicación de nuevas informaciones sobre el tema del ataque a los mexicanos” postura que hace dudar sobre la transparencia de la investigación que ha exigido México, comentarios como la “posible ejecución de las víctimas”, “el retraso en confirmar la masacre por  parte del gobierno de la república árabe”, entre otros. Esto es una característica de un gobierno que está gobernado por las Fuerzas Armadas y que tiene como cabeza a Abdelfattá al Sisi, quien llegó al poder al dar un golpe de Estado al presidente Mohamed Morsi.

 

Lo sucedido a los mexicanos es un desafortunado hecho que se enmarca en la lucha contra grupos islámicos radicales que aprovechando la inestabilidad que ha traído la “Primavera Árabe” -que buscaba una mejora sustancial de las condiciones de vida, cambios sociales y libertades democráticas- apoyada por las potencias occidentales no ha tenido los resultados esperados, incluso algunos especialistas han señalado como un fracaso.

 

Este fracaso se da por la falta de sensibilidad de las potencias que siguen sin entender que la democracia concebida por ellos, responde a las tradiciones, costumbres e historia propia. Naciones de África, Asia y otras partes del mundo tienen otras características culturales que no les permite adoptar de forma natural la democracia tal y como se conoce en occidente y que impulsa el surgimiento de grupos opositores muy agresivos.

 

Este hecho, me trae a la memoria la película “Babel” de 2006, en donde un suceso en Marruecos impacta a personas en 3 continentes diferentes al paso del tiempo. Esto es parte de la Globalización.

 

Nota: Al cierre de este artículo el Presidente Abdelfatá al Sisi tomó el juramento al nuevo primer ministro y a sus ministros que sustituyen al anterior gabinete (19 de septiembre).

 

@VMprudencio