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Asuntos de Estado

La vulnerabilidad del gobierno radica en los diversos frentes de crisis que ha abierto esta administración, y que compromete valores de la democracia. | Rodolfo Aceves

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Escrito en OPINIÓN el

Cabe la posibilidad que algunas de las valoraciones sobre el desempeño del presidente Andrés Manuel López Obrador recaigan sobre tres factores. El primero, la ausencia de compromiso en el combate a la corrupción; segundo, la caída en el fortalecimiento a los derechos humanos; y tercero, en la falta de resultados en seguridad.

Sobre la corrupción, la curva de aprendizaje ya contiene los escándalos de las casas del director de CFE y su hijo, aun cuando el presidente pidió a sus secretarios de Estado que no permitan actos de corrupción, incluso de su propia familia. 

De esta administración fue muy desafortunado y desagradable, que una investigación arrojara que desde la Agencia de Noticias del Estado mexicano se dirige una campaña deliberada en contra de críticos y algunos personajes de la política mexicana, con el presunto consentimiento de su titular. También las hordas de cuentas en redes sociales que se dedican a atacar a los críticos de la administración del presidente no abonan al establecimiento de un ambiente de cordialidad en la opinión pública.

Tampoco se ha sabido que abran expediente por responsabilidades en la Fiscalía General de la República y de la cancillería mexicana sobre el apoyo institucional de que se dio a Humberto Moreira, que fue acusado por la Fiscalía Española de nexos con el narco, quien fue literalmente rescatado por la embajada mexicana y la Agregaduría de la PGR en ese país. La corrupción se extiende a diversas Secretarías y dependencias del Ejecutivo, en Entidades Federativas, Municipios y Poderes; y como alguna vez dijo el ex secretario de Defensa Cienfuegos, es un asunto de seguridad nacional, y quizás, así lo vieron en West Wing en la Casa Blanca para las negociaciones con México en el T-MEC.

Hoy con entusiasmo la Cancillería mexicana anuncia que nuestro país obtuvo un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, cuando día a día la delincuencia supera el horror de los delitos, al amparo de la impunidad.

En el tema de derechos humanos, no ha habido avance en los asuntos sensibles de la pasada administración, como Tlatlaya, Ayotzinapa y Ostula, que dan cuenta del estado de vulnerabilidad en que se encuentran los derechos humanos en México. No hay una política entre las corporaciones de seguridad de respeto a los derechos humanos, se siguen presentando casos de tortura y violaciones a los derechos humanos, como en Jalisco. 

La diversidad en los mensajes institucionales sobre la pandemia y la precipitada vuelta a la normalidad no da confianza en la ciudadanía, en medio de la necesidad de salir a trabajar.

En el plano de la seguridad y defensa, la vulnerabilidad de las instituciones de seguridad se traslada a su ineficacia y sumado a la penetración de la corrupción en su clase política, dan como resultado, la desconfianza de la administración de la Casa Blanca sobre los cuerpos de seguridad mexicanos. Esta es una preocupación real, sobre todo por la situación geopolítica de México en el marco de los frentes que tiene abierto nuestro vecino, como una vulnerabilidad para su seguridad.

 Más allá de sus escándalos, el punto es la vulnerabilidad del gobierno mexicano por los diversos frentes de crisis que ha abierto esta administración, y que compromete valores de la democracia.